La radicalizaci¨®n de Ciudadanos
Albert Rivera se dispone a recoger la herencia del expresidente Aznar, algo deste?ida por la indolencia ideol¨®gica de Rajoy
¡°La injusticia que supone el cuponazo vasco incrementa la desigualdad¡±. ¡°El cuponazo es darle dinero a quien debe aportar: un privilegio y un agravio¡±. Lo ha dicho Albert Rivera en el parlamento al votar ¡ªjunto con los valencianos de Comprom¨ªs¡ª contra la actualizaci¨®n del cupo vasco. El principal socio del PP se desmarca, aprovechando una nueva ocasi¨®n para regalar los o¨ªdos de los sectores de la derecha m¨¢s irritados por la crisis territorial.
Es curioso el caso de Ciudadanos: sus dirigentes cada d¨ªa est¨¢n m¨¢s enfadados, la irritaci¨®n se ha convertido en su modo de estar en el mundo. Apareci¨® el partido en Catalu?a como un proyecto centrado en un solo tema: la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica y la defensa del castellano en esta comunidad, un proyecto reactivo que ha marcado su car¨¢cter. Sus dirigentes decidieron dar el salto a la pol¨ªtica espa?ola en el clima general de renovaci¨®n que condujo a la ruptura del bipartidismo. Mientras se han ido consolidando territorialmente en toda Espa?a, en el contexto de la crisis catalana, se han ido agriando paulatinamente, hasta emprender un cambio de rumbo acelerado que les ha llevado a desbordar al PP por la derecha. Ciudadanos ten¨ªa que ser el ala liberal del espacio conservador y se est¨¢ convirtiendo en plataforma de acogida de la derecha m¨¢s ideol¨®gica y m¨¢s patri¨®tica, la que sigue teniendo a Aznar como referente.
El ¨²ltimo pinito reformista de Ciudadanos fue el fallido pacto de gobierno con el PSOE de Pedro S¨¢nchez. A partir de all¨ª se puso al servicio del PP, elimin¨® de un plumazo las referencias socialdem¨®cratas de su programa hasta que, especulando con las vacilaciones de Rajoy, encontr¨® un caladero entre aquellos que consideran que el presidente es demasiado d¨¦bil. Albert Rivera y los suyos emprendieron r¨¢pidamente la construcci¨®n de un perfil ideol¨®gico duro, basado en la interpretaci¨®n m¨¢s radical del art¨ªculo 155 y la reespa?olizaci¨®n de Catalu?a en particular y de Espa?a en general, desde el que ahora amenazan con robar votos al PP desbord¨¢ndole por la extrema derecha. Y este es hoy su programa.
Algunos dicen que la dureza de Rivera contra el cupo vasco busca votos en Catalu?a, pero su verdadero objetivo son los votos del PP en Espa?a. El l¨ªder de Ciudadanos ha aprendido de Aznar algo que en la monserga pospol¨ªtica algunos tienden a olvidar: la conquista de la hegemon¨ªa ideol¨®gica es el paso previo a la conquista del poder pol¨ªtico. Y as¨ª Rivera se dispone a recoger la herencia del expresidente, algo deste?ida por la indolencia ideol¨®gica de Rajoy, que, sobre la base del doctrinarismo patri¨®tico espa?ol y de un neoliberalismo de catecismo, dio a la derecha una hegemon¨ªa que todav¨ªa dura y que Rivera quiere prolongar. Y Aznar se lo reconoce se?al¨¢ndole como escogido.
En este juego hay un objetivo inmediato: cortocircuitar la ¨²nica v¨ªa de un posible entendimiento entre el soberanismo y el constitucionalismo: la bilateralidad. El mismo jueves, Pedro S¨¢nchez se apuntaba a esta apuesta: al tiempo que votaba el cupo vasco se compromet¨ªa a no aceptar soluci¨®n alguna para Catalu?a fuera del sistema de financiaci¨®n auton¨®mica general. Lo que se tolera al Pa¨ªs Vasco no se tolera a Catalu?a, entre otras cosas, por una raz¨®n de dinero. Al 20 por ciento del PIB pocas concesiones. La crisis soberanista ha puesto en guardia a muchas regiones. Y el valencianismo ha tomado la palabra con un aviso: No al cupo vasco si no se replantea previamente el modelo com¨²n. Y s¨®lo es el principio.
El conflicto catal¨¢n ha dinamizado el desplazamiento de la pol¨ªtica espa?ola hacia la derecha, que ya se hab¨ªa iniciado con la debacle socialista cuando, despu¨¦s del espejismo Zapatero, se puso de manifiesto que la socialdemocracia hab¨ªa perdido por completo la hegemon¨ªa ideol¨®gica. PP baja, pero Ciudadanos lo compensa con creces, el PSOE sigue sin reencontrar su espacio, Podemos va a la deriva, incapaz de anclarse en ninguna parte y deudor de sus socios locales que son los que les han dado los mejores resultados. Y todo ello a la espera de que se despeje la niebla en Catalu?a. Que es mucho esperar. En los ¨²ltimos d¨ªas gana enteros una hip¨®tesis: que el 21-D podr¨ªa ser poco m¨¢s que la antesala de unas nuevas auton¨®micas. Convocadas, estas s¨ª, desde Catalunya, y con la renovaci¨®n de ideas y de personas que ahora no ha sido posible.
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