La democracia del contragolpe
Las urnas de Barcelona se llenaron de votos con muchas lecturas, una de ellas compartida: frenar al adversario
En el Passeig de Sant Joan, a la una de la tarde, cinco coches con cristales tintados salen de la sede de la Consejer¨ªa de Interior. Un mosso interrumpe el tr¨¢fico para que circulen seguidos. Un hombre de pelo y barba pelirroja sentado en el suelo levanta la cabeza y, tras unos segundos, vuelve a clavar la mirada en los libros que est¨¢ vendiendo al sol, 17 grados en Barcelona, ma?ana magn¨ªfica; tiene unos pocos levantados como reclamo, entre ellos un ejemplar de Viva Franco (con perd¨®n) de Fernando Vizca¨ªno Casas.
All¨ª cerca, un cartel municipal anuncia una Navidad sin caravanas. Un matrimonio y dos menores se paran en el sem¨¢foro. La pareja son Mireia y Gonzalo, arquitecta y profesor. Van a votar ¡°por dignidad¡±, lo van a hacer ¡°con rabia¡±. Explican las razones del independentismo: las cargas, la prisi¨®n. Ellos no quer¨ªan, Espa?a les empuja. Tienen una buena vida, podr¨ªan dejar que las cosas siguiesen igual. ¡°Pero es la dignidad¡±. Su testimonio se vuelve a encontrar, en t¨¦rminos distintos pero con sentimientos parecidos, en la Escola Mireia, la Escola Cervantes, los Jesuitas de la calle Casp y el centro c¨ªvico La Sedeta, por donde pas¨® como un hurac¨¢n la alcaldesa Ada Colau. ?No notan ustedes una movilizaci¨®n del voto constitucionalista? ?Una ilusi¨®n mayor? Gonzalo, despidi¨¦ndose, dice que s¨ª. ¡°Nosotros ya votamos con ilusi¨®n muchas veces creyendo que era la ¨²ltima, ahora lo hacemos con rabia¡±.
Hay un votante nuevo de partidos contrarios a la independencia que, tras los sucesos de septiembre y octubre, se ha decidido a salir de casa. Ese tipo de votante, sin embargo, todav¨ªa no se ha decidido a hacerlo demasiado p¨²blico. En los centros electorales se produce un fen¨®meno curioso: el voto, instrumento pac¨ªfico, es ejercido con la fuerza de quien tira el ¨²ltimo naipe a la mesa. Maite, una estudiante independentista de Administraci¨®n de Empresas, lo resume: ¡°Devolvemos con votos los golpes del 1-O¡±. Pero tambi¨¦n al otro lado (Ra¨²l, ingeniero gallego afincado en Les Corts desde hace 10 a?os) se vota con algo m¨¢s: hay mucha gente cansada, mucha gente que ¡°le vio las orejas al lobo¡±, dice. El lobo juega un papel fundamental: es el Estado represivo para unos, el independentismo y su acci¨®n erosiva de deterioro social para otros.
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Esa papeleta que se coge en los colegios es un desplante, un ejercicio imposible de efectuar con violencia a menos que uno quiera cargarse la urna, pero que se mete dentro con un ¡°os vais a enterar¡±. Votar a la contra: nada mejor para llenar las urnas.
En Mireia se forman corrillos espont¨¢neos. Nada m¨¢s llegar a esta escuela se puede ver un trabajo de los ni?os (Els invents) donde aparecen dibujados grandes inventos de la humanidad y sus creadores (la rueda, el microscopio, la bombilla el¨¦ctrica, la tarjeta de cr¨¦dito). Es all¨ª donde parte de los apoderados se colocan para observar las monta?as de papeletas y su movimiento fren¨¦tico; van desfilando ancianas que votan, en su mayor¨ªa, conservador: unas a Junts per Catalunya, otras a Ciudadanos. Una de ellas levanta una papeleta de Pacma, retirada por su hija (¡°esa no es, mam¨¢¡±, dice en catal¨¢n). Al lado del colegio hay una obra a pleno rendimiento con obreros observando el desfile de votantes y un local de men¨² del d¨ªa (Pa i Trago) donde se pide mayormente ensaladilla de primero y pollo de segundo. ¡°?Hay m¨¢s gente?¡±, pregunta un cliente a la responsable. ¡°Por esto de las votaciones, s¨ª¡±, responde. Ella, dice, ir¨¢ a la escuela a votar al terminar su jornada.
Una ilusi¨®n ¨®ptica
En los Jesuitas de la calle Casp hab¨ªa colas a las 8.30 esperando a que se abriese el colegio: una estampa como la de esos fans que duermen frente al estadio para ver de cerca a los Stones o comprar el ¨²ltimo modelo de iPhone. En otros colegios se repet¨ªa la escena. Los periodistas replicamos el mensaje: im¨¢genes espectaculares en Barcelona con colas doblando la manzana. Cuatro horas m¨¢s tarde se daban los primeros datos: la participaci¨®n de esa ma?ana fue m¨¢s baja que en 2015. Sin esas colas y sin tanta expectaci¨®n, subi¨® cinco puntos por la tarde.
La ilusi¨®n ¨®ptica ha tenido en Catalu?a una importancia curiosa en el devenir pol¨ªtico. Es el pa¨ªs de las ¨²ltimas Diadas, de las ¨²ltimas legislaturas en Espa?a; aqu¨ª hay gente que lleva despidi¨¦ndose siete a?os: eso termina produciendo una forma muy depurada de nostalgia. La jornada se vive con normalidad siempre que no aparezca la membrana m¨¢s sensible del discurso que lo dinamita todo: los presos. ¡°Pero antes era por otra cosa. Las conversaciones est¨¢n llenas de l¨ªneas rojas. Muy emocional todo. Ahora ¨¦stos son las ¨²nicas personas de Espa?a que est¨¢n en prisi¨®n por cometer un delito¡±, asegura en un aparte ¡ª¡°sin nombre, por favor¡±¡ª una apoderada del PP.
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