Emoci¨®n en la distancia

En la noche del martes una espl¨¦ndida Diana Krall inaugur¨® con todos los honores la 49 edici¨®n del Festival de Jazz de Barcelona. El auditorio del F¨°rum, un local tan poco adecuado para este tipo de m¨²sica (escenario demasiado grande, platea excesivamente ancha) no lleg¨® a llenarse, pero el calor y la entrega de un p¨²blico de mediana edad, bastante arreglado para la ocasi¨®n, compens¨® con creces los asientos vac¨ªos.

Un magn¨ªfico alzamiento de tel¨®n para un certamen que se alargar¨¢ hasta finales de diciembre con m¨¢s de 120 conciertos. Un cartel abultado en el que resulta imprescindible leer la letra peque?a, donde suelen esconderse las verdaderas perlas. M¨¢s all¨¢ de los conciertos de campanillas (Chick Corea, Tomatito, Lila Downs, El Cigala, Barbara Hendricks) este mismo viernes, el Conservatorio del Liceo acoger¨¢ a una las grandes realidades de la trompeta actual Ambrose Akinmusire. Otras presencias de alto voltaje (Miguel Zen¨®n, Chris Potter, Bad Plus, Human Feel, Julia Holter o Trombone Shorty) recomiendan bucear un poco en la programaci¨®n.

En la inauguraci¨®n del festival Diana Krall ofreci¨® un concierto sin fisuras, perfectamente equilibrado en su parcela vocal e instrumental pero sin llegar a levantar los ¨¢nimos del personal. En un escenario tan grande el distanciamiento habitual de la cantante/pianista se hace a¨²n mayor y es dif¨ªcil conseguir esa complicidad que se producir¨ªa en un peque?o teatro o mejor en un club. ?En un club hasta su falta de carisma ser¨ªa imparable! L¨¢stima, pero en las alturas de rock star (es decir en los precios nada jazz¨ªsticos) en los que ahora se mueve la diva canadiense esto resulta impensable.

Salvando la insalvable distancia del escenario Diana Krall hasta se mostr¨® tierna por momentos, pareci¨® incluso emocionarse y emocion¨®, eso s¨ª, a casi todos los presentes con esa revisi¨®n tan profunda como inocua de un pu?ado de est¨¢ndares estadounidenses y de otro pu?ado de temas recientes que, en sus manos y cuerdas vocales, ya suenan como si lo fueran. Gershwin, Porter, Berlin se codearon con total naturalidad con Tom Waits, Bob Dylan o Joni Mitchell. El exuberante tema de Waits, Temptation, fue lo mejor de la noche y tambi¨¦n lo mejor recibido por el p¨²blico (indicador indiscutible de que su p¨²blico no anda anclado en el pasado).

Como suele ser habitual Krall dej¨® mucho espacio para que sus m¨²sicos se expresaran. Y ni el guitarrista Anthony Wilson (en la banda desde 2001) ni el violinista Stuart Duncan desaprovecharon la ocasi¨®n redondeando as¨ª el trabajo de la cantante.