Las salas dan la nota
Los festivales en locales, donde m¨²sicos y p¨²blico se sienten m¨¢s cerca que en los grandes eventos, se han convertido en una se?a de identidad de la capital
La euforia que ha suscitado el Mad Cool, que se celebra en julio y hace semanas agot¨® las entradas, no solo se debe a su fastuoso cartel, sino a que la capital llevaba a?os reclamando un gran festival de m¨²sica. Un formato que no terminaba de cuajar por una explicaci¨®n sencilla: el h¨¢bitat natural de la m¨²sica capitalina son los festivales peque?os, los de medio aforo, los de salas.
No es f¨¢cil dar un n¨²mero concreto de locales de conciertos que operan hoy en Madrid por la burocracia ¡ªque se enmadeja con cada gobierno municipal¡ª. El World Cities Culture Forum, dedicado a la consultor¨ªa internacional del sector cultural, se aventura con un listado: la capital contaba en 2014 con 92 salas, muchas menos que las 320 de Londres o las 453 de Nueva York, aunque estas dos ciudades casi triplican su poblaci¨®n.
Adem¨¢s de programar conciertos con frecuencia, las salas sirven de alojo a las decenas de festivales que acontecen cada a?o en Madrid. ¡°En recintos cerrados las bandas se aprecian mejor¡±, opina Paco Fern¨¢ndez de Holy Cuervo, promotora del Get Mad, que programa m¨¢s de 30 bandas en tres salas del centro (26 y el 27 de mayo). ¡°Reivindicamos la sensaci¨®n de barrio y lo integramos en un festival. Aparte de la m¨²sica ofrecemos arte, gastronom¨ªa... y todo lo que ofrezcan los locales de barrio¡±. Es el ejemplo de un festival que no va a las calles, sino que sale de ellas.
El mismo apego al barrio aplica Villamanuela, que se celebra en octubre en locales de Malasa?a y alrededores. Cuidan el cartel de cada a?o con mimo. ¡°No tenemos mucho presupuesto, as¨ª que buscamos bandas internacionales que presentimos que tendr¨¢n mucho ¨¦xito a medio plazo¡±, explica Edu Garc¨ªa, de la promotora Giradiscos. Les ocurri¨® con los ingleses Sleaford Mods: ¡°Cerramos el trato por 400 euros, y cuando vinieron a tocar ya eran cabeza de cartel en muchos festivales y quintuplicaban su cach¨¦¡±, cuenta Garc¨ªa. Opina que las salas en Madrid est¨¢n menos profesionalizadas que en Barcelona, pero lo ve como una ventaja: ¡°Los promotores j¨®venes tienen m¨¢s espacio¡±. Y pone un ejemplo: ¡°El Caf¨¦ de Berl¨ªn cerr¨®, pero enseguida lo movieron a otro sitio y nueva gente program¨® su m¨²sica, para un aforo mayor. Hay movimiento¡±.
Eso no significa que la relaci¨®n entre las salas y los promotores sea id¨ªlica. ¡°Muchas veces traemos a artistas extranjeros que apenas pueden tocar media hora, porque a partir de las once quieren convertirse en un local de copas, que les da m¨¢s dinero¡±, dice Rub¨¦n Scaramuzzino, programador de D¨ªas N¨®rdicos, especializado en m¨²sicos escandinavos. ¡°A mucha salas no les gustan los festivales¡±, a?ade Garc¨ªa, ¡°porque la gente va de una a otra para ver los conciertos, y se toman la lata de cerveza por la calle. No consumen. Hay locales que me han amenazado con cobrarme 2.000 euros m¨¢s por cada media hora que se prolongara un concierto¡±.
Uno de los propietarios de la Moby Dick, Alberto Delgado, explica: ¡°Una sala de conciertos es una carrera de obst¨¢culos. El Ayuntamiento no pone facilidades, cada vez son m¨¢s estrictos con los horarios y permisos. Vivir de esto es complicado¡±. El organizador del festival Madrid es Negro, Fernando Roqueta, da con el punto medio: ¡°A veces no hay presupuesto para dise?ar un cartel a tu medida, y hay que aprovechar a los m¨²sicos que est¨¢n de gira por el pa¨ªs. Las salas permiten traerlos y juntarlos en un festival. En nuestro caso, estrellas internacionales del jazz y el blues. De otra manera, el p¨²blico no podr¨ªa disfrutarlos¡±.
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