El m¨²sculo inesperado
La voz de Ultravox repasa su legado con un br¨ªo y vigor superiores a los que record¨¢bamos de sus a?os de gloria
¡°Ha pasado demasiado tiempo desde la ¨²ltima vez que estuve en Madrid. Como vuelva a tardar tanto me habr¨¦ muerto¡±. En efecto, Midge Ure (63 a?os) es un cl¨¢sico incuestionable de los ochenta y se hac¨ªa raro, en una d¨¦cada tan rememorada ahora, que le tuvi¨¦ramos perdida la pista. El s¨¢bado, en una sala Arena con la planta baja a rebosar, se reivindic¨® en primera persona como el creador de himnos enf¨¢ticos y pomposos que siempre fue. Pero exhibiendo un m¨²sculo aguerrido y hasta inesperado, feroz siempre con su guitarra el¨¦ctrica, nada temeroso de pisar el acelerador cuando procediera.
Su trabajo al frente de Ultravox sirvi¨®, inevitable y merecidamente, como hilo conductor de toda la sesi¨®n. ¡°Esta canci¨®n la escrib¨ª para el disco Vienna. No s¨¦ si habr¨¢ en la sala alguien tan viejo como para recordarla¡±, advirti¨® con humor antes de atacar Passing strangers. Iron¨ªas escocesas: era evidente que unos cuantos de los presentes conservaban en casa el vinilo original de 1980, una de esas obras capitales para los cimientos de los Nuevos Rom¨¢nticos.
Envalentonado como estuvo toda la noche, una parte de la sala desatendi¨® Breathe, su mayor ¨¦xito en solitario, que resultaba sentimental en contraste con clasicos como One small day o la casi col¨¦rica All stood still. Quiz¨¢ haya algo de placer culpable en la m¨²sica de Ultravox, igual que en la de coet¨¢neos como Simple Minds o Visage (Ure recuper¨® Fade to grey, que les escribi¨® y produjo ¨¦l). Pero, al margen de tics y excesos, es dif¨ªcil negarle la excelencia ¨¦pica a la propia Vienna, tan solemne, manierista y coreada. Y a ese doblete para los bises, Hymn y Dancing with tears in my eyes, canciones que arrancan en estribillo y que, en consecuencia, son casi imposibles de tararear sin el pu?o en alto.
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