Un paseo por la letra peque?a del cartel
Miguel, Mishima y Annette Peacock marcan el inicio del Primavera Sound
Todos los abonos y todas las entradas est¨¢n vendidas, pero a primera hora de la tarde de ayer todav¨ªa no hab¨ªa colas a las barras, se pod¨ªa merendar en la zona de restauraci¨®n y la lengua de hierba situada ante uno de los escenarios centrales no hac¨ªa pensar todav¨ªa en una colonia de leones marinos solaz¨¢ndose bajo el sol de una playa austral. Despu¨¦s llegar¨ªa la fresca, pero el presente en estas primeras horas de calor lo marcaron artistas sin nombre rutilante como Anette Peacock, Mishima y Miguel, las propuestas m¨¢s relevantes de las horas humildes del festival.
Para ver a la pianista y compositora norteamericana era preciso atreverse a entrar en el Auditori, donde literalmente cegaba la oscuridad, absoluta, inmovilizante. Mejor permanecer est¨¢tico hasta que la vista se hac¨ªa al lugar. La m¨²sica de la veterana Anette Peacock, que hizo su nombre en los campos de la m¨²sica experimental entre las d¨¦cadas de los sesenta y setenta, cuadraba con la situaci¨®n, basculando entre la incomodidad vanguardista, el jazz-rock, el jazz sin reglas y el spoken word pautado por ritmos pregrabados. Dotada de una voz suave que jugaba con las notas altas, las disonancias y las melod¨ªas inaprensibles, Peacock, en solitario en escena, ofrec¨ªa refugio anguloso, ese que pasm¨® a artistas como David Bowie o Brian Eno. La intimidad del Auditori le fue que ni pintado.
Como a Mishima le convino la luz del sol. Esta banda de pop confesional, que hace del amor no embobado y del hacerse mayor gu¨ªas de sus letras, actuaron presentado su ¨²ltimo disco Ara i res, el octavo de su carrera. Mishima es una de las bandas favoritas de la franja catalana del p¨²blico que forma el cogollo del festival, personas que a¨²n retienen cierto olor a juventud pero que ya comienzan a sentir como un recuerdo esa misma fragancia. Quiz¨¢s por ello, en Tot torna a comen?ar, primer tema de su concierto, dicen ¡°este naufragio que es la memoria¡±, una frase cargada de sentido cuando el calendario pasa.
Con todo, nada de ensimismamiento apabullado, pues el grupo es capaz de enhebrar luminosas melod¨ªas que cabalgan sobre ritmos trotones estampando alegr¨ªa en quien los escucha. No en todos, claro, un escoc¨¦s pas¨® delante del escenario enarbolando su bandera en un junco, y en el escenario, donde sonaban perlas pop como Mai m¨¦s o Qui m¨¦s estima, podr¨ªa estar Massiel que ¨¦l hubiese hecho el mismo caso.
El ¨²ltimo rey de la terna fue Miguel, californiano hijo de mejicano y africana, un verdadero mil leches, protagonista de un concierto vibrante donde el funk, el soul, el rock, el rhythm and blues y los ritmos retumbantes ti?eron de negro el atardecer. Puro vigor escupido por una voz dotada y flexible y por una apabullante y gimn¨¢stica presencia esc¨¦nica. Represent¨® el primer chute de m¨²sica negra en el Primavera, esa m¨²sica, puede que de las pocas, que es capaz de aunar potencia y sensualidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.