Del tambor del Bruc a Rambo
La polic¨ªa auton¨®mica catalana est¨¢ pasando por la injusta percepci¨®n no de ser garante de la seguridad de los ciudadanos del Catalu?a sino instrumento pol¨ªtico
En la Barcelona que llevaba tiempo queriendo ser m¨¢s progre que nadie, los ciberguerreros independentistas han comenzado a recurrir al dialecto de los pu?os y las pistolas. De modo un poco sorprendente, es una ret¨®rica militarista que entronca con los escamots de tiempos de Maci¨¤ que desfilaban con camisa verde y correaje, tambi¨¦n con los grupos excursionistas paramilitares y luego con los grupos de choque que controlaba Josep Denc¨¤s ¡ªconsejero de Gobernaci¨®n con Companys¡ª y que fueron tan activos en la cat¨¢strofe institucional de octubre de 1934. Ciertamente, la circunstancia no es para nada la misma, aunque hay voces secesionistas que se empe?an en que lo parezca. Es la incubaci¨®n nacionalista, necesitada de h¨¦roes. En su ausencia, se procede a manipular las manifestaciones. As¨ª ha ocurrido con la manifestaci¨®n por las v¨ªctimas del atentado de La Rambla y as¨ª ocurri¨® con la manifestaci¨®n tras el asesinato de Ernest Lluch.
En China, tantos siglos despu¨¦s de la dinast¨ªa Ming y con un nacionalismo hist¨®ricamente m¨¢s dotado que el secesionismo catal¨¢n, el gran ¨¦xito cinematogr¨¢fico de la temporada es una versi¨®n de Rambo. Lobo guerrero 2 traspone el gran sue?o chino, con un soldado de las fuerzas especiales que rescata v¨ªctimas en una guerra africana. Los drones dan pie a un Rambo todopoderoso, justiciero y sin control, perfil figurativo del poder emergente de una China dispuesta a ser superpotencia. Rambo se salta la ley para actuar en un pa¨ªs africano colonizado por China. Se dir¨ªa que para tener su propia ¨¦pica el independentismo catal¨¢n vaga en busca de un Rambo, en este caso defensor armado de una Catalu?a colonizada. Pero no todo consiste en convertir 1774 en la reconquista espa?ola de Catalu?a. Con la invasi¨®n napole¨®nica de 1808, surgi¨® la semileyenda del Tambor del Bruc que nace como s¨ªmbolo de resistencia ante al invasor franc¨¦s, al igual que en toda Espa?a. En la segunda batalla del Bruc, un tamborilero que, presuntamente, se llamaba Isidre Llu?¨¤ hizo sonar su tambor con tanta energ¨ªa que ¡ªcomo ha quedado configurado en el mito¡ª al reverberar en los flancos monta?osos de Montserrat dio a creer a los franceses que se enfrentaban a un enemigo muy superior y as¨ª perdieron aquella batalla.
En fin, el 11 de setiembre de 1714 algo tuvo fin y algo comenzaba. Ya sin leyenda, pocos personajes representan la Catalu?a ilustrada con mayor credibilidad que Antoni de Capmany. Con la invasi¨®n napole¨®nica, nadie increp¨® al invasor con m¨¢s persistencia que Capmany, aquel moderado heredero de la Ilustraci¨®n, historiador de la econom¨ªa catalana, enemigo de la Inquisici¨®n, defensor racional de los intereses econ¨®micos de Catalu?a y, por tanto, de la conveniencia del comercio por tierra y mar. Sus alegatos anti-napole¨®nicos repercutieron ampliamente en la resistencia masiva de los catalanes a la invasi¨®n. Campany es uno de puntales de la Catalu?a moderna. Acudi¨® lealmente a las Cortes de C¨¢diz para propugnar las ideas de Jovellanos, siempre desde una concepci¨®n en la que Catalu?a estaba muy presente. Incluso en su lecho de muerte, Capmany quer¨ªa conocer las ¨²ltimas resoluciones parlamentarias. Nada que ver con los Rambos secesionistas al teclado de su ordenador port¨¢til.
Con un consejero de Interior que act¨²a como elefante en la cacharrer¨ªa, un director general de los Mossos m¨¢s que ausente y un major como oficial de m¨¢ximo rango que parece creerse obligado a llenar el vac¨ªo pol¨ªtico, la polic¨ªa auton¨®mica catalana ¡ªcapaz, respetada, con experiencia y voluntad cooperativa, know how sobre el terror islamista y falible como todo en la vida¡ª est¨¢ pasando por la injusta percepci¨®n no de ser garante de la seguridad de los ciudadanos del Catalu?a sino instrumento pol¨ªtico del Gobierno de la Generalitat. Siendo ¨ªntegros servidores p¨²blicos, su condici¨®n queda mermada si se les utiliza como pieza en el proyecto de secesi¨®n, especialmente cuando se alce el tel¨®n del 1 de octubre en un escenario sin contenido. Dicho de otro modo, su vocaci¨®n y su rol es el de agentes de la ley en una Catalu?a hija de la Ilustraci¨®n, del derecho. Tal vez por eso y aunque parezca un episodio del absurdo, constatada la naturaleza institucional y operativa de los Mossos lo que estamos viendo en otras instancias ¡ªmedi¨¢ticas, por ejemplo¡ª es la fabulaci¨®n populista de un Rambo que se enfrente al Estado en lugar de combatir el yihadismo. Eso sucede cuando se niega que la yihad existe y que mata en Barcelona.
Valent¨ª Puig es escritor.
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