?Y ahora qu¨¦?
La p¨¦rdida de autoridad de Rajoy en Catalu?a es a todas luces inseparable de sus extraordinarias torpezas pol¨ªticas y de su recurso final a la represi¨®n policial
En la sociedad del espect¨¢culo, quien controla la producci¨®n de im¨¢genes controla el relato y produce la realidad. Ayer asistimos a una proliferaci¨®n de im¨¢genes m¨¢s que ¨²tiles para la causa del independentismo, y devastadoras para el Gobierno de Rajoy. Los focos del mundo puestos sobre Catalu?a no pod¨ªan desaprovecharse. Se sab¨ªa que ¨ªbamos a esto, pero no se supo ¡ªo no se quiso¡ª evitar. Pero antes de insistir en lo obvio y desolador, intentemos reflexionar sobre qu¨¦ vendr¨¢ despu¨¦s y en c¨®mo saldremos de esta, si es que es imaginable una salida que no sea la ruptura definitiva entre Catalu?a y Espa?a.
El independentismo ha jugado a provocar ese punto de no retorno en el que sal¨ªa ganando pasase lo que pasase, votando libremente o con la polic¨ªa cargando e impidiendo el voto. Esa ha sido su apuesta hist¨®rica. Han sido t¨¢cticos y estrategas a un tiempo, y han logrado que el Gobierno entrase en su juego. Es ingenuo pensar que no estaba todo estudiado y previsto. ?Puede imaginarse que los pol¨ªticos que han apostado por esta estrategia podr¨¢n desempe?ar alg¨²n papel en el futuro? Procesados o no, y m¨¢s tarde o m¨¢s temprano indultados y rehabilitados, sus figuras no ser¨¢n devoradas por la ley. Al rev¨¦s. Es de presumir que esta misma ley los convierta en m¨¢rtires de su causa. Pero probablemente habr¨¢n perdido mucha capacidad de influencia medi¨¢tica y ya no podr¨¢n ser reconocidos nunca m¨¢s como l¨ªderes potenciales por la misma sociedad que han llevado hasta los confines del desastre civil. Ahora, lo que no podr¨¢n hacer nunca ser¨¢ rectificar. El independentismo ha llegado para quedarse, pero queda atrapado por la elocuente transparencia de sus objetivos. Solo puede esperarse que acabe venciendo, o que vaya retrocediendo lentamente. Muy lentamente.
?Y el catalanismo? Se ha dicho que hay que quitarle al catalanismo la c¨¢scara del nacionalismo. ?Pero qu¨¦ es semilla y qu¨¦ es c¨¢scara? Estos ¨²ltimos a?os hemos asistido a la maniobra de renegar del nacionalismo, tan burgu¨¦s y provinciano, en favor del independentismo y del soberanismo, tan modernos y globales. Debe percibirse toda la complejidad hist¨®rica de semejante maniobra, comprenderla m¨¢s all¨¢ incluso de la rivalidad entre CiU y ERC. Y no hay que perder de vista tampoco la parte obvia de marketing que esta jugada conlleva. Pero una consecuencia clara es que el nacionalismo, al haber dado el paso hacia el soberanismo y el independentismo, fuese por convicci¨®n o por t¨¢ctica, ya nunca podr¨¢ volver atr¨¢s. No lo podr¨¢ hacer ante sus seguidores, y tampoco ante el Estado. No podr¨¢ desprenderse de la sombra de la deslealtad ni de la incapacidad para refrenar su propia deriva rupturista, su calculado o melanc¨®lico cultivo de la paciencia a la espera de la independencia. Es dif¨ªcil de imaginar alg¨²n lugar en el juego pol¨ªtico para un nacionalismo por principio insaciable y para el que todo acuerdo ser¨¢ siempre provisional e insatisfactorio. Puede incluso pensarse que Rajoy se qued¨® quieto desde 2012 acaso con la idea de que ese nacionalismo se estrellar¨ªa en su fuga hacia adelante, acariciando la oportunidad hist¨®rica de acabar con ¨¦l. Ahora vemos cu¨¢n peligrosa y equivocada ha sido esta jugada, suponiendo que realmente haya existido como tal. Al ignorar el pactismo, creci¨® el rupturismo. Y creci¨® su base social, muy movilizada, muy organizada.
Es previsible, pues, que el nacionalismo haya quedado para siempre superado por el independentismo. ?Y ese hipot¨¦tico catalanismo sin nacionalismo? Es dif¨ªcil de imaginar el viejo catalanismo cultural y regionalista en la Catalu?a de hoy. Eso lo supo ver bien el independentismo. En un mundo de identidades fluidas, el enganche se obten¨ªa apelando a lo que une esas identidades, que est¨¢ m¨¢s en lo fluido que en ninguna identidad concreta. Lo que une entonces no es un origen, sino un proyecto. El Estado no ha sabido ofrecer un proyecto alternativo m¨ªnimamente ilusionante. La p¨¦rdida de autoridad del Gobierno de Rajoy en Catalu?a es a todas luces inseparable de sus extraordinarias torpezas pol¨ªticas y de su recurso final a la represi¨®n policial.
Ahora, si ese hipot¨¦tico catalanismo sin ¨ªnfulas secesionistas pretende regresar al campo de la pol¨ªtica, deber¨¢ emprender algo an¨¢logo a lo que hizo el nacionalismo mut¨¢ndose en independentismo, pero en la otra direcci¨®n, y sin que esta otra direcci¨®n sea un objetivo primario, sino la consecuencia de una pol¨ªtica m¨¢s sofisticada, m¨¢s matizada e inteligente, m¨¢s integradora. Deber¨¢ saber reconducir esta fluidez hacia la uni¨®n ¡ªla espa?ola y la europea¡ª, no hacia la segregaci¨®n, no hacia la agitaci¨®n permanente, no hacia la intoxicaci¨®n y el odio. ?Encontrar¨¢ cauces para ello? ?Sabremos recuperar el esp¨ªritu del 78 en lugar de denostar el r¨¦gimen del 78? Esa posibilidad casi impensada ahora mismo puede ser para muchos ciudadanos de Catalu?a lo ¨²nico alentador ¡ªla ¨²nica esperanza¡ª en medio de la desolaci¨®n de estos d¨ªas.
Jordi Ib¨¢?ez Fan¨¦s es escritor y profesor del Departamento de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra.
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