Las goleadas no son necesarias
Rajoy y el Partido Popular en su conjunto pueden tener la tentaci¨®n de ganarle al independentismo por goleada
Acabo de leer que algunas federaciones de f¨²tbol en categor¨ªa alevines e infantil procurar¨¢n que los equipos que participen en las respectivas ligas mantengan entre s¨ª una cierta igualdad competitiva. Se toma esta medida porque en un partido de alevines, hace unas semanas, un equipo le infligi¨® a su contrario la escandalosa cifra de 25 goles sin recibir ninguno en contra. O sea, 25 a cero. Una goleada en toda regla. Hay que reconocer que la cifra es para desmoralizar al m¨¢s optimista. Ese resultado, al leerlo en el diario, me hizo recordar un hecho parecido hace ya bastantes a?os. Mi hijo m¨¢s peque?o jugaba en los alevines de un equipo de tercera divisi¨®n. Un d¨ªa su equipo se enfrent¨® a otro de Badalona. No pas¨® ni un cuarto de hora cuando el resultado comenzaba a rozar la goleada. Al final fue tambi¨¦n de las dimensiones desalentadoras de la que cit¨¦ m¨¢s arriba. Mi hijo jugaba en el equipo derrotado. Recuerdo que los padres de los humillados pusieron el grito en el cielo. Buscaban culpables en todos menos en quienes nada pudieron hacer para impedir la debacle. Por suerte nadie os¨® argumentar que lo importante era participar y que perder era lo de menos. Nadie lo hubiera cre¨ªdo. Cuando tu hijo juega a lo que juegue, quieres que se lo pase bien. Y si pierde, el mundo no se acaba, siempre y cuando no se resignen a perder siempre por 25 a cero. Si se diera esa circunstancia, es obvio que habr¨ªa que comenzar a tomar alguna medida. En el equipo de mi hijo tales medidas fueron individuales. Como el futuro se presentaba tirando a desesperanzador, el equipo en pocas semanas se deshizo. Cuando a Johan Cruyff le preguntaban si prefer¨ªa perder tres a cero que hacerlo cinco a cuatro, ¨¦l contestaba que puestos a perder prefer¨ªa hacerlo solo por un gol. Al final todo se reduce a evitar la sensaci¨®n de que han pasado por encima de ti.
La apelaci¨®n a hacer posible que en el f¨²tbol infantil se equiparen los equipos con el noble y pedag¨®gico prop¨®sito de que no cunda la sensaci¨®n de abuso, me parece muy certera. Eso ense?a que ganar no tiene que significar necesariamente la humillaci¨®n del contrario. En La rendici¨®n de Breda, el c¨¦lebre cuadro de Diego Vel¨¢zquez, el ganador de la batalla nunca transmite la idea de un vencedor inapelable y falto de piedad. Recordemos la composici¨®n central del genial cuadro. Justino de Nassau hace el gesto de arrodillarse ante el general Sp¨ªnola cuando le entrega las llaves de la ciudad rendida. ?ste casi intenta disimular que es el militar vencedor. Dicho de otra manera m¨¢s prosaica, el general Sp¨ªnola intenta evitar la sensaci¨®n de goleada en el abatido militar derrotado. Por ejemplo: ?Hubiera sido igual la posguerra espa?ola despu¨¦s de la larga y cruenta Guerra Civil si en lugar del parte del ej¨¦rcito nacional de triste y cruel recuerdo hubiera sido otro sin tanto odio y desprecio? (¡°En el d¨ªa de hoy, cautivo y desarmado el ej¨¦rcito Rojo, han alcanzado las tropas nacionales, sus ¨²ltimos objetivos militares. La guerra ha terminado¡±). Todo el mundo sabe que en la batalla Waterloo, donde Napole¨®n Bonaparte perdi¨® su imperio, se registraron p¨¦rdidas humanas dantescas para la ¨¦poca y en muy pocas horas. Sin embargo, al general vencedor de esa batalla, lejos de redactar un texto de la magnitud casi vengativa del franquista, qued¨® inmortalizado con una frase que hoy le hubiera valido el premio Nobel de la paz: ¡°Salvo una batalla perdida, no hay nada m¨¢s triste que una batalla ganada¡±.
Al hilo de estas reflexiones, me ha sorprendido estos d¨ªas la apelaci¨®n a la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 de nuestra Constituci¨®n por parte del exvicepresidente Alfonso Guerra. Propone, dicho castizamente, que a los independentistas catalanes se les derrote por goleada. Algo as¨ª, supongo, que por 25 goles a cero. Alfonso Guerra siempre se vanaglori¨® de ser el experto en Antonio Machado del socialismo en el poder, profundo conocedor del poeta que nos record¨® que hay una Espa?a que alguna vez nos puede helar el coraz¨®n. Roguemos que Mariano Rajoy no se sienta moralmente apoyado a dar semejante paso. Si no lo hace, no estar¨¢ cediendo ante el independentismo. Estar¨¢ haciendo pol¨ªtica de estado. Rajoy y el Partido Popular en su conjunto pueden tener la tentaci¨®n de ganarle al independentismo por goleada. O asumir que tambi¨¦n los que no somos independentistas exigimos y necesitamos que el problema catal¨¢n comience a solucionarse de una vez por todas. Y sin necesidad de ninguna goleada humillante. Claro que Rajoy y compa?¨ªa tendr¨ªan que conocer el cuadro de Vel¨¢zquez y la frase de Wellington.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.