Azul y fr¨ªa
El autor describe un ambiente navide?o en la capital que se mezcla con el desmadre electoral y pol¨ªtico
Para quien llega, Madrid en Navidad parece una inmensa esfera azul y fr¨ªa, microhistoria de un planeta que cabe en la palma de la mano, aunque ruede interminablemente sobre un inmenso terciopelo negro. El efecto es tan enga?oso como la reprimida capacidad para dar abrazos apretados que imprevisiblemente se olvida en cuanto los madrile?os caen en la cuenta de los afectos: florece el abrazo entre quienes s¨®lo acostumbran la palmadita en la espalda o el saludo con sonrisa y al que llega se le olvida que son dos besos. Sucede entonces que el azul se vuelve rojo en las espor¨¢dicas flores de Nochebuena, que vienen de M¨¦xico y que un gringo abusivo rebautiz¨® como Poinsettias y en el calor de los ponches entre viejas conversaciones y en los acalorados festejos por un Gordo de Loter¨ªa que vuelve a caer en manos inesperadas. Lluvia de colores en las prendas de los que estrenan bufandas antes de partir el pavo y en los juguetes a punto de abrirse en lunes, porque es el d¨ªa en que comienza de nuevo eso que llaman eternidad.
De azul, fr¨ªas las luces de la Puerta de Alcal¨¢ y los focos tendidos sobre las calles que ya s¨®lo reciben peatones para abultamiento del tr¨¢fico en las aleda?as y en el vaho colectivo de los que unen las manos al filo de sus narices aparece el enrojecido gesto de la memoria: vienen a cuento todos los fantasmas de las navidades pasadas y todos los proyectos para las futuras epifan¨ªas inesperadas; en el brillo de las pupilas se clonan las velas y esa chispa ins¨®lita y ef¨ªmera que llamamos felicidad, cuando en realidad no sea m¨¢s que un pasmo tranquilo de serenidad. Incluso, en los oscuros rincones de lo que fuera el portal de un banco ahora clausurado o al filo de un recoveco a pocos metros de la Gran V¨ªa, una tertulia de indigentes brindan por San Patricio en su demencia sin calendarios y tambi¨¦n transforman en verdes carcajadas el ¨²ltimo trago de un vino amargo de cart¨®n.
Azul y fr¨ªas las calles se calientan con la callada resignaci¨®n de un desmadre electoral y pol¨ªtico que queda como tel¨®n de fondo, callado y amarillo, tan lejos de lo que realmente importa: el empe?o de los miles de madrile?os que habitan la ciudad crisol y plural que une a todos los espa?oles ante la necia recurrencia de la cerraz¨®n y el olvido. Calurosa y enrojecida, a contrapelo de las equivocadas voces que claman por alejarse; roja felicidad de los mo?os que envuelven un pa?uelo de regalos y rojas las mejillas de infancia; roja alfombra pol¨ªglota de la lengua que se asoma en la inmensa sonrisa de un Madrid que no deja de cantar, azul y fr¨ªa, la feliz melancol¨ªa de estas fr¨ªas que siempre parecen entonar un blues.
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