Indies sosegados en Gigante
La cita de Guadalajara se consolida con m¨¢s de 16.000 espectadores, un 65 por ciento de asistentes madrile?os, y una presencia estupenda de p¨²blico infantil
Guadalajara. Esa ciudad eternamente ignota a solo 55 kil¨®metros de Madrid. La capital de provincia m¨¢s cercana a la metr¨®poli y, con toda seguridad, la menos visitada y (re)conocida se ha hecho al menos un hueco en el mapa nacional del indie gracias a su festival Gigante, que dirim¨ªa este viernes y s¨¢bado su cuarta edici¨®n con dos docenas de nombres en el cartel, organizaci¨®n muy correcta (los horarios se cumplen, el sonido es bueno, no hay avalanchas ni multitudes, los ni?os abundan, las cosas funcionan) y un cierto esp¨ªritu de placidez, de una muy disfrutable plaza menor. Por aquello de sorprender al visitante, a menudo bregado en citas m¨¢s abrumadoras (el 65 por ciento de los asistentes proven¨ªan de la Comunidad de Madrid), y a esa poblaci¨®n local que en algunos casos se acercaba ayer a la entrada principal para preguntarse: "Ah, pero ?hay que pagar?".
El Gigante, avisa el padre de la criatura, arroja saldo positivo en las cuentas y ha llegado para quedarse. Alfonso L¨®pez naci¨® hace 40 a?os en estas calles que le siguen acogiendo, as¨ª que alumbrar un evento guadalajare?o termin¨® siendo para ¨¦l entre necesidad y obsesi¨®n. "Lo mejor es que el festival ha acabado impregn¨¢ndose en la ciudad y siendo motivo de orgullo. Hacemos conciertos gratuitos al mediod¨ªa en la plaza de Santo Domingo, para acercarnos a los vecinos. Y de un tiempo a esta parte se ven paseantes desplegando planos tur¨ªsticos por la calle Mayor. Hace pocos a?os los habr¨ªamos tomado por marcianos", se r¨ªe. No le faltan razones para paliar el cansancio con el buen humor: el ¨²ltimo recuento apunta a 16.000 billetes vendidos entre estas dos jornadas, un millar m¨¢s que en la edici¨®n anterior.
Frente a otras convocatorias presididas por la adrenalina, la solanera o la proximidad del mar, el Gigante se ha erigido en algo as¨ª como el festival del sosiego. El estadio municipal Fuente de la Ni?a, un espacio verde a orillas de la carretera de Barcelona que de com¨²n se destina al atletismo y los partidos de rugby, acoge los tres escenarios. Los dos principales, enfrentados en la explanada central, van alternando las bandas con m¨¢s pedigr¨ª. Seg¨²n acaba una, al p¨²blico le basta con darse la vuelta y avanzar medio centenar de metros para disfrutar del siguiente espect¨¢culo. Hay colegueo, parejas efusivas, amigos conjuntados de horripilantes camisas estampadas, familias en expansi¨®n y pocas extravagancias. Ni vestuarios descocados: a partir de las 20.30, la sensaci¨®n t¨¦rmica (que dir¨ªan los meteor¨®logos y Kiko Veneno) es m¨¢s de chaquetita y fular que de piernas al aire.
"Somos un festival peque?o", repiten como un mantra desde la organizaci¨®n del Gigante, que tiempo tiene de llegar a su edad adolescente y ponerse en consonancia con su propio nombre. Pero el evento cuenta, por contraste, con el encanto de la accesibilidad, de la cercan¨ªa. Le¨®n Benavente, tan dados a la teatralidad y el aspaviento, adoptan una pose m¨¢s comedida pero siguen sonando s¨®lidos, convincentes, engrasad¨ªsimos. Ser¨ªan capaces de tocar con los ojos vendados, pero, sin llegar al fervor, no les falta un ¨¢pice de aplomo. Justo a la espalda de su escenario, el orientado hacia el este, se encuentra el denominado Talentos, por el que desfilan bandas emergentes y prometedoras. El pop radiante y risue?o de los j¨®venes Tailor for Penguins apenas contabiliza tres decenas de espectadores, pero nadie se desinfla por ello. Aunque solo sea por los reincidentes "?Guapo, guapo!" que le dedican al vocalista al final de cada canci¨®n.
"Tenemos un p¨²blico m¨¢s abundante en la franja de los 30 a 45 a?os", corrobora Alfonso L¨®pez, "y eso se traduce en una presencia de ni?os muy significativa". Los peque?ajos no solo no pagan entrada, sino que disponen de un ¨¢rea infantil donde entretenerse cuando los hombros de los pap¨¢s ya no aguantan m¨¢s horas de caballito. Y los artistas se permiten alguna pieza menos festivalera de lo habitual, como ese Cachorro de le¨®n?que Coque Malla desliza en su repertorio. El quinteto suena con una solidez fant¨¢stica mientras el jefe de filas confiesa su ¨¢nimo "agridulce": Guadalajara sirve como punto y final para el a?o y medio de gira que le ha deparado su disco 'El ¨²ltimo hombre en la tierra'. "Pensamos que era interminable, pero hoy nos entra la pena y la nostalgia", admite el cantante madrile?o, que asiste ahora a la reedici¨®n de su debut con Los Ronaldos (?30 a?os ya!) y pronto publicar¨¢ ¨¢lbum en directo.
Las guitarras se encabritan con Nada Surf e Iv¨¢n Ferreiro, dos de los platos fuertes indiscutibles, mientras en el escenario peque?ito Canal 69 se desga?itan ante un p¨²blico que ahora quiz¨¢ ya bordee el medio centenar de integrantes. Y de ah¨ª al espl¨¦ndido pop sofisticado de los portugueses The Gift y la progresiva retirada a medida que los cuerpos no van pudiendo m¨¢s. El de Dani, con sus flamantes 18 a?itos, aguanta, claro, hasta el ¨²ltimo suspiro. Y en el primer cercan¨ªas de la ma?ana, el de las 05.32, exhibe con orgullo unas mu?ecas en las que se amontonan su buena docena de pulseras de estos ¨²ltimos meses de jale¨ªto festivalero. "Era mi primer Gigante y lo he disfrutado", resume. "Pero yo creo que el s¨¢bado que viene, en el DCode, lo fliparemos m¨¢s...".
M¨²sculo y ternura
Alg¨²n m¨²sico madrile?o lo comentaba esta semana en los mentideros. Hace un par de d¨¦cadas, cuando el nombre de Weezer despuntaba en las listas independientes (y en las ya no tanto), las voces m¨¢s enteradas murmuraban al o¨ªdo: "Los verdaderamente buenos son Nada Surf". El tiempo ha seguido concediendo mayor notoriedad a los chicos de Rivers Cuomo que a este cuarteto neoyorquino con bajista madrile?o, pero su paso por el festival Gigante de Guadalajara propici¨® algunos de los minutos m¨¢s emocionales de la noche del s¨¢bado. Y eso que en estas citas siempre acostumbran a ser los grandes nombres locales (Iv¨¢n Ferreiro, Le¨®n Benavente) los que acumulan m¨¢s likes en la explanada central.
A Matthew Caws le blanquea la cabellera porque ya son muchos los trienios de servicio al servicio de una causa inmejorable: la b¨²squeda de la canci¨®n casi perfecta. Y con unas cuantas han acertado en el centro de la diana, sin duda. Referentes internacionales del power pop, esa vertiente roquera que aclama la melod¨ªa sin renunciar por ello a los amplificadores en incandescencia, Nada Surf sonaron decididos, expeditivos, corajudos. Sin privarse incluso de unas gotas de funk, a lo Red Hot Chili Peppers, en ciertas l¨ªneas traviesas del bajo de Daniel Lorca.
Pero quiz¨¢ la mejor versi¨®n de la banda llega cuando el metr¨®nomo se sosiega y Caws adopta el registro m¨¢s agudo (80 windows), con un pie siempre en un falsete precioso. Es el equilibrio perfecto entre m¨²sculo y ternura, una frontera en la que pocos grupos saben manejarse sin acabar con las botas embarradas. Llegar¨ªan luego la deliciosa Inside of love (con bailecito incluido de los cerca de 5.000 asistentes), un bloque algo m¨¢s anodino y, ya en los bises, la excelente Always love y ese casi ¨¦xito que fue Popular. Un gran estreno para la noche alcarre?a.
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