El derecho a ser cigala
Una obra de teatro explora con humor negro la incomprensi¨®n hacia los que quieren ser lo que realmente son
En busca de realizar su identidad, ?scar se va a someter a un proceso en el que su piel se volver¨¢ roja y dura, sus piernas se fundir¨¢n para formar una cola y en vez de manos tendr¨¢ poderosas pinzas. Porque ?scar se siente crust¨¢ceo y quiere vivir acorde a ello.
?¡ª¡°Se ve¨ªa venir, siempre le gust¨® mucho el mar¡±, dice su familia, en una s¨¢tira de la estereot¨ªpica frase propia de los m¨¢s cu?aos.
Este es el punto de partida de la obra teatral ?scar quiere ser una cigala, escrita por Luis Enrique Montero y dirigida por Alberto Sabina, con un argumento entre extra?o y absurdo que recuerda a los rinocerontes de Ionesco y a las cucarachas de Kafka. Se puede ver en el Teatro Galileo hasta el 3 de diciembre.
El paralelismo resulta evidente con las personas que nacen con unos atributos sexuales que no son los correspondientes a los del g¨¦nero con el que se identifican, pero no solo eso. ¡°Me inspiraron todos los casos de LGTBfobia que se producen, pero tambi¨¦n se puede extender a todos aquellos que son rechazados por querer ser lo que son: el hijo de abogados que quiere estudiar Bellas Artes o el izquierdista nacido en familia conservadora¡±, dice el autor.
La obra relata, con notable humor negro, la peripecia de ?scar (para m¨¢s inri interpretado por una actriz, ?ngela Mart¨ªn) y los problemas para ser aceptado por una familia que se debate entre los intentos de comprensi¨®n y los sentimientos de rechazo (son Ra¨²l Pulido, Mar¨ªa Jos¨¦ Palaz¨®n y Pablo Gallego Boutou), siempre asesorados por una solvente y algo despreocupada psic¨®loga experta en ¡°disforias de especie¡± (Ana Ca?as). Son la compa?¨ªa Teatro por ejemplo, preocupada por llevar a escena problemas candentes y de que sus miembros tengan una formaci¨®n multidisciplinar que permita la creaci¨®n colaborativa.
El dramaturgo buce¨® en los mitos m¨¢s terribles como fuente de inspiraci¨®n: la historia de Procne y Filomena o la de Medea. ¡°Me interesaba c¨®mo en la tragedia griega las familias utilizan de manera cruel a los hijos para urdir sus venganzas¡±, dice Montero. ¡°Tambi¨¦n se habla mucho sobre la aceptaci¨®n de la homosexualidad en la Antigua Grecia, yo me fij¨¦ en aquellas historias donde aparece la trans e intersexualidad, como en Tiresias, que fue cambiado de sexo en varias ocasiones por los dioses, o en Hermafrodito, hijo de Hermes y Afrodita, que ten¨ªa los dos sexos¡±.
La obra ahonda en temas como la hipocres¨ªa y la doble moral: una caracter¨ªstica del montaje es que transcurre a trav¨¦s de dos l¨ªneas. Una es la realidad, digamos, visible, y otra la realidad psicol¨®gica, que se desarrolla en la cabeza de los personajes. As¨ª, con un cambio de iluminaci¨®n, comprobamos la diferencia entre lo que dicen y lo que realmente piensan: casi nunca es lo mismo.
¡°Creo que entendemos mal la tolerancia: no se trata de decir que s¨ª a todo¡±, dice Montero, ¡°sino de una herramienta para dialogar y buscar consensos desde cada postura¡±. De alguna forma, la obra tambi¨¦n humaniza a aquellos que no tienen la capacidad mental o cultural para entender las conductas de los otros. ¡°No quer¨ªa hacer una obra de buenos y malos, sino sobre la necesidad de intentar comprenderse, cosa que no se difunde mucho en debates televisivos ni redes sociales, convertidas en un campo de batalla¡±.
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