Banderas a media asta por Cristo
Parece como si al PP no le importara ya mostrar e incluso reivindicar el poso de nacionalcatolicismo que corre por sus venas ideol¨®gicas
Podemos encontrar muchos ejemplos de actuaciones gubernamentales que nos retrotaen al pasado franquista, pero pocos tan ilustrativos como esa bandera que desde el jueves ondea a media asta en unidades, bases y cuarteles militares de toda Espa?a ?por la muerte de Cristo! Este a?o, en una nueva muestra del sentido patrimonial que el PP tiene de las instituciones, Mar¨ªa Dolores de Cospedal ha extendido esta m¨¢s que discutible muestra de fervor religioso a la sede del Ministerio de Defensa Y lo ha hecho con la naturalidad liviana con la que cuelga adornos en el balc¨®n de su casa al paso de las procesiones o se pone mantilla cuando visita al Papa. No importa que el reglamento de honores militares de 2010, aprobado bajo el mandato de Carme Chac¨®n, limite las ocasiones, muy especiales, en que la bandera debe ondear a media asta. En una respuesta parlamentaria, el Gobierno alega que, puesto que no est¨¢ expresamente prohibido, puede hacerlo tambi¨¦n en otras ocasiones. Asusta pensar en cu¨¢ntas otras cuestiones, si contin¨²a esta deriva, puede hacer el Gobierno una ¡°interpretaci¨®n extensiva¡± de reglamentos y leyes.
Estamos tan acostumbrados a este tipo de excesos que ya casi ni nos escandalizan. Comparados con la magnitud, volumen y frecuencia de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, pueden parecer incluso anecd¨®ticos. Pero desde que Mariano Rajoy lleg¨® al poder y dio carta blanca a sus ministros para que expresaran a su antojo sus creencias religiosas, no paran de repetirse. Parece como si al PP no le importara ya mostrar e incluso reivindicar el poso de nacionalcatolicismo que corre por sus venas ideol¨®gicas. As¨ª es como un d¨ªa hemos de contemplar at¨®nitos c¨®mo se le concede la medalla de oro del m¨¦rito policial ?a Nuestra Se?ora Mar¨ªa Sant¨ªsima del Amor! por haber amparado a las fuerzas de seguridad bajo ¡°el manto de su protecci¨®n¡±. Y eso lo hace, con toda la pompa, un ministro del Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, de misa diaria y que dice tener un ¨¢ngel de la guarda llamado Marcelo que le ayuda a aparcar y a otras muchas cosas. No sabemos si tambi¨¦n le ha ayudado en las tropel¨ªas que ha cometido con la polic¨ªa patri¨®tica para perjudicar a los adversarios pol¨ªticos del PP o si en ese caso ha mirado para otro lado. Ya en 2012 se concedi¨® la Gran Cruz del M¨¦rito de la Guardia Civil a la virgen del Pilar y en 2015 la Cruz de Plata a la Virgen de los Dolores de Archidona, mientras la ministra F¨¢tima B¨¢?ez agradec¨ªa a la Virgen del Roc¨ªo su ayuda para que Espa?a saliera de la recesi¨®n. El nuevo titular de Interior, Juan Ignacio Zoido, acaba de condecorar, tambi¨¦n por m¨¦ritos militares, al hermano mayor de la cofrad¨ªa del Cristo de la Buena Muerte (al menos este es un humano) mientras Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, concejal del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, pide que se priorice a los cristianos en la acogida de los refugiados.
No podemos estar escandaliz¨¢ndonos constantemente. Sabemos, adem¨¢s, que cualquier reacci¨®n de repulsa resulta un gesto bald¨ªo pues la tolerancia del PP a la indignaci¨®n ciudadana es cada vez mayor. Este intento constante y descarado de regresi¨®n a las formas del nacionalcatolicismo contrasta con la evoluci¨®n religiosa de la sociedad espa?ola, cada vez m¨¢s secularizada. Tres de cada cuatro ciudadanos se declaran a¨²n cat¨®licos por el hecho de haber sido bautizados, pero la realidad est¨¢ muy lejos de esas cifras. El ministro se encuentra entre el 2% de los espa?oles que, seg¨²n el CIS, van a misa varias veces por semana. El 60% de los que se declaran cat¨®licos no se acercan a una iglesia m¨¢s que por compromiso, para asistir a bodas o funerales. Y cada vez tienen menos ocasi¨®n. En 1980, el 96% de los matrimonios de celebraban por la iglesia; en 2005 eran ya solo el 60%; ahora no llegan al 22% y cabe sospechar que muchos lo hacen a¨²n por no contrariar a los mayores de la familia.
Todo esto sucede porque todav¨ªa arrastramos la que fue una de las principales carencias del pacto de la Transici¨®n: la incapacidad de asegurar una efectiva separaci¨®n entre Iglesia y Estado. Hace tiempo que deber¨ªan haberse revisado los acuerdos de 1979 entre Espa?a y la Santa Sede, que bajo la apariencia de adaptar el Concordato franquista de 1953 a los principios de la Constituci¨®n, lo que hizo fue consagrar los privilegios de la Iglesia cat¨®lica. El Concordato sigue muy vivo para el PP.
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