El mejor sitio para meditar
Felipe II orden¨® levantar El Escorial para conmemorar la victoria en San Quint¨ªn

La risa de unos ni?os quiebra la serenidad. Corren alrededor de un laberinto de bojes suspendidos sobre un enorme talud de piedra al que llaman muro de los nichos por las hornacinas que la horadan. Felipe II levant¨® el Monasterio de El Escorial, una de las joyas del Renacimiento espa?ol, para conmemorar su victoria en la batalla de San Quint¨ªn el 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo. El gusto del monarca por la naturaleza hizo que el complejo se rodeara de jardines. Se erigen sobre un desnivel que contribuy¨® a que, durante su construcci¨®n, fuesen comparados con los jardines colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas de la Antig¨¹edad. Sin embargo, el espacio cambi¨® con la llegada de los Borbones.
El complejo se construy¨® entre 1563 y 1584 y en su dise?o intervinieron varios arquitectos. A pesar de haber trascendido como monasterio, este no es un lugar exclusivo de culto religioso. Tambi¨¦n incluye el palacio real, una biblioteca y un pante¨®n que custodiaron durante tres siglos los monjes jer¨®nimos. Desaparecieron con la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal, pero en 1885 volvieron, esta vez los agustinos, que siguen viviendo aqu¨ª. De hecho, el espacio verde principal recibe el nombre de Jard¨ªn de los Frailes porque desde ah¨ª se observan sus celdas. Lo describe en uno de sus libros Manuel de Aza?a, que estudi¨® aqu¨ª. La planta del monasterio asemeja una parrilla, lugar donde fue martirizado San Lorenzo, a quien est¨¢ dedicada la obra. Est¨¢ rodeada por los jardines, pero nada se sabe del arquitecto que los traz¨® porque no han trascendido planos. Quiz¨¢s ardieran en el incendio que asol¨® la biblioteca en 1671.
Lo que sabemos hoy del jard¨ªn original es muy poco y se debe a Fray Jos¨¦ de Sig¨¹enza, documentalista de Felipe II. Sus cr¨®nicas hablan de unos arriates repletos de setos de array¨¢n, una herencia de la jardiner¨ªa ¨¢rabe. Entre ellos hab¨ªa rosales, que daban un gran colorido al lugar, de marcada influencia flamenca, aunque con toques italianos, la moda que comenzaba a imperar en Europa.
Todo cambi¨® con la llegada de la dinast¨ªa Borb¨®n dos siglos despu¨¦s. Carlos III redise?¨® los jardines a la moda de la ¨¦poca: copi¨® el modelo barroco de Francia, de donde proced¨ªan los nuevos reyes; cambi¨® el array¨¢n por el boj y us¨® los rosales para embellecer el per¨ªmetro del monasterio. As¨ª ha llegado hasta nuestros d¨ªas.
Para llegar hasta los jardines hay que traspasar la lonja del edificio, descender unas escaleras y atravesar los arcos del paseo de los Alamillos, antiguamente de los hermanos ?lvarez Quintero. Tras una puerta incrustada en el lateral del complejo, emerge un espacio ¨²nico. A Carmen y a su hija Sara, que vienen de C¨®rdoba, el jard¨ªn les parece ¡°peque?o para una obra tan inmensa¡±. En 2008 se abrieron al p¨²blico los reservados del rey y de la reina. Hasta entones, solo se pod¨ªa pasear por el jard¨ªn de los frailes, entre tilos, magnolios, rosales y racionalistas setos de boj, recortados con formas geom¨¦tricas. Si se pudieran poner en l¨ªnea recta ocupar¨ªan una distancia de siete kil¨®metros.
El huerto de los frailes
Hay lugares que a¨²n no son visitables, como la huerta de los frailes. Los religiosos cuidan ah¨ª de su propio ganado, recolectan frutas y siembran. Para regar utilizan un estanque que mand¨® construir Felipe II y en el que ahora se ba?an varios cisnes. Junto al lago est¨¢ la cachiner¨ªa ¡ªdenominaci¨®n antigua de la casa del guarda¡ª y el pozo de la nieve. ¡°En invierno se tra¨ªa nieve del monte y se compactaba con paja. Se formaban unos bloques de hielo que hab¨ªa que cortar con serrucho y serv¨ªan para conservar la carne y el pescado todo el a?o¡±, explica Alfonso Huidobro, ingeniero forestal de Patrimonio Nacional.
¡°Aqu¨ª, nada es fruto de la improvisaci¨®n: tras el monasterio est¨¢n los jardines, luego las huertas, el prado para los animales y el monte, donde cazaba el rey¡±, revela Huidobro. La leyenda habla tambi¨¦n de galer¨ªas secretas que conectar¨ªan los jardines con el bosque de La Herrer¨ªa y las casitas del Pr¨ªncipe y del Infante, residencias reales construidas en el siglo XVIII.
No forman parte del complejo, pero Carmelo Umana quiere visitarlas. Para este italiano, los jardines son ¡°una bella s¨ªntesis entre naturaleza y arquitectura¡±. A pocos metros, un grupo de monjas dominicas se fotograf¨ªan con m¨®viles de ¨²ltima generaci¨®n: ¡°La tecnolog¨ªa no est¨¢ re?ida con la fe¡±, apunta sor Virgita.
Para Mike, visitante de origen ingl¨¦s, ¡°este es el mejor mirador de la meseta central¡±. A un lado, la Sierra de Guadarrama, a otro bosques, pueblos, el embalse de Valmayor y, al fondo, las cuatro torres de la plaza de Castilla. Ortega y Gasset dec¨ªa que no hab¨ªa mejor sitio para meditar. Lo mismo debi¨® pensar la Unesco que, en noviembre de 1984, declar¨® al conjunto Patrimonio de la Humanidad.
El jard¨ªn en datos
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- Superficie: 14.300 metros cuadrados sin contar las huertas.
- Administraci¨®n: Patrimonio Nacional
- Horario: En verano, de 10.00 a 20.00. En invierno hasta las 18.00. Cierra lunes. Gratis.
- Puntos de inter¨¦s: Jard¨ªn de los Frailes; Jardines del rey y de la reina; Huertas hist¨®ricas (se observan en la distancia). Tambi¨¦n, el Bosque de la Herrer¨ªa y las Casitas del Pr¨ªncipe y del Infante.
- C¨®mo llegar: En coche, por la A-6 o la M-505. En tren, l¨ªnea C-8, El Escorial. En autob¨²s, 661 y 664 desde Moncloa.
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