Una de mejillones, con Pla
Aperitivo en la fonda l'Estrella con lectura en voz alta de textos del autor
El pu?etero mejill¨®n escapa por tercera vez; eso s¨ª, medio desmontado ya. ?Qu¨¦ se cre¨ªa! Pero en su cobarde y suicida plongeon desde lo alto del largo mondadientes me bautiza el pantal¨®n beige con un anaranjado lampar¨®n de escabeche de a¨²pa. Menudo vermutito. Que me est¨¦ peleando un a¨²n caluroso s¨¢bado de septiembre con el pastoso y biodegradable molusco es culpa, de nuevo, de la funesta man¨ªa de leer. ¡°En totes les coses de la vida es pot fer el boig. En la cuina, mai". ?Ah¨ª est¨¢ mi Josep Pla! Vale: lo dice quien pod¨ªa pasarse el d¨ªa sin comer si la criada Merc¨¨, en los a?os 50, deb¨ªa ausentarse del mas; o el que aguantaba la jornada con una tortilla de esp¨¢rragos trigueros, o dos huevos fritos (comida), o un taz¨®n de leche y una tostada (con suerte, con un pellizco de queso, gran cena). ¡°Les meves possibilitats d¡¯absorci¨® aliment¨¤ria han estat sempre molt prec¨¤ries¡±, confiesa quien, por otro lado, en casa com¨ªa de peque?o pollo con langosta (¡°plat perill¨®s¡±) y de la cocina solo le interesaba ¡°l¡¯efic¨¤cia¡±: ¡°El luxe, en el menjar, com en tot, em deprimeix¡±. Ya somos dos.
¡°Se trata de fer agafar gana¡ de leer a Pla¡±, promete la joven que se presenta con la algo pomposa adscripci¨®n al Servicio Educativo de la Fundaci¨®n Josep Pla. Consiste la cosa en leer en voz alta unos textos del autor y comentarlos ante un vermut. Al arrancar, con prisa prusiana, est¨¢n cuatro parejas de esas que parece que han pasado el rubic¨®n de toda sorpresa en la vida y fluyen por las remansas aguas de prejubilaciones que hay que llenar con experiencias diversas.
El rinc¨®n, con sus cojines y dem¨¢s, tiene un punto chill-out, curioso contraste con la arquitectura del patio interior medio cubierto y ventanas flam¨ªgeras, vestigios de la primigenia Fonda Estrella de Palafrugell, de 1605, ¡°bona fonda, neta de robes i de cuina meng¨ªvola i honesta (¡) hostal arreglat: pensi¨® completa, tres pessetes¡±, leeremos despu¨¦s en Pla. Sigue en activo la posada y ahora unos j¨®venes resucitan su patio y antigua cuadra (¡°de rendiment¡± por los carreteros que paraban) abriendo el bar y programando cosas acordes con los cojines.
Como convocado por la tramontana (¡°una for?a que sembla que hi podrieu penjar l¡¯abric¡±) del fragmento d¡¯El meu poble con el que empieza la actividad llega, elegante polo rojo, gafas de sol que no se sacar¨¢ y moreno de toda la vida, ¡°el senyor Sunyer¡ que va con¨¨ixer Pla¡±, como le saluda la gu¨ªa. La cosa promete porque, adem¨¢s, ya se han solicitado las bebidas y la teca aterriza rauda. Soy, digamos, trending topic: ped¨ª vermut negro. Un homenaje t¨¢cito a Pla: descartados un brut nature o un blanc de blancs del Loire que siempre recomendaba, ¨¦ste no s¨¦ si es Martini, pero al autor de El que hem menjat le encantaban los cocktails con ¨¦l. Y si no, le seduc¨ªa el gusto de los aperitivos italianos, ¡°amarg, que ¨¦s el gust de l¡¯exist¨¨ncia, i els seus colors s¨®n els de les il¡¤lusions m¨¦s persistents i irrealitzables de la vida¡±.
Los textos van pasando y nadie, pudor menestralillo, se atreve a tocar nada. El se?or Sunyer ser¨¢ el primero, pele¨¢ndose con la rodaja de naranja y la aceituna del vermut. Abierta la veda, es evidente que conoc¨ªa a Pla: ataca las anchoas, debilidad del escritor. Pero esas no las hubiese aprobado el murri de Llofriu porque tend¨ªan a ese ¡°peix salmorrat¡± que ya aborreci¨® en los ¨²ltimos a?os de su vida (¡°Ara s¨®n indefectiblement immenjables, p¨¨ssimes¡±), lejos de esas de Cadaqu¨¦s, para ¨¦l las mejores, que luc¨ªan aquel ¡°color caoba rogenca aquilotada¡±, sabor y aroma ¡°ess¨¨ncia de peix¡±, en boca ¡°suau i llisquent¡±.
Cuesta seguir las lecturas, de un Pla m¨¢s bien planito, pese al esfuerzo de los asistentes por buscar la supuesta entonaci¨®n del gran escritor, voz para m¨ª siempre jam¨¢s vinculada a la del actor Alberto Closas. Las maletitas de los hu¨¦spedes del hostal en su arrastrada fricci¨®n con las piedrecitas de la cuadra dificultan ese diluirse, esa calma, ese mimetizarse en el paisaje que propone ahora en Un viatge frustrat, nunca mejor titulado, un texto que acaba padeciendo una inopinada banda sonora a partir de una joven que se contorsiona y canta a los af¨®nicos acordes de un guitarrista con cola de caballo. La cuota del coj¨ªn, sin duda.
He perdido ya el hilo porque hago un marcaje gastron¨®mico a Sunyer, que ensarta un mejill¨®n; contraataco, pero pobremente, con una aceituna: ¨¦l est¨¢ mejor posicionado en la mesa. Derrota total porque la elecci¨®n del molusco no es menor: Pla cree que son superiores de una manera ¡°¨°bvia i assegurada¡± al caviar, las ostras y el foie-gras, eso s¨ª, si son de roca y ¡°plens i de bona mida¡±; los mejores, los de la costa de Torroella y los del norte de Cap de Creus.
La gu¨ªa tambi¨¦n picotea mejillones, si bien desconoce el sibar¨ªtico ranking de Pla, como lo de las anchoas o el vermut o si el uso del triunvirato de adjetivos era genuino del escritor o moda generacional: igual hay clases de refuerzo en el Servicio Educativo... Ya no s¨¦ en qu¨¦ momento de la deshilachada tertulia, Sunyer se pregunta por qu¨¦ no se reedita la Historia de la Segunda Rep¨²blica espa?ola. Como lleva las antiparras, no calibro la malicia o inocencia de la pregunta ante un libro que Francesc Camb¨® pag¨®, en el que Pla plasm¨® toda su bilis antirrepublicana y que su editor Josep Verg¨¦s eludi¨® en las obras completas.
Languidece la charla entre el ya desacomplejamiento ante los platillos y un ir picoteando tambi¨¦n por an¨¦cdotas planianas, todas del enigm¨¢tico Sunyer: que si su cocinera se llamaba Lola, que si solo le hablaba de t¨² a su hermano Pere y a Verg¨¦s o que sus ahorros los ten¨ªa en Suiza y no en Portugal como se rumoreaba porque ¡°de los portugueses no se fiaba¡±. ?C¨®mo lo sabe? Lo de los dineros me lleva al triste c¨¢lculo de dividir los 10 euros de la actividad por lo consumido, qatariana ratio de la que me aleja un soplo de la gu¨ªa: el enigm¨¢tico contertulio es Frederic Sunyer, pariente de Pla, expresidente del patronato de la fundaci¨®n del escritor y exalcalde de Palafrugell.
¡°El meu ideal culinari ¨¦s la simplicitat, sempre amb un determinat grau de subst¨¤ncia¡±, recuerdo de Pla con una mueca: el hielo tambi¨¦n ha maltrecho mi vermut.
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