Dana Rohrabacher, el mejor amigo en Estados Unidos del independentismo catal¨¢n
Puigdemont se re¨²ne en Barcelona con el congresista republicano, que defiende un refer¨¦ndum y elogia a Rusia
En Washington, a Dana Rohrabacher lo apodan el congresista favorito de Vlad¨ªmir Putin. En Catalu?a, el republicano es visto como el mejor amigo en Estados Unidos del soberanismo. Rohrabacher apoy¨® en 2015, junto a otros dos legisladores, la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum de independencia en Catalu?a. Y lo hizo de nuevo finales de marzo tras reunirse en el Capitolio con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. La afinidad volvi¨® a exhibirse este domingo: Puigdemont se reuni¨® en Barcelona con Rohrabacher y otro congresista estadounidense, el dem¨®crata Brian Higgins.
Rohrabacher -de 69 a?os, casado con una mujer de origen vasco y legislador durante m¨¢s de 25 a?os por California de la ¨®rbita del expresidente Ronald Reagan- es un ferviente defensor del derecho a la autodeterminaci¨®n. Lo justifica en el origen secesionista de EE UU. En 2014, sorprendi¨® al avalar la anexi¨®n por parte de Rusia de la pen¨ªnsula ucrania de Crimea bajo el argumento de que se bas¨® en un voto ciudadano. En 2012, impuls¨® una resoluci¨®n a favor de reconocer el derecho a la autodeterminaci¨®n de Baluchist¨¢n, una regi¨®n en el sur de Pakist¨¢n.
En el caso de Catalu?a, ¡°apoya conceptualmente y filos¨®ficamente¡± la demanda de un refer¨¦ndum de secesi¨®n, pero ¡°no es un instigador¡±, seg¨²n explic¨® recientemente a EL PA?S un portavoz suyo. Durante su visita a Washington, Puigdemont se reuni¨®, al margen de Rohrabacher, con otros cinco legisladores. Algunos de ellos simpatizan con el derecho a decidir de Catalu?a, lo que contrasta con el silencio del Gobierno estadounidense.
La cercan¨ªa a Rusia de Rohrabacher, que preside el subcomit¨¦ sobre Europa en la C¨¢mara de Representantes, le ha hecho ganar relevancia en EE UU en los ¨²ltimos meses con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump. El presidente elogia a Putin y apuesta por estrechar lazos con Mosc¨². Rohrabacher estuvo en las quinielas de los posibles secretarios de Estado de Trump. Y el empresario neoyorquino lo recibi¨® el pasado martes en el Despacho Oval despu¨¦s de que el legislador lo elogiara en televisi¨®n.
No es la ¨²nica similitud. Rohrabacher defiende, igual que Trump, una pol¨ªtica de mano dura en inmigraci¨®n y es un negacionista de los efectos del cambio clim¨¢tico.Tambi¨¦n es un seguidor de las teorias conspiratorias: en 2013 viaj¨® a Rusia con el actor Steven Seagal en busca de pistas de una supuesta trama isl¨¢mica detr¨¢s de los atentados al marat¨®n de Boston.
En algunos asuntos sociales, se asemeja m¨¢s a posiciones libertarias o progresistas. Por ejemplo, aboga por facilitar la legalizaci¨®n del consumo de marihuana.
Rohrabacher defiende la acusaci¨®n de Trump, carente de pruebas, de que el Gobierno de Barack Obama le espiara antes de las elecciones. Tambi¨¦n minimiza la conclusi¨®n de las agencias de inteligencia estadounidenses de que Rusia rob¨® correos del Partido Dem¨®crata para tratar de ayudar a Trump a ganar los comicios. ¡°Nosotros hemos tratado de influir en sus elecciones¡±, dijo a mediados de marzo al diario Los ?ngeles Times. ¡°Se est¨¢ alimentando al pueblo estadounidense con informaci¨®n que le llevar¨ªa a creer que tenemos que adoptar una posici¨®n de guerra con Rusia¡±.
En 2008, Rohrabacher se labr¨® su reputaci¨®n de outsider al defender la invasi¨®n rusa de una parte de Georgia, criticada por Washington, al esgrimir que fue el peque?o pa¨ªs qui¨¦n inici¨® las hostilidades. ¡°Los rusos ten¨ªan raz¨®n, nosotros no¡±, dijo en el Congreso.
Rohrabacher y Putin se conocieron a comienzos de los a?os noventa durante una visita a Washington del entonces vicealcalde de San Petersburgo. A Putin le interesaba Rohrabacher porque hab¨ªa sido asesor y escritor de discursos de Reagan durante la ¨¦poca en que el presidente republicano intent¨® contener el ¨¢rea de influencia rusa apoyando a grupos armados anticomunistas.
Rohrabacher conoce en primera persona esa realidad. En 1988, pas¨® un par de semanas en Afganist¨¢n con una unidad de mujahidines, a los cuales los EE UU entregaba material militar. Los mujahidines luchaban contra el Ej¨¦rcito afgano, que recib¨ªa apoyo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
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