Cabalgata
En este desfile hay de todo: un Rey Mago con diarrea, un duende enano y s¨ª, efectivamente con pleno derecho, dos drag queens con exagerada brillantina
El dromedario mascaba chicle sin importarle estorbar el paso, mientras la paquiderma sin colmillos oscilaba mon¨®tona, movi¨¦ndose sin moverse en la fila que form¨¢bamos los peregrinos incautos, los advenedizos accidentales y los avezados adultos que evitan el carb¨®n de todos los a?os con regalos al vuelo y presentes improvisados. Hab¨ªa un par de asnos que no paraban de rebuznar sus sesudas opiniones sobre la situaci¨®n pol¨ªtica de no s¨¦ qu¨¦ paraje y un buey flatulento que parec¨ªa re¨ªrse con cada queja; m¨¢s adelante, tres vacas de orde?a comparaban sus haza?as amorosas en una antigua ganader¨ªa donde se hab¨ªan formado, mucho antes de la pasteurizaci¨®n de sus vidas y un reba?o de dieciocho ovejitas impolutas se jalaban su respectiva lana haciendo cuentas y cuentitas, como si calcularan precios en antiguas pesetas.
De los monarcas: uno se hab¨ªa refugiado en el ba?o con una diarrea galopante provocada por unas lentejas cargadas de chorizo, Baltasar bailaba una bachata con una farmaceuta y s¨®lo Melchor permanec¨ªa a las riendas de su elefante (que le hac¨ªa ojitos a la paquiderma) mientras el rey mago gritaba a voz en cuello, en esa madrile?¨ªsima costumbre de subirle el volumen a los propios parlamentos y hablar con quien sea a cuatro metros de distancia para que el mundo entero se entere.
Hab¨ªa mucho duende enano y s¨ª, efectivamente con pleno derecho, dos drag queens de exagerada brillantina que fardaban sus abanicos invisibles y sus togas fosforescentes, mientras una comitiva de pastores, abanderados con el tradicional pend¨®n de la trashumancia, llevaban sus cabras sobre los hombros, al filo de un discreto charco como espejo donde se orin¨® un caniche llamado Chiqui, pequin¨¦s horrendo que se colaba entre las piernas de los peregrinos pendientes del lent¨ªsimo avance de la cabalgata que parec¨ªa procesi¨®n de Semana Santa.
Un arc¨¢ngel baj¨® de la tercera planta para intentar iluminarnos y poner en orden al desordenado bel¨¦n donde algunos pajes gritaban y otros dormitaban en la sabrosa tradici¨®n inexplicable de formar la cabalgata anual de los reyes convertidos en magos de un presupuesto que se estira milagrosamente para comprar regalos y regalitos en una tienda departamental y adem¨¢s, intentar el envoltorio con mo?os multicolores que han de despedazar los angelitos en brev¨ªsimos segundos al filo de un abeto moribundo, a punto de desaparecer hasta el a?o que viene ya encima de todos los que cabalgan en fila entre tanta paja y pastura, a la espera de la epifan¨ªa azarosa de la loter¨ªa o la maravillosa estrella de las rebajas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.