La Barcelona de Abu-Abulema
Abu-Abulema era el alias de Juan Cortada y Sala, pionero en este g¨¦nero period¨ªstico de l¨ªmites imprecisos, a medio camino entre el costumbrismo y la denuncia ciudadana
El pseud¨®nimo literario, que aparece en el t¨ªtulo de esta cr¨®nica, pertenec¨ªa a un periodista y escritor hoy olvidado, que fue uno de los inventores de la moderna cr¨®nica urbana. Abu-Abulema era el alias de Juan Cortada y Sala, pionero en este g¨¦nero period¨ªstico de l¨ªmites imprecisos, a medio camino entre el costumbrismo y la denuncia ciudadana. Un nuevo tipo de art¨ªculos de prensa, que se desarrollaron en paralelo a la expansi¨®n de las grandes ciudades, ayudando a fijar sus leyendas, y su inefable anecdotario.
Cortada estudi¨® Derecho, y a los 23 a?os era ayudante del fiscal del crimen, en la Audiencia de Barcelona. Aunque simultaneaba su trabajo con la literatura, escribiendo varias novelas hist¨®ricas, y traduciendo a George Sand o a Eugene Sue. Pero lo que hoy llama m¨¢s la atenci¨®n de su obra, es su condici¨®n de testigo de un tiempo convulso. As¨ª, por ejemplo, le encontramos, en el verano de 1835, en la plaza de toros del Tor¨ªn, el d¨ªa que comenz¨® la famosa bullanga que acab¨® con la quema de conventos y f¨¢bricas: ¡°La multitud acalorada ya corre sin freno, y durante la noche pega fuego a varios conventos, da muerte a algunos frailes, y la autoridad militar canoniza con su presencia ese esc¨¢ndalo¡±.
La condici¨®n testimonial de sus escritos es muy evidente en los art¨ªculos que public¨® en el Diario de Barcelona, bajo el seud¨®nimo de Abu-Abulema. A partir del 1 de octubre de 1838, aquel peri¨®dico empez¨® una nueva secci¨®n, llamada Variedades. Tres d¨ªas m¨¢s tarde, Cortada se incorporaba a ella con un art¨ªculo titulado Estoy por las reformas. En ¨¦l aparece uno de los t¨®picos de la cr¨®nica urbana, el de la ciudad como organismo en constante transformaci¨®n: ¡°Han desaparecido las enharinadas coletas, murieron las ricas casacas de seda, las hebillas de los zapatos se han fundido, el calz¨®n se pasea de incognito debajo de alguna sotana, y el sombrero apuntado ha venido a ser patrimonio exclusivo de alguaciles¡±.
Le siguieron algunos art¨ªculos cortos, como el que public¨® sobre las celebraciones de Todos los Santos y el precio de los panellets. M¨¢s interesante es el titulado ?Habr¨¢ bribones como estos!, una confesi¨®n sobre sus m¨¦todos. Cortada se ha sentado en un banco del paseo de la Explanada, al que describe como ¡°Un cuartel de inv¨¢lidos, porque estando los cojos, paral¨ªticos y ciegos, casi no queda otra figura entera que la m¨ªa¡±. Mientras lee un libro, dos mendigos se sientan a su lado. Uno de ellos, tras relatar su larga vida laboral, concluye: ¡°Yo estoy resuelto a no ser otra cosa que mendigo¡±. Y despu¨¦s enumera sus recursos para subsistir. Cada s¨¢bado iba a una serie de casas, donde le daban limosna, pues los ricos de aquellos a?os ten¨ªan mendigo particular. Cuenta, por ejemplo, que los pobres ayudaban a misa, a cambio de una moneda. O que iban a buscar las sobras de los hogares pudientes. Incluso, daba la ¡°enhorabuena¡± a quienes les hab¨ªa tocado una loter¨ªa, pues era costumbre corresponder con una propina.
El art¨ªculo m¨¢s famoso de Cortada fue aquel, en el que bautiz¨® un nuevo local sin nombre que se iba a abrir bajo los Porxos d¡¯en Xifr¨¦. La iniciativa tuvo ¨¦xito, y en otra cr¨®nica posterior escribe: ¡°Le¨ª tres letreros puestos en hermosas y grandes letras de oro sobre nueve cristales, repartidos en tres puertas, cada uno de los cuales letreros dice, ni m¨¢s ni menos, las siguientes palabras: Caf¨¦ de las Siete Puertas. He aqu¨ª, un pensamiento m¨ªo escrito con letras de oro¡±. En otro describe la relaci¨®n con sus lectores que, como a los modernos cronistas, le hacen toda clase de consultas. Le solicitan que las autoridades destinen fondos, para la limpieza del viejo puerto barcelon¨¦s. Una se?ora pregunta si era educado que, al salir de una casa, le cerrasen la puerta al llegar al primer escal¨®n. C¨®mo arreglar una biblioteca ¡°por poco dinero¡±, un ¡°remedio contra el mal humor¡±, el precio del baile de la Lonja, o una puerta mal cerrada en el teatro de Montesi¨®n, ¡°por donde entran resfriados y fr¨ªo¡±. Incluso hay una queja de un ciudadano, al que cada d¨ªa le robaban el cord¨®n de la campanilla de entrada a su domicilio, y Cortada le aconseja que no ponga nada, que ya le llamaran golpeando sobre la puerta o silbando.
Como todo periodista de miscel¨¢neas, siente el s¨ªndrome del autor serio, y decide escribir un art¨ªculo de fondo, sobre ¡°los ataques a la libertad nacional¡±, ¡°la uni¨®n de los partidos¡±, ¡°los defectos de nuestra patria¡±, o ¡°las riendas del gobierno¡±. Y acaba preguntando al lector: ¡°?Qu¨¦ tal? Este es mi art¨ªculo de fondo. ?Vale algo?¡±. Aunque pronto regresa a su estilo, con otro de los t¨®picos de la cr¨®nica, como son las leyendas urbanas, esta vez sobre la supuesta invenci¨®n barcelonesa de las fondas, llamadas as¨ª porque la Fonda de Santa Mar¨ªa se hallaba por debajo del nivel de la calle. ?l mismo reconoce que es una etimolog¨ªa discutible, pero afirma: ¡°No tengo inconveniente en acceder a los deseos de los barceloneses, que quieren hacer suya la gloria de su invenci¨®n¡±. Aunque describe estos negocios como lugares sucios y mal amueblados, donde sirven una comida mala, con ¡°un sabor particular, que ni es el de la salsa, ni el de las tajadas, es aquel sabor sui g¨¦neris, que es el sabor de fonda¡±. Y al final, como cambiando de tema, se?ala los malos olores que soportan los vecinos de la pescader¨ªa del mercado de la Boqueria.
Entre sus temas, las nuevas peluquer¨ªas de la Rambla, los sastres y los cambios en la indumentaria masculina, el primer daguerrotipo hecho en Catalu?a, o la visita a la ciudad de la futura reina Isabel II, para darse ba?os de mar. Describiendo c¨®mo le organizaron festejos, que incluyeron ¡°comparsas de valencianos¡± venidas de Valls, que era como se llamaba entonces a los castellers. Una completa descripci¨®n de la Barcelona de la ¨¦poca, que continuar¨ªa Bernab¨¦ Espeso, el cual rebautiz¨® la secci¨®n de Cortada como Cr¨®nica local de Barcelona. Los lejanos maestros de ¨¦ste que les habla.
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