Honrar al padre
El director Dennis Russel Davies corona en A Coru?a un gran concierto con la Sinf¨®nica con una versi¨®n de referencia de Haydn
La Orquesta Sinf¨®nica de Galicia (OSG) celebr¨® el pasado viernes en A Coru?a su noveno concierto de abono de los viernes de esta temporada. Tras la reciente semana gallega de Krzysztof Penderecki, la visita de un gran director como Dennis Russel Davies (Toledo, Ohio, 1944) cuyos conciertos con la OSG se cuentan por grandes ¨¦xitos. As¨ª fue en sus dos ¨²ltimas visitas, como aquella espl¨¦ndida Segunda de Beethoven de 2014, que coron¨® un precioso homenaje a Richard Strauss, y el recent¨ªsimo de mayo de 2017 en el que junto a un Bruckner para enmarcar ofreci¨® un Haydn de un intimismo arrebatador con cuatro profesores de la OSG como solistas.
Y una vez m¨¢s fue Haydn la firme base de un nuevo ¨¦xito de Russel Davies con la Sinf¨®nica, con una versi¨®n de referencia de su Sinfon¨ªa n? 86 en re mayor, que remat¨® un concierto bien variado en ¨¦pocas y estilos pero de id¨¦ntica y enorme calidad, tanto en las obras como en sus int¨¦rpretes.
Las tres obras en programa fueron fruto de tiempos convulsos, como destaca Xo¨¢n M. Carreira en sus siempre informadas e informativas notas al programa. La versi¨®n de Russel Davies de la Suite de danzas de B¨¦la Bart¨®k fue una traducci¨®n sonora bien adecuada de la miscel¨¢nea de etnias que supon¨ªa la Hungr¨ªa de 1923, a?o de composici¨®n de la obra.
La extraordinaria expresividad de manos y batuta del director toledano fue para cuantos ocupaban el Palacio de la ?pera coru?¨¦s una inestimable gran gu¨ªa visual. Subray¨® con ella toda su intepretaci¨®n en los distintos ambientes de las piezas, desde un sonido pr¨¢cticamente ¨¢rabe por sus escalas y armon¨ªa al aire absolutamente z¨ªngaro previo a la recopilaci¨®n final.
La Sinf¨®nica respondi¨® con su maleabilidad y gran calidad de sonido habituales. Graal Th¨¦?tre (Teatro del Grial), para viol¨ªn y orquesta, de Kaija Saariaho (Helsinki, 1952) tuvo una int¨¦rprete id¨®nea en Jennifer Koh. La violinista estadounidense de origen coreano imprimi¨® a su parte solista todo el contraste de garra y delicadeza que se puede extraer de un viol¨ªn. Sus temas sobre el sonido del glockenspiel o la celesta fueron un prodigio de suave transparencia.
El contraste con arpegios interminables y llenos de una fuerza rayana en la furia ¨Csubrayados por Koh en varias ocasiones con un taconazo final- subray¨® el dramatismo de la obra de la autora finlandesa. Fue esa interacci¨®n pr¨¢cticamente perfecta con los sonidos de una gran orquesta sinf¨®nica que la propia compositora demanda en su explicaci¨®n de la obra.
Y Haydn. El genio austriaco es pr¨¢cticamente un compositor fetiche para Russel Davies; no en vano es el ¨²nico director que tiene en su curr¨ªculum la grabaci¨®n de su integral sinf¨®nica. Su exhaustivo conocimiento de esta p roducci¨®n haydniana y su profundidad de concepto hacen que cada interpretacci¨®n de una de sus obras sea una verdadera clase magistral de direcci¨®n y, sobre todo, de intepretaci¨®n.
La lecci¨®n del viernes en el Palacio de la ?pera de A Coru?a (el concierto se hab¨ªa interpretado el jueves en el Teatro A Fundaci¨®n, de Vigo) comenz¨® desdde la introducci¨®n (Adagio) del primerm ovimiento. Fue un prodigio de sobriedad y elegancia (claro que no existe esta sin aquella) en una transici¨®n casi imperceptible de la solemnidad sin aspavientos a la alegr¨ªa m¨¢s apacible. Y esta continu¨® llena de firmeza hasta el final del movimiento.
El segundo, marcado Capriccio. Largo, transcurri¨® entre alguna suave sorpresa -arm¨®nica y mel¨®dica en este caso- que era digno anticipo de las que a?os m¨¢s tarde le har¨ªan famoso y rico en Londres. El conocimiento de su p¨²blico parisino y de su patr¨®n austriaco ¨Cla obra est¨¢ fechada en 1785-86- debi¨® de ser tambi¨¦n la fuente de inspiraci¨®n de un Minuetto-Trio-Minuetto de especial elegancia, en el que el Trio parece la sublimaci¨®n palaciega de un l?ndler campesino.
M¨²sica de una doble ida y vuelta entre el rural austriaco y Par¨ªs, con escala en el Esterh¨¢za de su patr¨®n. Y tal sinfon¨ªa en tal concierto solo pod¨ªa tener un espl¨¦ndido final, algo a lo que Haydn nos tiene m¨¢s que acostumbrados y que el viernes fue la mejor leccci¨®n del maestro Russel Davies. Su Allegro con spirito, m¨¢s all¨¢ de una mera y correcta utilizaci¨®n de lo que siempre llamamos eficacia conclusiva haydniana, fue una aut¨¦ntica ex¨¦gesis de esta maestr¨ªa del padre de la sinfon¨ªa.
Russel Davies dej¨® perfectamente claro en su intepretaci¨®n -con toda la elegancia de una estructura evidenciada por los rayos X- el porqu¨¦ y todos los porqu¨¦s -mel¨®dico, din¨¢mico, arm¨®nico y r¨ªtmico- que explican la justicia del ya t¨®pico sobrenombre de Haydn: el padre de la sinfon¨ªa. Si es mandato divino honrar a los padres, hay que reconocer que pocos pueden ser tan buenos hijos como el director estadounidense.
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