¡°Ser¨¢ legal, pero es un trato inhumano¡±
La Comunidad traslada un centro de menores extranjeros a una residencia de ancianos que deber¨¢n dejar sus 39 inquilinos
Yo solo tengo a mi sobrina que me viene a ver cada 10 d¨ªas, si me cambian de residencia a un lugar que est¨¦ a kil¨®metros no s¨¦ cu¨¢ndo va a poder visitarme. Ser¨¢ legal lo que van a hacer, pero es un trato inhumano y una injusticia¡±, explica Joaquina Alonso. Lo dice tranquila, pero firme, desde la perspectiva que le dan sus 91 a?os y consciente de que ni ella, ni la mayor parte de sus 38 compa?eros se quieren ir, porque ¡°este lugar se ha convertido en nuestra casa y no nos pueden tratar como si fu¨¦ramos mobiliario¡±.
La decisi¨®n de la Consejer¨ªa de Pol¨ªticas Sociales y Familia de mover el centro Manzanares para menores extranjeros no acompa?ados (Cacys), situado en la calle Arturo Soria, a la residencia de mayores San Jos¨¦, en Orcasur, ha creado un gran malestar en los ancianos ¡ªa los que se tiene que desalojar previamente¡ª y en los vecinos del barrio, que se han movilizado para impedirlo. La semana pasada convocaron una asamblea que se llen¨®. En el Cacys residen 32 menores, algunos conflictivos y con problemas de adicciones.
La Consejer¨ªa argumenta que para mantener la residencia de mayores deber¨ªan convertirla en un lugar que pudiera admitir a personas dependientes, en la actualidad solo est¨¢ preparada para residentes que se valen por s¨ª mismos. Algo que es imposible por los ¡°condicionantes estructurales¡± del edificio, que no permiten, por ejemplo, la ampliaci¨®n de las habitaciones.
Nadie en el barrio entiende la decisi¨®n de la Comunidad de Madrid. Hay que tener en cuenta, adem¨¢s, que la residencia, en la que tambi¨¦n existe un comedor social, linda con los colegios Nuestra Se?ora de Montserrat y Mar¨ªa Reina, adem¨¢s de con la escuela infantil San Sim¨®n y San Judas y el centro de ocio y tiempo libre el Tomillar. ¡°Si a los ni?os se les cuela una pelota, entran a por ella¡±, cuenta uno de los ancianos.
¡°De forma delirante sit¨²an el Cacys en el coraz¨®n de los centros educativos de la zona. En vez de solucionar el problema lo quieren trasladar y de un barrio de alto poder adquisitivo lo env¨ªan a Orcasitas¡±, reproch¨® el jueves pasado la diputada socialista Carla Antonelli a Carlos Izquierdo, consejero de Pol¨ªticas Sociales y Familia, en el pleno de la Asamblea. En la r¨¦plica, Izquierdo la acus¨® de no tener ninguna preocupaci¨®n por ¡°los menores de origen extranjero y en que salgan adelante¡±.
La directora del colegio Nuestra Se?ora de Montserrat, Encarna Pey¨²s, relata que se enteraron de lo que estaba ocurriendo por una llamada an¨®nima. ¡°Como m¨ªnimo deber¨ªan haber consultado con las asociaciones y presentar un informe de la repercusi¨®n en los menores y en el barrio¡±. Tampoco est¨¢ de acuerdo con el traslado de los ancianos, porque los ni?os interact¨²an con ellos en talleres. Lo que m¨¢s le duele es que desde la Comunidad se les considere poco integradores: ¡°Trabajamos inclusi¨®n, compensaci¨®n..., y aqu¨ª est¨¢ representada toda la sociedad de la zona¡±, dice.
As¨ª las cosas, Olegario Garc¨ªa, que est¨¢ ¡°a punto¡± de cumplir 92 a?os, tiene claro que no se va a ir de aqu¨ª. Lo que quieren los residentes de San Jos¨¦ a estas alturas es ¡°vivir en paz¡±. ¡°Ahora dicen que te llevan a otro lado, te separan de tu entorno. No se puede jugar as¨ª con las personas¡±, reprocha Encarna Belmonte. ¡°Es volver a empezar¡±, asiente una compa?era. Uno de los trabajadores del centro explica que en este colectivo cambios menores como de habitaci¨®n o, simplemente, de mesa provocan un gran desconcierto. ¡°Es f¨¢cil imaginar el efecto del traslado a una macroresidencia¡±, a?ade.
San Jos¨¦ es un lugar familiar, peque?o y tranquilo, en el que los residentes entran y salen a su antojo. A pesar de que las habitaciones son de dimensiones reducidas y sin ning¨²n lujo, apenas caben la cama, un sill¨®n, una mesa y un peque?o lavabo, est¨¢n contentos. ¡°Me siento atendida, protegida, ?c¨®mo la Comunidad de Madrid ha tenido el valor de hacernos esto a las personas m¨¢s d¨¦biles?¡±, se pregunta Aurora Baeza, mientras otros residentes asienten.
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