Encierros ¡®low cost¡¯
El boloencierro de Mataelpino naci¨® en 2011 como alternativa anticrisis para conservar este festejo
No hay animales astados ni riegos de sufrir una cornada, pero en la cara de los corredores se lee la misma expresi¨®n de nerviosismo que en la de los mozos que participan en los encierros tradicionales. Cuando suena el petardazo de salida, una bola gigante de tres metros de di¨¢metro y 300 kilos de peso empieza a rodar por las calles de Mataelpino (1.700 habitantes), un peque?o municipio de la sierra de Guadarrama que este fin de semana celebra sus fiestas. ¡°Madre m¨ªa, si eso es peor que un toro¡±, dice con acento tosco un vecino cuando ve a la enorme pelota acercarse. Un paisano le responde moviendo con fuerza el cencerro que lleva atado a la cintura mientras los reunidos, la mayor¨ªa ni?os, gritan: ¡°?Bola!, ?bola!, ?bola!¡±.
¡°En 2011 hab¨ªa menos presupuesto municipal para organizar las fiestas, era los a?os duros de la crisis, y pensamos entre todos qu¨¦ pod¨ªamos hacer para no quedarnos sin encierros¡±, cuenta sofocada una de las organizadoras, Paula R¨®denas, que regresa al punto de partida del encierro tras la primera carrera (se celebran dos sueltas).
Este peculiar festejo, fruto del ingenio en tiempo de vacas flacas, se ha instalado como tradici¨®n en el pueblo y ya se exporta fuera de la regi¨®n madrile?a. La asociaci¨®n Boloencierro de Mataelpino, que ha patentado la idea, despleg¨® su show la semana pasada en La Granja (Segovia). Otras localidades como Miraflores y Navacerrada, ya lo han incorporado a su programa de fiestas. Tambi¨¦n Torrelaguna, Moralzarzal y Cercedilla. El secretario de la asociaci¨®n, Jos¨¦ ?ngel L¨®pez, asegura que lo que recaudan se invierte en alg¨²n fin social en el pueblo y que no hay ning¨²n ¨¢nimo de lucro.?
El boloencierro tambi¨¦n tiene una versi¨®n para ni?os. En este caso, los astados se sustituyen por tres pelotas, m¨¢s peque?as y ligeras que en la carrera de adultos. A la cita infantil lleg¨® ayer la pe?a Game of Matal (un juego de palabras entre el nombre de la serie Game of Thrones y Mataelpino). Los j¨®venes integrantes cumplieron rigurosamente con el ritual previo a la carrera y se clavaron de rodillas en el suelo, mirando desafiantes a las pelotas antes de la corrida. ¡°Este a?o s¨ª que va a molar¡±, comentaban inquietos y serios. R¨®denas y el resto de organizadores se encargan de empujar las pelotas para que no dejen de rodar hasta la plaza de toros. ¡°Ya tengo heridas de guerra¡±, dice esta promotora que ense?a orgullosa las magulladuras de una ca¨ªda. ¡°Lo m¨¢s divertido es correr al lado de la bola. Te entran los nervios¡±, cuenta Sara, de nueve a?os, a¨²n acalorada tras la carrera.
No es raro ver a lo largo del itinerario abuelas que corren calle abajo con un nieto colgado de cada brazo esquivando a corredores que ruedan por el suelo tras un tropez¨®n. Algunos peque?os se asustan y rompen a llorar cuando la marea de ni?os se acerca trotando a toda velocidad. Como Ana, de tres a?os, que solloza de la mano de su padre.
Un vecino del pueblo, Alfonso Hidalgo, comenta con un corredor los tejemanejes para salvarse del impacto de la bola en la carrera. ¡°Si te golpea contra la valla, te pega un buen viaje, como le pas¨® a una chica hace unos a?os, pero no te arriesgas a un pitonazo¡±, comenta.
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