La tregua despu¨¦s del ¡®proc¨¦s¡¯
Ni los unos deben plantearse erradicar el independentismo ni los otros deben persistir en la senda de la unilateralidad
Tras el estrepitoso fracaso de la hoja de ruta de Junts pel S¨ª y la CUP (independencia sin coste en 18 meses y pl¨¢cido inicio de un ¡°proceso constituyente¡±), distintas voces del mundo independentista han ido formulando en las ¨²ltimas fechas una cierta autocr¨ªtica sobre lo acontecido. En esa autocr¨ªtica es posible distinguir dos l¨ªneas argumentales distintas. Por un lado, se confiesa la ingenuidad de haber infravalorado la fuerza del Estado. Por el otro, se reconoce que la debilidad del independentismo responde tambi¨¦n a la ausencia de una mayor¨ªa clara favorable a la secesi¨®n.
El primer argumento es bastante discutible. Si hablamos de la c¨¢rcel, por ejemplo, los promotores de la hoja de ruta sab¨ªan perfectamente que esa salida estaba en el horizonte. En una fecha tan lejana como el 20 de octubre de 2016, Carles Puigdemont ya explicaba en Vanity Fair (atenci¨®n al t¨ªtulo): ¡°Estoy dispuesto a ir a la c¨¢rcel por haber convocado un refer¨¦ndum¡±. El 2 de marzo de este a?o, el entonces consejero de Asuntos Exteriores de la Generalitat, Ra¨¹l Romeva, contestaba con un ¡°I am ready for anything¡± (¡°estoy preparado para cualquier cosa¡±) a la periodista de Reuters que le preguntaba si estaba dispuesto a ir a la c¨¢rcel. El 3 de julio, horas antes de ser destituido por opinar que lo del 1-O no ser¨ªa un refer¨¦ndum de verdad, el entonces consejero de Econom¨ªa y Conocimiento, Jordi Baiget, todav¨ªa declaraba que ¡°podr¨ªa aguantar tener que ir a prisi¨®n¡± (siempre que no tocaran su patrimonio). El 13 de julio la entonces consejera de Agricultura, Meritxell Serret, dec¨ªa tener muy claro en El Punt Avui ¡°qu¨¦ implica lo que haremos¡±. El 31 de julio Puigdemont reiter¨® su disposici¨®n en Bloomberg, y en septiembre el sucesor de Baiget, Santi Vila, explicaba en un mitin: ¡°Si tenemos que ir a la c¨¢rcel iremos¡± (y a?ad¨ªa: ¡°Si nos hemos de jugar el patrimonio, nos lo jugaremos¡±).
En definitiva, en un conflicto pol¨ªtico como el que se est¨¢ planteado en Espa?a la prisi¨®n preventiva sin fianza no parece la respuesta m¨¢s adecuada, pero nadie puede afirmar que los l¨ªderes independentistas no hubieran previsto la c¨¢rcel. La segunda l¨ªnea argumental de la autocr¨ªtica ¡ªdentro de su sutilidad¡ª da mucho m¨¢s de s¨ª, porque apunta a la causa ¨²ltima del fracaso de la hoja de ruta tal como se hab¨ªa planteado, que no es tanto la contundente respuesta del Estado como un c¨¢lculo inadecuado de la fuerza real del independentismo. El 14 de noviembre el diputado de ERC en el Congreso, Joan Tard¨¤, dijo que Catalu?a ser¨¢ independiente ¡°si hay una voluntad mayoritaria y perseverante de ciudadanos de Catalu?a de ser independientes¡±, lo cual dio pie r¨¢pidamente a la interpretaci¨®n de que si despu¨¦s de cinco a?os de proc¨¦s Catalu?a todav¨ªa no es independiente es por la ausencia de esa ¡°voluntad mayoritaria y perseverante¡±. El 9-N de 2014 1.897.274 personas votaron a favor de la independencia; en las elecciones consideradas plebiscitarias del 27 de septiembre de 2015 1.957.348 lo hicieron a favor de las candidaturas que apoyaban la hoja de ruta expr¨¦s. Y, si damos cr¨¦dito a los datos no homologados, el pasado 1-O votaron s¨ª 2.044.038 personas. Diga lo que diga Joan Tard¨¤, y teniendo en cuenta que el censo electoral de Catalu?a lo forman 5.553.983 personas, es evidente la posibilidad de aspirar a ¡°mayor¨ªas m¨¢s s¨®lidas y amplias de las que hasta ahora hemos tenido¡±, como ped¨ªa su colega Carlos Campuzano del PDeCAT en una entrevista reciente. Unas mayor¨ªas m¨¢s s¨®lidas y amplias que no se vislumbran, por cierto, ni en el ¨²ltimo bar¨®metro del Centro de Estudios de Opini¨®n de la Generalitat ni en ninguna de las encuestas preelectorales del 21-D, en las que el promedio de voto a Junts per Cataluya, ERC y la CUP es del 45%.
?Qu¨¦ hay que hacer en estas circunstancias? Mi humilde propuesta es una tregua. Al margen de la opini¨®n que nos merezcan los impulsores de la fracasada hoja de ruta, que una vez liberados deber¨ªan rendir cuentas de sus actos en el mismo parlamento que les confi¨® el gobierno de Catalu?a, ni los unos deben plantearse erradicar el independentismo ni los otros deben persistir en la senda de la unilateralidad, viendo mandatos democr¨¢ticos donde solo hay un capital pol¨ªtico tan notable como insuficiente. (Como sosten¨ªa hace poco un editorial de un diario soberanista, ¡°la autocr¨ªtica es un paso necesario para pasar de un cierto independentismo m¨¢gico a uno m¨¢s realista y pragm¨¢tico¡±.) Y a partir de esa doble renuncia ¨¢brase el di¨¢logo entre todos.
Albert Branchadell es profesor de la Facultad de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n de la UAB.
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