Estibadores, patrones y mafia marsellesa
Antiguos trabajadores recuerdan una presunta trama para liquidar a los l¨ªderes sindicales del Puerto de Barcelona en los a?os 80
¡°?Nos tendr¨¦is que matar!¡±, pint¨® alguien en un muelle durante el par¨®n de los estibadores del pasado febrero en el Puerto de Barcelona. La estiba volv¨ªa a manifestar frente a los intentos de liberalizar el sector por parte del gobierno y de la Comisi¨®n Europea. El lema retrotrae a tiempos m¨¢s duros en los que las protestas portuarias pod¨ªan tener un desenlace violento. Hay un episodio del pasado que se mantiene vivo en la memoria de los estibadores de Barcelona, un historia casi de leyenda. Sucedi¨® a mediados de 1981. Las potenciales v¨ªctimas no pueden concretar la fecha , pero defienden su veracidad: la patronal quiso contratar a la mafia marsellesa para liquidar a los l¨ªderes sindicales del puerto.
Juli¨¢n Garc¨ªa, quien fuera durante dos d¨¦cadas l¨ªder de la Coordinadora Estatal de Trabajadores del Mar (CETM), explica con pelos y se?ales un plan del que no hay pruebas, solo su palabra y la de sus compa?eros en aquel momento. Garc¨ªa es hoy presidente de Club Nataci¨®n Atl¨¦tico Barceloneta. Entorno a una mesa de la cafeter¨ªa del club, con el trasiego de los desayunos y el ruido de la playa como banda sonora, Garc¨ªa recuerda la huelga portuaria m¨¢s larga que padeci¨® Espa?a: un a?o y medio de conflicto, entre 1980 y 1982, en especial Barcelona. El conflicto fue un espejo de la Transici¨®n. Las cuatro grandes compa?¨ªas del Puerto afectadas tuvieron que readmitir a 170 empleados despedidos. Los estibadores se manifestaron a una, se enfrentaron a esquiroles llegados de otros lugares de Espa?a y organizaron una caja de resistencia para mantener a las familias de todos. ¡°Para las empresas fue un impacto muy fuerte porque no entend¨ªan c¨®mo, con lo m¨¢s delicado, que era el dinero, no nos debilitaban¡±, explic¨® en 2012 a TVE el estibador Miquel Vicente. La imposibilidad de desmovilizar la huelga hizo que la patronal se planteara recurrir a asesinatos, seg¨²n Garc¨ªa.
El primer testimonio p¨²blico de aquello fue publicado en 2016 por Arturo San Agust¨ªn en el libro En mi barrio no hab¨ªa chivatos. Tin¨ªn, miembro del comit¨¦ de empresa, descubri¨® en una terraza de Las Ramblas a varios representantes de las compa?¨ªas que sufr¨ªan la huelga. Charlaban con unos franceses. Se coloc¨® a su vera, sin ser reconocido, y pudo identificar que eran miembros de la mafia marsellesa: estaban hablando de asesinar a cuatro sindicalistas de la estiba: Garc¨ªa, F¨¦lix Cerezo, Manuel Conde y Juan Madrid. Los franceses, a cambio de hacer el trabajo, pidieron participaciones accionariales en las compa?¨ªas involucradas, seg¨²n el relato de Garc¨ªa. Los representantes de las empresas no aceptaron.
Cuando Tin¨ªn inform¨® a la c¨²pula del sindicato, Garc¨ªa cont¨® lo sucedido de inmediato en una asamblea de estibadores: ¡°Frente a los 2.000 asistentes que hab¨ªa, empec¨¦ a cantar los domicilios de los implicados, d¨®nde pod¨ªan encontrar a sus mujeres, a qu¨¦ colegio iban sus hijos y dije que si nos pasaba algo, todo estaba permitido¡±. Garc¨ªa asegura que la primera acci¨®n fue una movilizaci¨®n frente a la vivienda de Guillermo Trueba, directivo de Ceosa. Trueba resid¨ªa en la calle D¨¦u i Mata, en Les Corts. Ernest Guti¨¦rrez, estibador jubilado aunque hoy todav¨ªa activo en la Organizaci¨®n de Estibadores Portuarios de Barcelona (OEPB), viv¨ªa por entonces en D¨¦u i Mata. No particip¨® en la protesta , pero s¨ª recuerda que la calle apareci¨® llena de pintadas contra Trueba. Guti¨¦rrez confirma que en el sindicato se habl¨® de los marselleses, aunque ¨¦l es esc¨¦ptico: ¡°Todo lo que no veo me suena a aventuras del TBO. Quien tenga pruebas, que las ponga encima de la mesa. En aquellos tiempos el verdadero problema era la extrema derecha. ?bamos con pies de plomo porque la patronal los contrataba para sabotearnos¡±, rememora Guti¨¦rrez.
El peligro de la extrema derecha
Josep Puig, estibador jubilado y compa?ero de Guti¨¦rrez, tambi¨¦n destaca que el peligro eran los miembros de Fuerza Nueva que las empresas introduc¨ªan para sustituir a los huelguistas. Una informaci¨®n del diario ABC de diciembre de 1980 apuntaba que ¡°los nuevos estibadores iban armados con palos y cuchillos en actitud amenazante¡±. Una edici¨®n de la revista de Fuerza Nueva de abril de 1981 propon¨ªa intervenir en los puertos del Estado para frenar un supuesto plan sovi¨¦tico que buscaba sabotear la econom¨ªa espa?ola. Puig corrobora que Garc¨ªa, durante los meses de protestas, iba escoltado por dos veteranos anarquistas armados con pistolas. Garc¨ªa dice que en cuatro ocasiones la ultraderecha hiri¨® con arma de fuego a estibadores, aunque admite que ellos tampoco se quedaban cortos: ¡°Ten¨ªamos a gente de campo, de Granada, que eran muy buenos disparando con hondas piedras que recog¨ªan en Montju?c¡±.
Puig asegura que el reclutamiento de matones entre la extrema derecha se repiti¨® en las huelgas de 1986, como m¨ªnimo por parte de la naviera Contenemar. Contenemar era una de las involucradas en la negociaci¨®n con la mafia marsellesa, seg¨²n Garc¨ªa. Josep Puig, a diferencia de Guti¨¦rrez, s¨ª cree que aquello se produjo. ¡°Recuerdo aquella asamblea en la que Juli¨¢n explic¨® lo que hab¨ªa pasado, aunque no detall¨® de d¨®nde proced¨ªa la informaci¨®n¡±, a?ade Puig.
Garc¨ªa recuper¨® en 1988 la memoria de aquel incidente durante una reuni¨®n de negociaci¨®n del convenio colectivo auspiciada por el entonces presidente del Puerto de Barcelona, Josep Munn¨¦. Garc¨ªa, en un momento tenso, increp¨® a dos de los presentes por haber contactado siete a?os antes con los sicarios: seg¨²n su relato, eran el representante de Contenemar Juan Luis Garc¨ªa Gavira y Eduardo Cortada, que en 1981 era directivo de la naviera Suardiaz y presidente de la patronal de Empresas de Estibadores de Barcelona. Cortada fue hasta 2014 presidente de Creuers del Port de Barcelona, sociedad que gestiona las terminales de cruceristas. Creuers de Barcelona no ha podido facilitar a EL PA?S el contacto de Cortada. Garc¨ªa explica que la discusi¨®n se inici¨® a ra¨ªz de una provocaci¨®n de uno de los representantes de las empresas, Santiago Bassols, actualmente director de la sociedad Barcelona Centro Log¨ªstico. ¡°El Rubio de oro¡±, dice Garc¨ªa refiri¨¦ndose al mote que pusieron en el sindicato a Bassols, ¡°insist¨ªa en que farole¨¢bamos, que en verdad estibadores y patronal nos llev¨¢bamos la mar de bien. Yo me hart¨¦ y le dije, se?alando a Cortada y a Garc¨ªa Gavira: ?Este y ese en 1981 quisieron matarme contratando a unos marselleses; o sea, que de compadreo, nada?¡±. Bassols no ha respondido a las preguntas de este diario. Munn¨¦, hoy presidente de la gestora del World Trade Center de Barcelona, afirma que ¡°no tener ning¨²n recuerdo de este hecho¡±. Puig confirma que tuvo en aquel momento, en 1988, constancia de lo que hab¨ªa pasado de la reuni¨®n: ¡°Por lo que me contaron, ninguno de los interpelados neg¨® la acusaci¨®n¡±.
Juli¨¢n Garc¨ªa, que lleg¨® a ser el m¨¢ximo dirigente del Consejo Internacional de Trabajadores Portuarios ¨Cel sindicato internacional de los estibadores¨C, vive hoy al margen de la estiba. En 2011 fue expulsado de la OEPB por incompatibilidad con sus negocios privados. Especialmente sensibles fueron sus relaciones empresariales con Jos¨¦ Mestre, el exdirector general de Tercat condenado a 9 a?os de prisi¨®n por narcotr¨¢fico. Pese a todo, Garc¨ªa asegura que los momentos m¨¢s duros fueron los de aquella huelga entre 1980 y 1982. Solo vivi¨® algo parecido cuando tuvo que plantar cara a ETA en el Puerto de Bilbao. Puig tambi¨¦n se acuerda de ello, aunque interrumpe la historia porque dice que le cansa hablar del lado oscuro del mundo portuario: ¡°Los de aquella ¨¦poca somos muy reticentes a hablar de estas cosas. El puerto es muy desconocido y siempre se destaca lo negativo¡±.
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