La hora de los comunes
Es sorprendente que la colocaci¨®n de las piezas en el tablero haya situado a los comunes como el partido de la centralidad
A medida que se acerca la jornada electoral catalana, gana cr¨¦dito la hip¨®tesis de una repetici¨®n de las elecciones, con renovaci¨®n general de candidatos y sin la carga que llevan estas, marcadas por la enorme tensi¨®n que gener¨® la crisis de octubre, convocadas desde Madrid y con candidatos en la c¨¢rcel o en el extranjero. Si no hay grandes sorpresas, ser¨¢ dif¨ªcil configurar una mayor¨ªa de Gobierno.
Pero hay que hacer lo imposible para evitar la pr¨®rroga. Por tres razones. Primera: Catalu?a no puede esperar. Seguir en la incertidumbre complicar¨ªa las expectativas econ¨®micas y sociales. Si se retoma el hilo institucional, no habr¨¢ ocurrido nada todav¨ªa que sea irreversible. Pero la prolongaci¨®n de la interinidad podr¨ªa ser catastr¨®fica. Hay indicadores preocupantes en inversi¨®n y empleo. Segunda: para la confianza social es imprescindible recuperar las instituciones catalanas; que vuelvan a estar al cargo de sus representantes electos. Teledirigidas desde Madrid, por un partido que en Catalu?a es casi marginal, est¨¢n en stand by. Solo en algunos departamentos en que los altos cargos no cesados han asumido una responsabilidad activa se est¨¢ trabajando para el futuro. Tercera: no hay ninguna garant¨ªa de que un nuevo proceso electoral se realizara en mejores circunstancias. Sin duda, un relevo generalizado del personal pol¨ªtico ayudar¨ªa a renovar proyectos y aliviar tensiones. Pero sin nuevo Gobierno, el 155 permanecer¨ªa activo. Las heridas seguir¨ªan supurando. Los procedimientos judiciales volver¨ªan a estar presentes en campa?a. La resaca se har¨ªa cr¨®nica.
Hay que afrontar el 21-D con el compromiso de formar un Gobierno viable. La escalada independentista toc¨® techo y a su vez las instituciones espa?olas no pueden negar reconocimiento y palabra a un grupo de ciudadanos que volver¨¢ a estar por encima de los dos millones. Habr¨¢ que buscar un nuevo pacto y esto solo ser¨¢ posible si los independentistas renuncian al unilateralismo y el Gobierno y las instituciones espa?olas se comprometen a abandonar el fundamentalismo jur¨ªdico, en expresi¨®n de Jordi Gracia. Para ello, la formaci¨®n de gobierno deber¨ªa abrir el campo de las alianzas. Es la hora de los comunes.
La historia de estos a?os ha sido tan rocambolesca que ha dado movimientos impensables en el escenario pol¨ªtico. Si ya fue chocante ver a Converg¨¨ncia, esencia del conservadurismo catal¨¢n, convertida en motor del ¨²nico proyecto realmente subversivo que ha conocido la democracia espa?ola, tambi¨¦n es sorprendente que la colocaci¨®n de las piezas en el tablero haya situado a los comunes como el partido de la centralidad. Un proyecto surgido de los movimientos sociales ¡ªmodelado, eso s¨ª, por la tradici¨®n pactista y revisionista del viejo PSUC¡ª aparece en estos momentos como el m¨¢s institucional. Y es probable que tenga la llave de la gobernabilidad.
Es curioso el caso de los comunes. Llegaron al poder al poco tiempo de pisar la arena pol¨ªtica. Se dudaba de su capacidad de gestionar la Administraci¨®n, este prejuicio se ha disipado r¨¢pidamente y, en cambio, donde encuentran dificultades es donde parec¨ªan ser m¨¢s fuertes: en la pol¨ªtica. Sin detrimento de la capacidad comunicativa de Ada Colau, cada d¨ªa m¨¢s por libre, encallan f¨¢cilmente en el terreno de la negociaci¨®n, de los movimientos t¨¢cticos, de las opciones estrat¨¦gicas. Tendr¨¢n que esmerarse. Est¨¢n a las puertas de un enorme desaf¨ªo: facilitar una alianza de Gobierno posible. Su patr¨®n es volver a la l¨®gica izquierda/derecha (que romper¨ªa el frentismo identitario), pero para ello hay que erosionar a los dos bloques: desgajar a Esquerra de un lado y a los socialistas de otro. Ambos se resisten. Pero los comunes nunca podr¨¢n aupar a Ciudadanos o al PP porque es contranatura y la organizaci¨®n no lo resistir¨ªa. Y dar v¨ªa libre a un Gobierno independentista, tendr¨ªa tambi¨¦n sus costes. Para ellos y para Podemos. ?Hasta d¨®nde est¨¢n dispuestos a moverse lo dem¨¢s? Nada ser¨¢ f¨¢cil en un contexto que alimenta el frentismo resistencial.
¡°Menos hechos, m¨¢s ilusiones¡±. As¨ª dec¨ªa un graffiti que Iceta se encontr¨® visitando Ciudad Meridiana con ?ngel Gabilondo. Puede que la frase tenga un rancio regusto del 68. Assez d¡¯actes, des mots, dec¨ªa un eslogan de entonces. Pero la pol¨ªtica necesita transmitir expectativas y horizontes de sentido. No solo de pan vive el hombre, por m¨¢s que el economicismo reine en la tecnopol¨ªtica contempor¨¢nea. Y este es el d¨¦ficit de los partidos antisoberanistas en Catalu?a, en su actitud reactiva se olvidan de transmitir una ilusi¨®n.
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