Las leyendas hicieron de chavales
Aerosmith protagonizaron la despedida del Rock Fest con un concierto aseado y din¨¢mico
Cronistas de los a?os dorados del jazz atribuyen a Charlie Parker haber instigado involuntariamente el consumo de drogas, ya que otros m¨²sicos atribu¨ªan a la ingesta de estas sustancias el nivel de maestr¨ªa alcanzado por el genial saxofonista. Mucho ojo con Steven Tyler y Joe Perry, lanzados a tumba abierta hacia los setenta pero mostrando un estado de forma ins¨®lito en se?ores de tal edad y con tal historial de excesos a sus espaldas. Muchos ingenuos podr¨ªan pensar que lo que dio genialidad a Parker da longevidad y dinamismo f¨ªsico a los roqueros que cerraron al frente de su banda, Aerosmith, el Rock Fest. Vi¨¦ndolos corretear flexibles por escena podr¨ªa conjeturarse que eso de hacer de ¨¦sta una gira de despedida es una excusa para seguir en la brecha y que en pr¨®ximos a?os, donde dije adi¨®s digo hasta luego.
Rock Fest, el para¨ªso del amante del heavy en Santa Coloma de Gramanet, una especie de Waken dom¨¦stico. Ese fue el contexto. Algunos festivales son m¨¢s modernos, pero en el Rock Fest la tierra que pisoteada se hace polvo en suspensi¨®n con destino los pulmones, estaba cubierta por c¨¦sped artificial, como en el S¨®nar. Y las barras iban con moneda de curso legal, lo que evita al p¨²blico la doble cola: la del canje de dinero y la posterior de la barra. Ambientazo absoluto de aficionados que se sienten orgullosos de serlo y lo proclaman con sus negras camisetas de huesos y monstruos. Poco fan no heavy de Aerosmith, a lo sumo alguna pareja pija despistada, am¨¦n de extranjeros de cierta edad que en pareja o en grupo se sumaban a la fiesta. Y su cierre con Aerosmmith, algo as¨ª como una pel¨ªcula de acci¨®n a la que no se pide m¨¢s que diversi¨®n y tortas. Para lo otro, profundidad, pertinencia y tensi¨®n, hay otro tipo de filmes. Quien no se divirti¨® era porque buscaba a Truffaut en una pel¨ªcula titulada La en¨¦sima jungla de cristal: el retorno.
Repertorio de ¨¦xitos. Vestuario estrella del rock setentero, en particular el de Tyler, todo boca recogida hacia las orejas, melenas tiz¨®n con estrat¨¦gica mecha plateada y una combinaci¨®n de colores, prendas y abalorios que cegar¨ªan a un senegal¨¦s y congelan en la boca la palabra abuelo. Tyler, algo m¨¢s sobrio, era el que repart¨ªa las tortas, v¨¦ase solos y poses de guitar-hero, mientras que el resto del grupo, pese a ir vestidos m¨¢s modositos, parec¨ªan m¨¢s disfrazados que ataviados. Se ha de reconocer que a Tyler y Perry les cuadra su vestuario, rid¨ªculo en la mayor parte de hombres de su edad. ?M¨²sica?, bien, pero sin alardes: un ¨¦xito tras otro con incrustaci¨®n de versiones ¨CFleetwood Mac, Sanghri-Las, Beatles-, tocados con solvencia y profesionalidad. Volumen contenido, espect¨¢culo sencillo y traca final con la pareja protagonista subida a un piano blanco, como Jimie Cullum pero con casi setenta tacos. La aventura de verdad llegar¨ªa luego, pues el Rock Fest s¨®lo comunica con el para¨ªso heavy, donde no hace falta ni metro, ni taxis, ni autobuses, al fin y al cabo necesidades prosaicas. ?Qui¨¦n tiene prisa por volver a la tierra?
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