Los amigos inesperados
El rockero, nuevo en el Central, reinventa con mucho encanto su repertorio gracias a las h¨¢biles manos del jazzista Federico Lechner
Ambos son argentinos con much¨ªsimos inviernos en madrile?idad (y alevos¨ªa), pero encarnan un t¨¢ndem casi in¨¦dito y una sorpresa particularmente inopinada. Las tres noches de este fin de semana con Ariel Rot y Federico Lechner en el Caf¨¦ Central suponen la primera incursi¨®n en el circuito jazz¨ªstico madrile?o para el antiguo integrante de Tequila o Los Rodr¨ªguez, al que contemplan cuatro d¨¦cadas de andanzas casi siempre sabrosas. Y la confluencia funciona con la naturalidad de quienes llevaran muchos a?os de ensayos furtivos. Ventajas de los trienios, qu¨¦ demonios.
Ya la pieza inaugural, esa cr¨®nica de misantrop¨ªa (merecida y razonada) titulada Una semana encerrado, simboliza la intersecci¨®n habilidosa entre rock y swing. Es el primer ejemplo de c¨®mo Rot ha querido aportar nuevo lustre, y hasta una segunda oportunidad, a un repertorio que en ocasiones hab¨ªa pasado inmerecidamente de puntillas. Hay t¨ªtulos m¨¢s recurrentes, como Dos de corazones, el excelente Me est¨¢s atrapando otra vez o un Baile de ilusiones con deje arrastrado y asunci¨®n de la derrota. Pero despuntan Vagabundo, raro ejemplo de costumbrismo para el barrio de Arg¨¹elles, con armon¨ªa traviesa y silbidito de Lechner como gancho. Y rarezas como la cacharera Yo no s¨¦ d¨®nde estar¨¢ o Rubias de Nueva York, un despiporre de pel¨ªcula aprendido del Gardel menos tanguero.
Rot es hombre elegant¨®n y de cabellera cada vez m¨¢s n¨ªvea, pero la distancia corta nos permite alabar su absoluta excelencia como guitarrista, no siempre bien subrayada. Igual que guardan mucha m¨²sica los dedos de Lechner, pianista de jazz que acent¨²a y colorea sin perder de vista su papel gregario. Federico huye de la exhibici¨®n y se decanta por la seda y el abrazo. As¨ª son los amigos inesperados, que acabaron con la Milonga del marinero y el capit¨¢n despu¨¦s de dos horas libres. A su aire.
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