Danzando hasta el ¨²ltimo suspiro
El paname?o Rub¨¦n Blades, voz y verbo, fascina en la gira de adi¨®s a la salsa rodeado de amigos
¡°Yo soy de all¨ª; de San Felipe, Panam¨¢. Y esta noche toco en Madrid¡±. Como cualificad¨ªsimo salsero, al ilustre Rub¨¦n Blades Bellido de Luna le encanta improvisar algunos versos en sus retah¨ªlas. Y no esper¨® m¨¢s all¨¢ de la canci¨®n inaugural, Las calles, para ponernos en situaci¨®n, por si alguno anduviera despistado. A eso se le llama arte natural. O magisterio prolongado. O, por encima de todo, empat¨ªa. As¨ª result¨® la extensa velada con el paname?o: no solo propicia para la danza, que ser¨ªa f¨¢cil pron¨®stico, sino tambi¨¦n para la complicidad. Para la amenidad cantada y contada. La voz y el verbo. Porque sus an¨¦cdotas junto a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, del que adapt¨® algunos relatos para un disco en su d¨ªa incomprendido, resultaron tan encantadoras como no pocas de sus composiciones.
Siempre son tristes las despedidas, pero don Rub¨¦n se ha encargado de que la suya no lo parezca. Entre otras cosas, porque no constituye un sonoro portazo, sino un ¡°ya veremos¡±, a sabiendas de que a¨²n puede dar unas cuantas vueltas la vida. Y porque casi no cont¨¢bamos con una visita postrera, este Caminando, adi¨®s y gracias que este lunes pas¨® por las Noches del Bot¨¢nico complutenses con energ¨ªa arrolladora, tal que si nuestro personaje no hubiera soplado en la v¨ªspera la respetable cifra de 69 velitas cumplea?eras.
Un total de 3.337 pares de retinas pueden atestiguar que la veteran¨ªa no le ha menguado el porte al hombre del sombrero. Tampoco, y esto a¨²n importa m¨¢s, le ha puesto sordina a su garganta. Blades puede que aceptara a rega?adientes esta gira como colof¨®n de casi medio siglo salseando, quiz¨¢s porque los tipos brillantes sean poco dados a solemnidades y protocolos. Pero la explanada, libre esta vez de sillas, se convirti¨® en un dulce revoltijo de cinturas en ebullici¨®n mientras el grader¨ªo miraba de soslayo. Como si el ardor le ganara esta vez la batalla a la comodidad.
Y eso que el Poeta de la Salsa nunca abon¨® el bailoteo evidente, sino el sustancioso: nadie en el g¨¦nero ha escrito sobre el efecto de los divorcios en los cr¨ªos (Cuentas del alma) o sobre El cazanguero, el hombre que espantaba a las aves en el penal de la hoy paradis¨ªaca isla de Coiba.
El antiguo ministro de Turismo y te¨®rico presidenciable paname?o de aqu¨ª a un par de a?os atesora una avalancha de proyectos en la rec¨¢mara (jazz, Cuba, Brasil, reggae¡) a los que ni ¨¦l mismo sabe cu¨¢ndo ni c¨®mo dar salida. Pero en la noche del lunes no proced¨ªan las emociones futuribles, sino las realidades intensamente disfrutables. ¡°Rub¨¦n, no te vayas¡±, le espet¨® Coque Malla antes de abordar, junto a Jorge Drexler, una emotiva lectura sobre ese ¡°hijo de la miseria y del hambre¡± llamado Pablo Pueblo. Y el jard¨ªn casi al completo bram¨® luego con Prohibido olvidar, valiente manifiesto contra las dictaduras rematado con un ¡°?Arriba, Venezuela!¡±.
Puede que no regrese el Blades de Pedro Navaja, que lleg¨® casi al final. Por lo que pueda suceder, el paname?o y su escuder¨ªa, con apabullante sexteto de metales incluido, nos procuraron esta vez un inequ¨ªvoco y ecl¨¦ctico fest¨ªn.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.