En las entra?as y el drama de una familia
El piso-museo de la Casa Mil¨¤ acoge 'Ventura', una historia sobre la irrevocabilidad de las decisiones, en el marco del Grec
Entrar en un piso de la Pedrera, semicircular, sinuoso, gaudiniano a m¨¢s no poder, ya es un lujo. Si encima ese piso acoge una obra de teatro y convierte a la veintena larga de espectadores en voyeurs, en esp¨ªas, en fantasmas, la visita gana en matices culturales. Es lo que pasa en Ventura la obra de teatro que, en el marco del Grec, podemos ver en el piso-mueso de la Casa Mil¨¤. La pieza, cercana (por fuerza) y misteriosa, se estren¨® en el festival Temporada Alta en 2015 y, tras m¨¢s de un centenar de bolos, recala en Barcelona. ¡°La obra fue a m¨¢s desde el primer d¨ªa, hemos de admitir que no nos esper¨¢bamos el ¨¦xito que ha tenido¡±, coinciden en destacar los dos actores, Meritxell Yanes y David Planas.
Ventura es un ni?o despreocupado y feliz con una gemela, es un anciano cascarrabias, es un joven tullido cuidado por su hermana... Ventura es dos historias, la que fue y la que pudo ser y (a lo mejor) no fue. Porque esta obra escarba en la importancia y la irrevocabilidad de las decisiones, por muy intrascendentes que estas parezcan. Decisiones calve en nuestras vidas que pueden responder al simple azar (mancharse o no mancharse un vestido) o a una acci¨®n dura y meditad¨ªsima, como abandonar a los propios hijos.
Ventura juega con el azar, con la ventura. La acci¨®n viene administrada en desorden, para hacer pensar al espectador, para que no pierda detalle en ning¨²n momento: detalles como el tel¨¦fono de disco en una escena, la vestimenta m¨¢s o menos pasada de moda en otras, luego la llegada de internet, y hasta la referencia al pueblo en el que ¡°mandan los de la CUP¡±¡ nos ubican temporalmente en esta narraci¨®n que nos pasea desde la actualidad a los a?os de la dictadura. Los dos int¨¦rpretes se desdoblan (un cambio de camisa, una gorra, una cojera, un ceceo) en muchos personajes de distintas generaciones de una misma familia.
La obra transcurre en tres espacios que el p¨²blico recorre discretamente guiado por los propios personajes ("D¨¦jame dormir y ll¨¦vate a estos fantasmas, por favor", le dice, mirando por una vez a los espectadores, la anciana Mar¨ªa a su hijo reencontrado al cabo de toda una vida). Ni el m¨¢s m¨ªnimo gesto, mueca o carraspeo escapa a la vista o al o¨ªdo de los visitantes, que ocupan sucesivamente una habitaci¨®n en la que un hombre visita a su octogenaria madre, de la que no ha tenido noticias en toda su vida; una sala en la que una pareja cuida a dos beb¨¦s y se plantea decisiones terribles; y un comedor, por donde pasa ahora una mujer adicta al alcohol, ahora dos gemelos dispuestos a celebrar su d¨¦cimo cumple?os, ahora una mujer que viene de Londres a visitar a su hermano...
La gracia del texto est¨¢ en que obliga a ir atando cabos hasta comprender que hay un punto de inflexi¨®n, un punto en el cual la historia de desdobla. Cristina Clemente, la autora, en un principio concibi¨® el texto ordenado cronol¨®gicamente, pero el director y los actores la convencieron para alterarlo: ¡°Se ve¨ªa enseguida d¨®nde estaba el truco y quer¨ªamos hacer pensar al espectador¡±, explica el director, V¨ªctor Mu?oz.
La gracia del montaje est¨¢ la cercan¨ªa. En Barcelona, el espacio de la Pedrera, cargado con todos los elementos decorativos modernistas, juega el mismo papel que la antigua f¨¢brica noucentista de Celr¨¤ (Giron¨¨s), donde se estren¨® y donde, de hecho, viven los actores con sus dos hijos. ¡°Es la casa Pagans, y nosotros vivimos en la buhardilla, hasta que alguien la compre y nos eche, porque est¨¢ en venta¡±, explica Planas. La obra, con la colaboraci¨®n de vecinos (¡°Sergi, el de los embutidos, se port¨® magn¨ªficamente suministrando productos de la casa¡±, recuerdan) se represent¨® en la planta noble del edificio, donde no vive nadie, porque meter a tanta gente en la buhardilla no era seguro. Planas y Yanes se han amoldado a m¨²ltiples espacios y han jugado, incluso, con la improvisaci¨®n: ¡°En una casa de pay¨¦s en Porqueres (Pla de l'Estany) la familia que viv¨ªa estuvo presente durante las representaciones¡±, recuerda la actriz. Ventura tambi¨¦n se ha adaptado a un hotel, en Lloret de Mar, o a un teatro, como la sala Trono de Tarragona.
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