Met¨¢foras, lenguaje, ciencia y sesgos de g¨¦nero
Necesitamos desmontar met¨¢foras sexistas que, adem¨¢s de inexactas, proyectan una imagen decimon¨®nica y no igualitaria de los seres humanos
L[...]os estudios de Ciencia Cognitiva muestran que la met¨¢fora forma parte de nuestra estructura mental; los humanos tenemos un pensamiento esencialmente metaf¨®rico que nos permite aprehender una realidad o un concepto nuevos al ponerlo en relaci¨®n metaf¨®rica (asociaci¨®n) con un dominio mental que nos resulta conocido.
Lakoff ha puesto de manifiesto no solo la enorme productividad de las met¨¢foras en nuestro lenguaje de cada d¨ªa, sino tambi¨¦n de qu¨¦ modo tan consistente funcionan en nuestra percepci¨®n de la realidad. La met¨¢fora crea un escenario familiar para el lector y act¨²a como centro de la organizaci¨®n de toda la expresi¨®n ling¨¹¨ªstica. Es decir, las expresiones ling¨¹¨ªsticas con las que nos referimos a esa realidad son coherentes con la met¨¢fora de base. As¨ª, la met¨¢fora por la cual conceptualizamos la econom¨ªa como un ser animado que sufre enfermedades y cambios de estado de ¨¢nimo explica que nos refiramos a los fen¨®menos econ¨®micos en t¨¦rminos tales como ¡°condiciones depresivas¡±, ¡°par¨¢lisis del sistema financiero¡±, ¡°fase de convalecencia recesiva¡±, ¡°desconfianza enfermiza de los mercados¡± o ¡°pulso m¨ªnimo de la demanda interna¡±, por ejemplo. Como se ve, la met¨¢fora b¨¢sica ¡°la econom¨ªa es un organismo vivo enfermo¡± dota de sentido todos estos enunciados, que, claro est¨¢, constituyen una perspectiva muy determinada sobre la actividad econ¨®mica, en la que, por ejemplo, la ¨²ltima crisis europea aparece conceptualizada como una ¡°dolencia¡± de la que sufren algunos ¡°pa¨ªses contagiados¡± por el ¡°virus¡± de las primas de riesgo desbocadas. En esta met¨¢fora no hay culpables ni responsables del desplome de las econom¨ªas nacionales; est¨¢n desaparecidos. Lo que hay en su lugar es ¡°virus¡±.
La met¨¢fora determina, pues, la manera como percibimos el mundo; y puesto que constituye una parte fundamental de nuestro sistema conceptual, la encontramos en la construcci¨®n discursiva de todo tipo de ¨¢mbitos de la vida. Tambi¨¦n, y con menci¨®n especial, en el cient¨ªfico. La divulgaci¨®n de la ciencia est¨¢ plagada de met¨¢foras que nos permiten, especialmente a los no expertos, interpretar el funcionamiento de una realidad muy compleja. As¨ª, el ¨¢tomo se describe como un sistema solar en miniatura, con un n¨²cleo que ejerce las funciones de sol, y una serie de part¨ªculas (los electrones) describiendo ¨®rbitas a su alrededor; o, actualmente, el ADN se concibe como un lenguaje de programaci¨®n. Cada una de estas met¨¢foras conlleva, claro est¨¢, desarrollos te¨®ricos muy diferentes y mundos culturales distintos.
Sin embargo, un aspecto que ha sido escasamente analizado hasta el momento es el de hasta qu¨¦ punto las met¨¢foras a trav¨¦s de las cuales interpretamos la ciencia est¨¢n marcadas por (oscuros) sesgos de g¨¦nero. Helena Arlequino, brillante bi¨®loga molecular y divulgadora del grupo Big Van, me hace llegar varios trabajos internacionales que muestran los profundos y enraizados sesgos de g¨¦nero que subyacen en las met¨¢foras que se utilizan para describir la fecundaci¨®n. Todos hemos le¨ªdo o visualizado la met¨¢fora en la que en¨¦rgicos y valientes espermatozoides se desplazan aguerridos por la vagina hasta alcanzar un ¨®vulo y fecundarlo.
En un art¨ªculo de Chicago Journals, una investigadora de la universidad John Hopkins analiza con detalle la expresi¨®n ling¨¹¨ªstica de esa met¨¢fora e identifica expresiones ling¨¹¨ªsticas coherentes con ella. As¨ª, el esperma es calificado ¡°activo¡±, ¡°veloz¡±, ¡°viajero¡±, ¡°aerodin¨¢mico¡±, con ¡°fuerte cola¡±, ¡°impulsando el semen con energ¨ªa¡±, ¡°penetrando el ¨®vulo¡±. Paralelamente, el ¨®vulo se conceptualiza de manera pasiva, ¡°es transportado¡± o ¡°barrido¡±, o bien ¡°va a la deriva a trav¨¦s de la trompa de Falopio¡±, ¡°espera¡±. ?Les suena? Es bastante probable: la versi¨®n cient¨ªfica del cuento de La Bella Durmiente.
Lo m¨¢s significativo es que los hallazgos recientes en biolog¨ªa demuestran que esta imagen resulta ya caduca y no refleja la realidad, en la que la fecundaci¨®n constituye un trabajo activo y conjunto de ¨®vulo y esperma ya que, entre otros factores, es la activa capacidad de adherencia (o pegajosidad) del ¨®vulo la que facilita la llegada del esperma. Lo datos ya han sido revelados; sin embargo, todav¨ªa no han sido convenientemente metaforizados y, en consecuencia, la interpretaci¨®n de la fecundaci¨®n como una imagen diferente a la del cuento de Disney todav¨ªa no ha llegado a la ciudadan¨ªa.
Como ven, necesitamos desmontar met¨¢foras sexistas que, adem¨¢s de inexactas cient¨ªficamente, proyectan una imagen decimon¨®nica y no igualitaria de los seres humanos.
Estrella Montol¨ªo es catedr¨¢tica de Lengua Espa?ola en la UB.
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