Pol¨ªtica y terrorismo
?Era inevitable que los Mossos abatieran a los terroristas? ?Qu¨¦ esperan los partidos a plantear esta pregunta en sede parlamentaria?
La filosof¨ªa espont¨¢nea del pol¨ªtico gira en torno a unos elementos b¨¢sicos: simplificaci¨®n en el an¨¢lisis (que favorece la alineaci¨®n de unos contra otros), l¨®gica binaria (consecuencia de la lucha por el poder), unidad nacional como ficci¨®n, el miedo como instrumento principal de sumisi¨®n de la ciudadan¨ªa, la tendencia natural al abuso de poder, la priorizaci¨®n del inter¨¦s propio.
Sobre este marco mental irrumpe el atentado terrorista. Es una situaci¨®n excepcional por el enorme impacto social que tiene. El asesinato indiscriminado de ciudadanos es un sinsentido de tal envergadura que funciona como implacable instrumento para la propagaci¨®n del miedo que es lo ¨²nico que buscan los yihadistas. Nos remite al territorio del absurdo de la condici¨®n humana y genera inseguridad (pod¨ªa haber tocado a cualquiera) por m¨¢s que intentemos racionalizarlo y que las estad¨ªsticas nos digan que la probabilidad de que un ciudadano europeo muera en atentado es ¨ªnfima.
La gesti¨®n pol¨ªtica de un momento criminal y emocional de estas dimensiones est¨¢ llena de tentaciones. M¨¢s todav¨ªa en una situaci¨®n como la actual en que los Estados est¨¢n perdiendo poder d¨ªa a d¨ªa frente a los poderes econ¨®micos y su funci¨®n se reduce cada vez m¨¢s a la de garantes de la seguridad de los pa¨ªses. Situados en el caso de Espa?a, con la cuesti¨®n soberanista en momento de alta tensi¨®n, las cosas todav¨ªa son m¨¢s complejas. No es f¨¢cil hacer encendidas apelaciones a la unidad con las dos partes, al mismo tiempo, tratando de cargarse de razones cara al conflicto que viene.
Todo Gobierno tendr¨¢ que responder a preguntas inc¨®modas ante un atentado terrorista. Todos sabemos que la seguridad absoluta no existe y que habr¨¢ otros atentados. Pero en democracia es obligatorio plantearse qu¨¦ pas¨® y qu¨¦ podr¨ªa hacerse para que las cosas vayan mejor. Los Gobiernos acostumbran a aprovechar el momento emocional para eludir este debate. E intentan capitalizar el miedo. Es el discurso de la unidad que acompa?a a los atentados en el primer momento. Ante la gravedad de la situaci¨®n todos a una. Forma ya parte del rito de elaboraci¨®n del luto. Pero este momento ofrece tentadoras oportunidades de capitalizaci¨®n, a partir de la magnificaci¨®n del problema para convertirlo en una prioridad absoluta respecto a todo lo dem¨¢s, corriendo as¨ª una cortina sobre las fracturas sociales o sobre la corrupci¨®n e intentando condicionar otros debates, como el soberanista en este caso.
La magnificaci¨®n del problema ¡ªrecuerden que el presidente Hollande lleg¨® a declarar la guerra al ISIS¡ª no ayuda en absoluto a la definici¨®n de las pol¨ªticas de respuesta. Pero favorece la propagaci¨®n del miedo, instrumento natural del poder. Y va siempre acompa?ada de dos cosas: endurecimiento de las leyes y del teatro de la seguridad y una lectura simplista de la realidad. No se admite el tratamiento complejo de la cuesti¨®n: es una guerra de los malos ¡ªislamistas¡ª contra las sociedades occidentales. La evidencia de que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas de este conflicto est¨¢n en otras partes y que los yihadistas no tiene ninguna posibilidad de alcanzar sus presuntos objetivos (si las democracias evolucionan hacia el autoritarismo posdemocr¨¢tico no ser¨¢ por el yihadismo, sino por el cambio de modelo econ¨®mico-social) se presenta como buenismo. Y la introducci¨®n de otros elementos de an¨¢lisis como el factor geopol¨ªtico o las pulsiones nihilistas que irrumpen regularmente en la historia, es catalogada como p¨¦rdida de tiempo. Afortunadamente, la ciudadan¨ªa, aqu¨ª como en el entorno, parece haber entendido que la mejor respuesta es la defensa activa de la normalidad.
Evidentemente, los Gobiernos deben someterse al escrutinio de su gesti¨®n. Por ejemplo, me sigue sorprendiendo que las polic¨ªas europeas hayan asumido la norma de tirar a matar al yihadista y nadie pida explicaciones a los gobernantes. ?Era inevitable que los Mossos abatieran a los terroristas? ?Qu¨¦ esperan los partidos a plantear esta pregunta en sede parlamentaria? Son cuestiones de fondo ¡ªque ata?en a nuestros valores¡ª que no deben eludirse. Creo que urge restaurar el lugar de cada cosa (el terrorismo yihadista no es el principal problema de Espa?a); renunciar a las explicaciones simplistas que solo sirven para columpiarse en la construcci¨®n de la islamofobia, sin respeto para muchos conciudadanos; y no utilizar el terrorismo ventajistamente en problemas que no tienen nada que ver, como el soberanismo catal¨¢n. De nada sirve buscar contaminaciones absurdas.
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