?ngel Matanzo, el concejal que quiso ser el ¡®sheriff¡¯ de Madrid
El edil del PP se hizo popular como presidente del distrito Centro por el cierre de locales emblem¨¢ticos y las redadas constantes
Nunca un concejal de distrito (y Madrid tiene 21) fue tan famoso. ?ngel Matanzo Espa?a, que falleci¨® ayer en Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid) a los 80 a?os, encabez¨® durante cuatro a?os una cruzada policial y administrativa contra lo que ¨¦l entend¨ªa que eran los causantes de la decadencia del coraz¨®n de la capital. Y lo hizo de una manera peculiar. Organizaba redadas intempestivas que dirig¨ªa en persona y en las que lo mismo ca¨ªan camellos, prostitutas o mendigos que teatreros, artesanos o locales de actuaciones. Precint¨® decenas de establecimientos, orden¨® decomisos que llegaron a saturar varios almacenes municipales y roci¨® con zotal las calles para espantar drogadictos. Y no importaba que a Els Joglars le hubiera contratado su propio Ayuntamiento: en la plaza Mayor no actuaba sin su licencia.
Matanzo presum¨ªa de su origen castizo y humilde. Era hijo de carnicero y verdulera ¡ª¡°a mucha honra¡±, dec¨ªa¡ª y se diplom¨® en picaresca en el mercado de la Cebada. Entr¨® en pol¨ªtica por devoci¨®n a Manuel Fraga y recibi¨® el sill¨®n del distrito de Centro en 1989, cuando el PP, partido al que pertenec¨ªa, y el CDS desbancaron mediante una moci¨®n de censura al socialista Juan Barranco de la alcald¨ªa de la capital.
Matanzo no se conform¨® con las limitadas competencias de un edil de barrio. Su devoci¨®n ultramontana por el orden le llevaba de pronto a ordenar el cierre inmediato de un local que le parec¨ªa sospechoso o a requerir de pronto todos los efectivos m¨®viles disponibles.
Eligi¨® a los artesanos de la plaza de Santa Ana como el primero de sus grandes objetivos de limpieza. El mercadillo de los s¨¢bados no cumpl¨ªa a rajatabla el esp¨ªritu de las ordenanzas y adem¨¢s alojaba a traficantes de droga, clamaba. Y no dud¨® en despejarlo de vendedores mediante reiteradas cargas policiales. El¨ªgeme, un local emblem¨¢tico de la Movida madrile?a, en el barrio de Malasa?a, tambi¨¦n cay¨® bajo su precinto. Elimin¨® el nombre de Enrique Tierno Galv¨¢n de una carrera popular y mand¨® inspectores a las obras de rehabilitaci¨®n de la casa de Juan Barranco, junto a la plaza de Oriente.
?rdagos a los alcaldes
Apasionado del mus, someti¨® a constantes ¨®rdagos a sus alcaldes, Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n (regidor por el CDS hasta 1991) y Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, al que atorment¨® con desaf¨ªos continuos. ?lvarez del Manzano tuvo que reabrir un centro de reinserci¨®n de prostitutas que Matanzo decidi¨® clausurar en contra de su criterio aprovechando que estaba de viaje en Am¨¦rica. Y lo mismo tuvo que hacer con el teatro Alfil, un local c¨¦lebre de la escena independiente de la capital, que Matanzo cerr¨® esgrimiendo detalles burocr¨¢ticos, justo cuando se exhib¨ªa una obra de teatro con tres personajes: el oso, el madro?o y un sheriff local que todo el mundo ¡ª¨¦l el primero¡ª identific¨® con el concejal.
?lvarez del Manzano, harto de mandar mensajes de moderaci¨®n y pedirle que dejara el exhibicionismo personal, finalmente le destituy¨® y le convirti¨® en asesor de abastos, un cargo menor en homenaje a su profesi¨®n, comerciante de carne en Mercamadrid, y que ¨¦l celebr¨® acudiendo al pleno con un vaso de tila.
Antes de que el populismo fuera moneda corriente en la pol¨ªtica, Matanzo se autoproclamaba con su voz rota y verborrea torrencial el concejal m¨¢s querido del pueblo. Organiza jornadas maratonianas en su despacho de la plaza Mayor para recibir a los vecinos, a alguno de los cuales ayudaba con dinero propio, quiz¨¢ procedente de algunos de los premios de loter¨ªa de los que sol¨ªa presumir.
Carpetovet¨®nico de libro, amante de la caza, las cartas, el f¨²tbol y los toros, dec¨ªa que quer¨ªa dejar su cargo ¡°como los toreros, por la puerta grande¡±. Pero no pudo. En 1995 abandon¨® el PP y, tras un frustrado intento de lanzar un partido independiente, se retir¨® de la pol¨ªtica.
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