Voluntarios bajo el pebetero ol¨ªmpico, 25 a?os despu¨¦s
Un grupo se re¨²ne en el estadio de Montju?c para contar sus recuerdos de los Juegos de 1992
El reloj marcaba las 22.22 del 25 de julio de 1992. M¨¢s de 3.500 millones de telespectadores de todo el planeta estaban pendientes de la ceremonia de inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona. El evento hab¨ªa comenzado dos horas antes, cuando 800 figurantes se hab¨ªan entremezclado dibujando unas letras que provocaron una exclamaci¨®n un¨¢nime en todo el Estadio Ol¨ªmpico: ¡°Hola¡±.
Seis exdeportitas ol¨ªmpicos ¡ªJos¨¦ Manuel Abascal, Blanca Fern¨¢ndez Ochoa, Jordi Llopart, Lolo Ibern, Jos¨¦ Luis Doreste y Eladi Vallduvi¡ª portaron la bandera ol¨ªmpica con la ayuda de dos voluntarios: Dolores Buch y Jordi Tabuenca. Faltaban solo unos minutos para que Juan Antonio San Epifanio Epi diera media vuelta al estadio con la antorcha. Han pasado 25 a?os y Tabuenca, que entonces ten¨ªa 20, recuerda c¨®mo fue seleccionado en una castin improvisado para, vestido de blanco, llevar la enorme bandera. ¡°Necesitaban a un chico y una chica que fuesen altos y morenos¡±, sonr¨ªe.
?l fue uno de los 44.767 voluntarios hicieron posible los Juegos de 1992. Una veintena de ellos se re¨²ne cada 25 de julio bajo el pebetero de Montju?c con los ch¨¢ndales de t¨¢ctel, los aros ol¨ªmpicos y los uniformes amarillos mostaza. Este a?o se cumple el 25 aniversario y, a petici¨®n de EL PA?S, 14 de ellos se han reunido bajo un apagado pebetero.
¡°Mira qu¨¦ bien hecho est¨¢ el dise?o del pebetero, tiene 25 a?os y no ha pasado de moda¡±, sentencia Rosa Nebot. La voluntaria se pas¨® las olimpiadas en la puerta de la policl¨ªnica de la Vila Ol¨ªmpica. All¨ª fue se?alando a los atletas necesitados de curas hacia d¨®nde deb¨ªan dirigirse.
El que aparece con m¨¢s complementos ol¨ªmpicos es Gerard Conde, de 73 a?os. Lleva una mochila repleta de ropa y, de pronto, saca la antorcha ol¨ªmpica con la que el d¨ªa de la inauguraci¨®n de las olimpiadas corri¨® el tramo de la avenida del Paral¡¤lel entre el teatro Talia y el Molino. ¡°Los dos acontecimientos m¨¢s grandes de mi vida son el nacimiento de mi hija y la olimpiada¡±, sostiene. Conde se convirti¨® en el ch¨®fer del vicepresidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), Kevan Gosper, con quien lleg¨® a entablar amistad y se sigue escribiendo cada a?o. ¡°Estuve 28 d¨ªas trabajando, me adelgac¨¦ siete kilos. Hab¨ªa d¨ªas que me iba a dormir a las dos de la ma?ana y a las siete ya ten¨ªa que estar en la puerta del hotel para recoger a Gosper¡±, asegura.
Felipa Prado, de 70 a?os, en 1992 era secretaria en una oficina de arquitectura. Muestra con ilusi¨®n dos peluches: uno de Cobi y otro de Petra. ¡°Nos dieron unos peque?os cursos e hice las funciones de fot¨®grafa de las acreditaciones en el Aeropuerto del Prat. Entre las personas que fotografi¨¦ est¨¢n Pasqual Maragall o la mism¨ªsima reina de Suecia¡±, resalta. Neus Casanovas, de 85 a?os, hac¨ªa lo mismo, junto a Prado. ¡°La ciudad estaba imparable¡±, dice.
Montse G¨®mez tiene 51 a?os y es funcionaria. ¡°Yo era lo que llamaban platanitos, ¨ªbamos de color mostaza, hac¨ªamos funciones de asistencia a los vips¡±, recuerda. G¨®mez y sus compa?eros se sometieron a ex¨¢menes de idiomas y asisti¨® a los representantes de Mauritania. ¡°El primer d¨ªa me preguntaron por qu¨¦ ten¨ªan un sabor extra?o los cruasanes. Era por la grasa de cerdo. Desde entonces, como eran musulmanes, les tuve que acompa?ar a todos los c¨®cteles para ver qu¨¦ pod¨ªan comer y qu¨¦ no¡±, recuerda.
Al acabar la olimpiada G¨®mez se pas¨® ¡°tres d¨ªas llorando¡±. ¡°Soy muy sentimental y me dio mucha pena que se acabara aquello que nos mantuvo tan solidarios y unidos¡±, recuerda. Algo parecido le debi¨® pasar a Antonio Puigarnau, de 49 a?os. ¡°En 1992 estaba haciendo el servicio militar en Barbastro y a algunos de Barcelona nos ofrecieron la posibilidad de hacer la mili como voluntarios¡±, recuerda. Puigarnau tambi¨¦n hizo de ch¨®fer.
A las 22.40 del 25 de julio de 1992, Epi acerc¨® el fuego de su antorcha ol¨ªmpica al arquero Antonio Rebollo, quien encendi¨® la flecha y la lanz¨® al pebetero. Medio mundo contuvo la respiraci¨®n. Conde encender¨¢, de nuevo, este 25 de julio la antorcha con la que corri¨® en la avenida del Paral¡¤lel. ¡°No es recargable, cada a?o la enciendo diez segundos y este a?o, despu¨¦s de un cuarto de siglo, dejar¨¦ que se acabe el gas debajo del pebetero¡±, afirma.
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