El desgarro socialista

Conforme el conflicto se enconaba y se concretaba la amenaza del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n, la incomodidad de los socialistas catalanes crec¨ªa. Varios de sus alcaldes y dirigentes ya consideraron desproporcionada la carga policial y la acusaci¨®n de sedici¨®n que ha llevado a la c¨¢rcel a los dirigentes independentistas Jordi Cuixart y Jordi S¨¢nchez. Pero no era ese el ¨²ltimo c¨¢liz. A muchos se les pone ahora un nudo en la garganta al pensar que el PSOE va a tener que apoyar la intervenci¨®n de la autonom¨ªa y no se imaginan al senador Jos¨¦ Montilla, cordob¨¦s que ha sido presidente de la Generalitat, s¨ªmbolo de la Catalu?a integradora, votar en la c¨¢mara alta en favor de cercenar el autogobierno de Catalu?a de forma tan radical como ha anunciado Mariano Rajoy.

Por mucho que est¨¦n convencidos de que resulta ineludible restablecer el orden constitucional y no compartan en absoluto la deriva insurreccional del independentismo m¨¢s radical, se sienten atrapados en una din¨¢mica que saben que no controlan y de la que nada bueno pueden esperar. Ellos se ven obligados a seguir al PSOE y el PSOE a seguir al PP justo cuando m¨¢s necesitado est¨¢ el socialismo de tener un perfil propio y ofrecer una alternativa diferenciada a la grave crisis institucional que vive el pa¨ªs.

Uno de los efectos del conflicto catal¨¢n sobre la pol¨ªtica espa?ola es que ha permitido que el PP se mantenga en el Poder pese a la severa p¨¦rdida de apoyos electorales. De hecho, si no fuera por la amenaza del independentismo, Rajoy ya no estar¨ªa en el gobierno. Ese fue el principal escollo para que se formara una mayor¨ªa alternativa alrededor del PSOE, m¨¢s all¨¢ de la competencia entre socialistas y podemitas por la hegemon¨ªa de la izquierda. Ahora el PP calcula exultante los r¨¦ditos que puede obtener de una defensa firme de la unidad de Espa?a. De momento, de los juicios por corrupci¨®n ya apenas se habla.

Algunos han criticado a Rajoy por su actitud dubitativa a la hora de responder al envite soberanista, pero Rajoy sabe que necesita al PSOE y este necesita tiempo para asimilar una posici¨®n subordinada en un asunto tan crucial de la pol¨ªtica espa?ola. Para Pedro S¨¢nchez, la situaci¨®n no es en absoluto f¨¢cil. De ganar las primarias con la bandera de la oposici¨®n frontal a Rajoy y el reconocimiento de la plurinacionalidad de Espa?a, a darle un apoyo pr¨¢cticamente incondicional. Cada vez que ha querido desmarcarse del PP ofreciendo un pacto federal, se ha encontrado con importantes resistencias en su propio partido. Algunos de sus adversarios internos han salido raudos a apoyar la posici¨®n del PP: antes de cualquier di¨¢logo hay que restablecer la legalidad rota en Catalu?a.

La propuesta de una reforma constitucional ha pasado as¨ª a un segundo plano y al PSOE solo le queda secundar al PP en la aventura del 155, de la que se sabe como se entra pero no c¨®mo se sale. No es dif¨ªcil imaginar que pueda pasarles lo mismo que le pas¨® al PSC durante las discusiones del Estatut de 2006, solo que en direcci¨®n opuesta. Pasqual Maragall plante¨® la reforma del Estatut como un medio para blindar las competencias del autogobierno. La ¨²ltima legislatura de Jos¨¦ Maria Aznar hab¨ªa demostrado que el pacto auton¨®mico del 78 corr¨ªa peligro por la interpretaci¨®n restrictiva y recentralizadora que impulsaba el PP. Maragall quiso reforzar los lazos y suscribir un nuevo pacto para otros 30 a?os con una reforma pactada con el PSOE y tramitada por los cauces previstos en la Constituci¨®n.

Pero en la discusi¨®n del Estatut se encontr¨® con que CiU, entonces en la oposici¨®n, y ERC, que formaba parte del Gobierno tripartito, emprend¨ªan una subasta al alza para ver cu¨¢l consegu¨ªa ir m¨¢s all¨¢ en la reclamaci¨®n de competencias. Esa din¨¢mica desbord¨® al PSC y trabajo tuvo el PSOE para reconducir las cosas en el Congreso de los Diputados. Las consecuencias de lo que ocurri¨® despu¨¦s con la sentencia del Estatut de 2010 est¨¢n a la vista.

Ahora puede producirse una din¨¢mica similar pero de signo inverso. En su ansia por tener un perfil propio, Ciudadanos puede entrar en una pugna con el PP por qui¨¦n defiende mejor y con m¨¢s ah¨ªnco la unidad de Espa?a. Y de nuevo los socialistas pueden quedar atrapados en una telara?a de la que no puedan escapar. El problema es que defender la unidad de Espa?a con una intervenci¨®n de la autonom¨ªa como la que ha puesto en marcha Rajoy les puede enajenar los pocos apoyos que les quedan en Catalu?a, y sin apoyo en Catalu?a, el PSOE dif¨ªcilmente puede aspirar a recuperar el poder en Espa?a.

La gran obra del PSOE, el desarrollo de los pactos de la Transici¨®n, puede quedar as¨ª anegado por el nuevo esp¨ªritu unitarista y de signo autoritario que abandera el PP. Quienes han contribuido a construir la mejor Espa?a que hemos conocido pueden perder su principal legado a manos de una derecha que habr¨¢ logrado por fin desbaratar lo que m¨¢s le incomodaba del pacto del 78.