Batman, patr¨®n de periodistas
Cada lectura sobre el superh¨¦roe y el Joker, su reverso, me despe?a por met¨¢foras sobre la oscuridad del oficio
Estaba la exquisita soir¨¦e Perec por la publicaci¨®n de L¡¯Eclipsi (novela sin e alguna; en catal¨¢n, sin a, en L¡¯Aven?), pero me fui a la de Batman mola m¨¢s que t¨², de Arturo Gonz¨¢lez-Campos y Juan G¨®mez-Jurado (Timun Mas). Quiz¨¢ signo de los tiempos; sin duda, radiograf¨ªa freudiana de los m¨ªos. Intent¨¦ autojustificarme: Bruce Wayne es el sexto personaje de ficci¨®n m¨¢s rico del mundo, seg¨²n Forbes (6.500 millones de d¨®lares); rico amnistiable: s¨®lo la coquilla de Klevar Normex le cuesta mil d¨®lares cada vez que intentan reventarle los genitales; la capa con tejido de memoria, 40.000; el Batm¨®vil Tumbler, 18 millones¡ Y, adem¨¢s, est¨¢ la supermansi¨®n y la batcueva, el salario del fiel Alfred¡ Total, unos 700 millones de d¨®lares anuales en gastos de superh¨¦roe para hacer el bien. ?Iluso! ?Se requiere hoy coartada cultural? Pues hasta Warhol fue fan del hombre-murci¨¦lago (ah¨ª est¨¢ su pel¨ªcula Batman Dr¨¢cula) y Tarantino le homenajea con los dos dedos que Travolta y la Thurman deslizan ante sus ojos en el baile de Pulp Fiction, gui?o a una danza watusi de la televisiva serie cutre Batman de los pop 60.
Camino de la librer¨ªa Gigamesh, coraz¨®n del barrio friki de Barcelona, viendo la figura del alado en los meandros modernistas de los balcones como Greg Capullo lo dibuj¨® sobre una g¨¢rgola, respiro Gotham, ciudad del mal donde mora el adalid del bien. Voy con el esp¨ªritu de un ronin, samur¨¢i errante sin se?or del periodismo a quien servir ya, dispuesto al pen¨²ltimo corte en las tripas de mi seppuku profesional, antes dolorosa muerte que caer, cobarde, prisionero de followers, nanosegundos, tuits y otros arcabuces electr¨®nicos. Porque resulta que ese libro de Batman surgi¨® de un podcast del 19 de diciembre de 2014 (Wayne naci¨® un 19, de febrero). Y ¨¦ste, de las t¨ªpicas y desmadradas charlas nocturnas de unos amigos, ahora ya cuatro: el autor de best-sellers G¨®mez-Jurado, el monologuista Gonz¨¢lez-Campos, el cineasta Rodrigo Cort¨¦s (Buried) y Javier Cansado (de Faemino y Cansado). ?Y colgar en la Red esas citas cerveceras no exentas de sapiencia, pero envueltas en un estudiado batiburrillo entre Groucho Marx y Mari Carmen y sus mu?ecos? Pues de ah¨ª han salido ya 28 programas: cuatro millones de descargas en iTunes, iVoox¡ Un ¨¦xito tal que ahora, una vez al mes, charlan ya ante p¨²blico en Madrid.
Los autores miran a menudo muy a la derecha de su auditorio, medio centenar de personas que van desde una enfundada en sacr¨ªlega camiseta marr¨®n con un Batman en letras gore (??) a otra que parece tatuada ella sobre un tatuaje: no hay piel libre. Mucho murci¨¦lago, claro. Nadie pregunta, pero tampoco lo requieren los ponentes: enlazan con facilidad pasmosa una nimiedad tras otra, alguna efectista. ¡°Todo visto de frente es un cuadrado¡±, suelta G¨®mez-Jurado. ¡°Ponlo en Twitter y a ver qu¨¦ genera eso¡±, le reta Gonz¨¢lez-Campos, extravi¨¢ndose a su derecha. Visto: la presentaci¨®n se hace en streaming y la c¨¢mara est¨¢ escorada ah¨ª¡ Su colega tuitea, claro.
El discurso latente es que a esos que de peque?os les pegaban en el cole por raros, porque en el patio le¨ªan c¨®mics en vez de jugar a f¨²tbol, hoy triunfan, algunos son famosos y su cultura si no es mainstream poco le falta. La venganza friki. No lo dicen, pero es un poco la victoria de uno de los grandes enemigos de Batman, El Ping¨¹ino, ese Oswald bajo y regordete que caminaba mal y que su madre le obligaba a ir a clase con paraguas para proteger su piel blanquecina. S¨ª, algo s¨¦ de humillaciones escolares, ligadas al robo y circulaci¨®n clandestina de un peque?o diario ¨ªntimo de tapas azules y la desaparici¨®n de una caja de rotuladores el mismo d¨ªa de estrenarlos tras Reyes¡
El trauma infantil me desconecta de la presentaci¨®n de un libro mucho m¨¢s rico en ideas y datos de lo que sugieren formato y charla pa¡¯cu?aos. Ah¨ª est¨¢ ese Joker ¡ªel que Jack Nicholson s¨®lo acept¨® tras 60 millones de d¨®lares, cuando Frank Sinatra o Bill Murray estaban dispuestos a interpretarlo gratis, pero que siempre ser¨¢ ya el de los chasquidos con la lengua de Heath Ledger¡ª entendido como el fino reverso de Batman. Si nuestro h¨¦roe ha necesitado un trauma may¨²sculo (asesinato de sus padres ante su presencia a las 22.47 horas en un callej¨®n oscuro) o a?os para dominar 120 artes marciales para ser como es, Joker (risa torcida inspirada en la adaptaci¨®n de un relato de V¨ªctor Hugo sobre un malvado que deforma ni?os para venderlos en circos de monstruosidades) solo requiere ¡°un mal d¨ªa para serlo¡±, como dice ¨¦l mismo. La distancia entre el cuerdo y el loco es eso: el Joker, apenas un d¨ªa malo, encarnaci¨®n multicolor de la amenaza que significa dejar suelto al psic¨®pata que todos llevamos dentro; el Joker como la mente fr¨ªa que funciona, ay, perfectamente fr¨ªa en medio del p¨¢nico, amo del ¨²nico poder que triunfa en el universo: el caos¡
Cada lectura jokeriana me despe?a por met¨¢foras sobre el periodismo, como las de Harvey Dent, el de las dos caras: ?qu¨¦ fr¨¢gil es la moral cuando se aprieta en el lugar justo! Batman, falsa ant¨ªtesis de su adversario desde que Christopher Nolan redimi¨® al personaje en 2005 con su trilog¨ªa f¨ªlmica, tambi¨¦n me hunde en los males del oficio: carga con los pecados de Dent y todas las culpas ajenas como sacrificio; musculatura, capa e inventos insuficientes (¨¦l, superh¨¦roe sin superpoderes) para tanto mal; encarnaci¨®n del fracaso del cuerpo a cuerpo de lo decente contra tanta cosa indecente, empe?ado en evitar cr¨ªmenes que en el fondo ya se han cometido¡
Torturados como los de Wayne son mis pensamientos de regreso a la redacci¨®n, abandonada la contemplaci¨®n de la cola para firmar libros (¡°Tu cara me suena de Twitter, ?puede ser?¡±, lanza uno de los autores a un seguidor, en serio o en broma, no distingo) y entendiendo por qu¨¦ no me he hecho fan de Batman hasta lo de Nolan: s¨®lo se le puede comprender de adulto y desde la derrota¡ Pero, como ¨¦l, intento no desfallecer: en El regreso del caballero oscuro (1986), Frank Miller dibuja a Joker en un manicomio, casi en estado catat¨®nico, porque Batman se hab¨ªa prejubilado, luego no ten¨ªa oponente, raz¨®n de ser. Quiz¨¢, pues, imitar a Batman y dejarlo. O justo todo lo contrario. No s¨¦. O igual hacer de ¨¦l un acorde con los tiempos patr¨®n de los periodistas.
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