Los ¨²ltimos locos del cerro
El mont¨ªculo, situado en la Dehesa de la Villa, se est¨¢ quedando sin los grupos de deportistas que le dieron nombre hace al menos noventa a?os
El Cerro de los Locos, situado en la Dehesa de la Villa, un parque en el barrio de Ciudad Universitaria, se est¨¢ quedando sin locos. Aquellos dementes fueron docenas de deportistas, culturistas, gimnastas y aficionados que desde al menos los a?os 30 (si bien algunos aseguran que la historia deportiva del cerro se remonta a 1915) frecuentaron los alrededores de un transformador para practicar deporte, muchos de ellos en calzones (lo que en aquel entonces pod¨ªa ser delito), y que luego se duchaban bajo un ca?o, incluso en invierno. La mezcla de extravagancia y temeridad de esas personas defini¨® el nombre de aquella explanada. Sin embargo, debido a la proliferaci¨®n de centros deportivos y gimnasios en Madrid, as¨ª como el fallecimiento de aquellos deportistas, los d¨ªas gloriosos del cerro quedaron atr¨¢s.
"Debemos quedar unos 15 o 20", confiesa?Jos¨¦ Luis Mart¨ªn S¨¢nchez, de 80 a?os. Luis de Antonio Garc¨ªa, de 70 a?os, tiene claro que la causa del declive de la zona como espacio deportivo se ha debido especialmente a que "los deportistas originales han ido murieron o perdiendo el inter¨¦s en el cerro y sus hijos y nietos no han continuado la costumbre". El propio de Antonio admite que, desde que nacieron sus nietos hace unos seis a?os, prefiere quedarse con ellos a jugar, y adem¨¢s la pr¨®tesis en su rodilla le impide hace deporte como le gustar¨ªa.
De Antonio afirma que aquel "encanto de lugar" fue en su momento un "refugio para deportistas". "En Madrid hab¨ªa muy pocos gimnasios, y los que hab¨ªan estaban en el centro y eran caros. El cerro era el ¨²nico sitio donde se pod¨ªa hacer deporte gratis", explica. Conoci¨® aquel sitio con seis a?os, ya que su hermano mayor sol¨ªa hacer deporte all¨ª. A?os m¨¢s tarde frecuent¨® el cerro para prepararse para las pruebas f¨ªsicas de bombero.
Los tiempos de esplendor del cerro fueron entre los a?os setenta y ochenta. "Hab¨ªa colas de gente para ducharse en el ca?o despu¨¦s de hacer deporte. Familias ven¨ªan aqu¨ª a pasar las vacaciones, a tomar el sol, a jugar al f¨²tbol y a tomarse algo en el quiosco", recuerda de Antonio. El front¨®n y la pelota vasca eran las disciplinas reinas en la zona, y se practicaba utilizando la pared de la torre del transformador. "Se montaban buenas colas para jugar a la pelota [vasca], incluso hab¨ªa peleas y discusiones por los turnos. All¨ª jug¨¢bamos y nos apost¨¢bamos las pelas o un verm¨²", explica Mart¨ªn.
Aquellos hombres sudorosos y medio desnudos no pasaban desapercibidos para los curas de un colegio pr¨®ximo con vistas al cerro, hoy en d¨ªa el Colegio Mayor Santo Tom¨¢s de Aquino, y sol¨ªan avisar a las autoridades. "Cuando alguien ve¨ªa venir a los grises, nos pegaba un grito y nos pon¨ªamos r¨¢pidamente los pantalones", comenta de Antonio. Mart¨ªn recuerda c¨®mo una vez detuvieron a dos amigos suyos: "Estaban duch¨¢ndose en el ca?o en calzonas cuando llegaron los grises. Se los llevaron detenidos a comisar¨ªa y los acusaron de maricas. Les aplicaron la ley de vagos y maleantes". Nada de aquello consigui¨® frenar las actividades deportivas en la zona.
Recientemente, el cerro enfrenta una nueva amenaza: el futuro de la antigua torre del transformador (desde hace a?os de telefon¨ªa) est¨¢ en entredicho desde que se decidi¨® quitar las antenas. El consorcio no se ha manifestado a¨²n sobre el futuro de la estructura. Las paredes de la torre han sido utilizadas desde hace d¨¦cadas para jugar al front¨®n y la pelota vasca, de los deportes m¨¢s populares de la zona.
?ngel V¨¢zquez Sarti, de 75 a?os y acr¨®bata de circo y titiritero, afronta la situaci¨®n con resignaci¨®n aunque con buen ¨¢nimo, pero que peligre la torre le preocupa enormemente. Cuando el Ayuntamiento de Madrid compr¨® los terrenos, reconvirti¨® la torre del transformador en una de telefon¨ªa y cedi¨® a V¨¢zquez un espacio de la misma. All¨ª guarda aparejos de jardiner¨ªa para cuidar las plantas de la zona, raquetas de p¨¢del, pelotas y cientos de fotograf¨ªas de los deportistas que frecuentaron el cerro, las m¨¢s antiguas datadas de los a?os 40. Tambi¨¦n ha reunido numerosos recortes de peri¨®dico de reportajes y noticias sobre el cerro o de los personajes m¨¢s ilustres que han pasado por ah¨ª, como el campe¨®n de Europa de boxeo Young Mart¨ªn o el embajador de Jap¨®n en la d¨¦cada de los 40, Yakichiro Suma.
V¨¢zquez no es solo la memoria del cerro, sino tambi¨¦n el responsable de su cuidado y mantenimiento en los ¨²ltimos 40 a?os. "Cuando empec¨¦ a venir aqu¨ª estaba todo pelado, solo estaban las trincheras de la Guerra Civil. Como mis padres sol¨ªan llevarme al monte, desarroll¨¦ bastante conciencia ecol¨®gica, as¨ª que pens¨¦ en plantar algunos ¨¢rboles", explica V¨¢zquez. As¨ª consigui¨®, con ayuda de los dem¨¢s la zona con m¨¢s de 100 ¨¢rboles entre fresnos, encinas y moreras, sin contar con arbustos de romero, retama e incluso algunas chumberas. Tambi¨¦n fue el principal impulsor de la construcci¨®n de unas gradas (que ellos llaman el Parlamento) y de la colocaci¨®n de barras y bancos para hacer ejercicio.
Todos los que le conocen coinciden en que el Cerro de los Locos no ser¨ªa lo mismo sin ¨¦l. Su hermano Miguel afirma que el cerro "es su vida, le ha costado dinero y mucho tiempo". Cuando se le pregunta sobre su devoci¨®n a ese lugar, afirma que "si tuviera una casa en la sierra har¨ªa lo mismo, pero como no la tengo y aqu¨ª ven¨ªa todos los d¨ªas, me hice mi propia casa en la sierra". De Antonio lo tiene muy claro: "Cuando ?ngel muera, el cerro morir¨¢ con ¨¦l".
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