Pol¨ªticos presos
Son presos fabricados por la ausencia de pol¨ªtica, especialmente por parte de Rajoy. Que nadie se extra?e por tanto del ¨¦xito de la operaci¨®n propagand¨ªstica en curso
En Espa?a hay pol¨ªticos presos, y m¨¢s concretamente dos pol¨ªticos catalanes que est¨¢n presos. ?Est¨¢n presos por sus ideas y son por tanto presos de conciencia? No parece que sea este el caso, seg¨²n se lee en el auto de la jueza de la Audiencia Nacional que dict¨® la prisi¨®n incondicional acusando de sedici¨®n a Jordi S¨¢nchez y Jordi Cuixart.
En Espa?a hay ahora dos pol¨ªticos presos y hubo hace unos d¨ªas, despu¨¦s del 20 de septiembre, algunos altos funcionarios del Departamento de Econom¨ªa y Hacienda de la Generalitat, 14 concretamente, que estuvieron detenidos y a disposici¨®n del juez durante unas horas, acusados de prevaricaci¨®n, malversaci¨®n y desobediencia.
?Unos y otros son presos pol¨ªticos como han asegurado las m¨¢ximas autoridades catalanas y se han ocupado en difundir sus abundantes medios propagand¨ªsticos? Es dudoso, a pesar de la facilidad propagand¨ªstica con que puede cambiarse el orden de las palabras para convertir a los pol¨ªticos catalanes presos en presos pol¨ªticos catalanes.
Este juego sem¨¢ntico es uno de los trucos esenciales del proc¨¦s. Consiste en confundir las libertades pol¨ªticas de expresi¨®n, manifestaci¨®n y reuni¨®n con las acciones pol¨ªticas con efectos pr¨¢cticos que realizan las instituciones o los individuos. Es como si los actores independentistas jugaran en un circo de dos pistas, una en la que se trata ¨²nicamente de manifestar sus deseos, anhelos y pensamientos, l¨®gicamente protegidos por las libertades fundamentales constitucionales, y otra en la que las expresiones verbales o escritas se convierten en actos con efectos legales vinculantes y conminativos para el resto de los ciudadanos, que tambi¨¦n en buena l¨®gica se hallan vigilados por los tribunales para su adaptaci¨®n a la Constituci¨®n.
As¨ª es como la presidenta o la mesa del Parlamento se acogen a la libertad de expresi¨®n para defenderse cuando toman decisiones para aprobar leyes que conducir¨¢n a un refer¨¦ndum y a la secesi¨®n catalana, pero en caso de que nadie impugne sus actos parlamentarios, como ha hecho el Tribunal Constitucional, nadie duda de que tendr¨¢n resultados y desembocar¨¢n en pasos decisivos hacia la independencia.
Lo mismo sucede con los pol¨ªticos presos. La autoridad judicial no se ha interesado por sus ideas o por sus manifestaciones p¨²blicas. De hecho, si algo hay en el momento pol¨ªtico espa?ol actual es una sobreabundancia de declaraciones p¨²blicas y de expresiones a veces muy vehementes de ideas, deseos, proyectos e intenciones. No estamos faltos en absoluto de libertad de expresi¨®n. El inter¨¦s de la justicia ha sido por las acciones presuntamente delictivas de estos pol¨ªticos y funcionarios presos o detenidos por unas horas.
Se entiende perfectamente que quienes les apoyan en sus actividades y en sus prop¨®sitos les defiendan. Si no lo hacen ellos, ?qui¨¦n lo har¨¢? Pero que no les defiendan por motivos falsos es lo m¨ªnimo que se puede pedir. Y la ¨²nica defensa que cabe y que tambi¨¦n merecen es como personas que quieren subvertir el orden legal establecido, es decir, para decirlo con palabras antiguas y fuertes, como revolucionarios.
Hannah Arendt hace una inteligente distinci¨®n entre desobediencia civil y revoluci¨®n que viene como anillo al dedo para poner un poco de orden en las ideas sobre este movimiento que se presenta como pacifista, inocente y feliz en sus buenos prop¨®sitos y en sus ben¨¦volos objetivos. "Quien practica la desobediencia civil -dice la fil¨®sofa-- acepta, mientras que el revolucionario rechaza, el marco de la autoridad establecida y la legitimidad general del sistema de leyes".
El desobediente civil, que se acoge a la Constituci¨®n para ver protegidos sus derechos, s¨ª puede convertirse en un preso pol¨ªtico cuando la autoridad le detiene y encarcela precisamente por actuar en defensa de la legalidad, como hizo Rosa Parks en 1955 cuando vulner¨® una legislaci¨®n del Estado de Alabama discriminatoria con la poblaci¨®n de color con el objetivo de obtener la protecci¨®n de la Constituci¨®n de Estados Unidos. Lo que defiende el desobediente civil es el ejercicio de una libertad constitucional, limitada precisamente por la ley de rango inferior democr¨¢ticamente aprobada de un Estado.
El revolucionario, en cambio, vulnera la ley para subvertir la ley y cambiarla por otra, la suya, y en el caso de la secesi¨®n catalana intenta forzar la creaci¨®n de un demos catal¨¢n que anule y se apodere del demos espa?ol en Catalu?a hasta conseguir el surgimiento de una soberan¨ªa propia efectiva y la consiguiente secesi¨®n de Espa?a. Dif¨ªcil acogerse por tanto a la idea de desobediencia civil o a la de libre expresi¨®n de las ideas, dos de los casos invocados por los militantes del proc¨¦s.
?Los revolucionarios presos son presos pol¨ªticos? No lo son si se entiende como lo entendemos en Espa?a, donde pesa muy l¨®gicamente la memoria viva del franquismo, cuando no hab¨ªa Estado de derecho como ahora sino meramente un Estado autocr¨¢tico con derecho, es decir, con leyes o decretos leyes aprobados antidemocr¨¢ticamente y sin atender a la divisi¨®n de poderes.
El problema con el franquismo es que ahora estamos en una ceremonia de la confusi¨®n que pretende hacerlo revivir como si fuera una etapa no superada de nuestra historia. Con las actividades clandestinas de quienes organizaron astutamente el 1-O y con las magulladuras recibidas en los colegios electorales por las brutales cargas de la polic¨ªa una parte de la poblaci¨®n catalana ha tenido la oportunidad de vivir de nuevo en sus cabezas, como si estuvieran en los a?os 70, aquella lucha antifranquista en la que la mayor¨ªa no particip¨®, Y con los pol¨ªticos presos tiene ahora la oportunidad de reconstruir tambi¨¦n la victimizaci¨®n de los h¨¦roes del proc¨¦s como si fueran luchadores por la democracia y contra Franco.
Hay que decir que son pol¨ªticos presos y no presos pol¨ªticos, puesto que no los hay en propiedad en un Estado de derecho constitucional y democr¨¢tico. Pero s¨ª son pol¨ªticos revolucionarios presos. Presos en raz¨®n de que pretend¨ªan anular el orden legal constituido y crear uno nuevo y arriesgaban por ello que les pasara lo que les est¨¢ pasando. Tambi¨¦n estar¨ªa bien que ahora no se hicieran los despistados. No hac¨ªan desobediencia civil ni estaban ejerciendo la libertad de expresi¨®n o de manifestaci¨®n.
Ellos hacen bien en presentarse como v¨ªctimas de la supuesta vulneraci¨®n de las libertades p¨²blicas protegidas por la Constituci¨®n, pero el Gobierno cuyo poder en Catalu?a est¨¢n desafiando hace muy mal al explicar de forma tan torpe por qu¨¦ la justicia les detiene. Lo hace tan mal el Gobierno, que en el fondo se merece que le restrieguen por la cara la existencia de presos pol¨ªticos, porque son presos fabricados por la pol¨ªtica o, lo que es peor, por la ausencia de pol¨ªtica, especialmente por parte de Mariano Rajoy. Que nadie se extra?e por tanto del ¨¦xito de la operaci¨®n propagand¨ªstica en curso.
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