Jazz bajo la mirada de la patrona
La escena barcelonesa de jazz se reivindic¨® en la plaza de la Catedral
A la derecha del escenario el gato de Botero miraba al p¨²blico, mientras su poderoso lomo aguantaba a unos chavales ¨¢rabes que sonre¨ªan. Su entrepierna, cerca de los genitales, luc¨ªa un grafiti. M¨¢s all¨¢, como prueba inequ¨ªvoca del cosmopolitismo del lugar, un restaurante indio luc¨ªa en sus sombrillas una oferta mestiza a base de tandoori, tapas y sangr¨ªa, mientras de los platos de sus comensales brotaba el olor de mil especies que se mezclaban con vaharadas de marihuana. S¨ª, la Mer?¨¨, de la mano del BAM, ha vuelto a la Rambla del Raval, y el concierto del d¨²o jamaicano Equiknoxx con la voz de Shanique como mascar¨®n de proa inauguraba las fiestas y de paso ten¨ªa el honor de ser el primer concierto del oto?o. Dancehall y reggae con bases electr¨®nicas para solaz de un p¨²blico que a aquellas horas comenzaba a entrar en calor con unos ritmos tan contundentes como la oronda redondez del minino met¨¢lico. Barcelona ya est¨¢ de fiesta.
En todos los rincones. Tambi¨¦n fuera de programaci¨®n. En la plaza de Sant Felip Neri, casi vac¨ªa antes de que la m¨²sica llegase a la Catedral, el sonido de la fuente, el silencio de la noche y las quedas conversaciones de los pocos all¨ª presentes, se mezclaban con la guitarra y voz de un africano que probablemente hablaba de su tierra, seguro en su idioma. Una estampa delicada que m¨¢s tarde contrastar¨ªa con la barah¨²nda de los dragones de la fiesta atravesando el G¨®tico, que con sus tambores provocaron que el concierto de la Catedral comenzase media hora tarde dando la sensaci¨®n de que el ayuntamiento a¨²n no sabe, y le pasa cada a?o, que programa simult¨¢neamente dos actos incompatibles. Pasada la batucada, el jazz rein¨® en un concierto con el que Barcelona quiso homenajearlo.
La excelente idea era sencilla: si la ciudad presume de escena jazz¨ªstica, qu¨¦ mejor que tocar a rebato y juntar a todos los artistas que pudiesen estar all¨ª aquella noche. Y cerca de esa Rambla que fue la arteria por la se irradi¨® por el resto de la ciudad. Y as¨ª fue. En un concierto para la celebraci¨®n, unas catorce formaciones fueron desfilando ante el p¨²blico que llenaba el espacio, presentadas por el radiof¨®nico Oscar Dalmau en calidad de maestro de ceremonias y animador de los tiempos muertos requeridos por cada cambio de instrumentos. El inicio fue sensacional, con los grupos de Raynald Colom y Giulia Valle y el d¨²o a piano y trompeta de Marco Mezquida y F¨¦lix Rossy mostrando la variedad del jazz que se hace en Barcelona. Luego, una heterog¨¦nea cuadrilla de artistas ¨CGorka Ben¨ªtez, David Mengual, Agust¨ª Fern¨¢ndez Elisabet Raspall, Ismael Due?as, Laura Sim¨® y Juan Chamorro entre otros- dejaron claras dos cosas: que Barcelona tiene una escena potent¨ªsima y que su nivel est¨¢ muy por encima de la precariedad en la que viven sus m¨²sicos. Mostrar que existen fuera de sus clubs y llevarlos a las fiestas es una manera de recordar que tambi¨¦n est¨¢n en la ciudad el resto del a?o. Todos los colores del jazz en una noche para iluminarlos.
El otro polo de esta primera jornada estuvo en la pareja que forman la plaza dels ?ngels y de Joan Coromines. All¨ª, rematado sus programaciones, dos sorpresas: la delicada m¨²sica de Nil¨¹fer Yanya, inglesa de origen turco, que en imaginativo tr¨ªo, menos es m¨¢s, de dos guitarras y saxo, hizo media hora deliciosa de pop coloreado en negro con acento de cantautora, y esquem¨¢tico como la raspa de un pez. M¨¢s expansiva y ruidosa, su quinteto llevaba tuba, se mostr¨® la inglesa Anna Meredith con su curiosa mezcla de pop y desarrollos con trazas de m¨²sica contempor¨¢nea. Pese a lo extra?o de la formaci¨®n, que inclu¨ªa cello y bater¨ªa, clarinete y percusiones, en cuanto un ritmo se disparaba, por retorcida que fuese la pieza, el p¨²blico bailaba, trayendo a la memoria en ese final de noche al perro de Pavlov. As¨ª son las fiestas.
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