La mutaci¨®n del trabajo
Si la productividad aumenta y crece la riqueza, pero esta no se reparte a trav¨¦s del trabajo, alguna otra forma de reparto habr¨¢ que buscar. De lo contrario el sistema se derrumbar¨¢
En los pr¨®ximos a?os, la palabra trabajo va a ocupar el centro de nuestras preocupaciones. Y no solo porque las fluctuaciones de la econom¨ªa generen m¨¢s o menos desempleo, sino porque estamos inmersos en lo que el soci¨®logo alem¨¢n Ulrich Beck califica en su obra p¨®stuma como un tiempo de metamorfosis. No hace mucho dec¨ªamos que est¨¢bamos en una ¨¦poca de cambios, luego vimos que en realidad era un cambio de ¨¦poca pero ahora hasta ese t¨¦rmino se nos queda corto. Lo que viene es la metamorfosis del mundo que conocemos.
En La riqueza de los humanos, Ryan Avent explica que la robotizaci¨®n y la revoluci¨®n digital van a provocar tal convulsi¨®n en las sociedades avanzadas que pueden caer los fundamentos del Estado moderno. De hecho, esa convulsi¨®n ya ha comenzado. La mitad de las grandes empresas que en el a?o 2000 figuraban en la lista Fortune 500 han desaparecido, la mayor¨ªa por no haberse adaptado a la digitalizaci¨®n. Lo que sea que surja de la metamorfosis en curso ser¨¢ completamente nuevo y en el centro del gran cambio estar¨¢ el trabajo tal como lo conocemos ahora.
Rudy Gnutti, autor del documental In the same boat, recuerda en un libro que acaba de publicar (El mundo sin trabajo, Ed. Icaria) que cuando en junio de 1930 J.M. Keynes fue invitado a dar una conferencia en la Residencia de Estudiantes de Madrid sobre c¨®mo ser¨ªa el mundo un siglo despu¨¦s, dijo: ¡°Ser¨¢ mucho m¨¢s rico y la tecnolog¨ªa permitir¨¢ al hombre trabajar solo 15 horas a la semana¡±. Faltan solo 12 a?os para que se cumpla el plazo y efectivamente el mundo es hoy mucho m¨¢s rico. De hecho, en el tiempo en que se ha doblado la poblaci¨®n, el PIB mundial se ha multiplicado por seis. Pero para que se cumpla la segunda parte del vaticinio han de cambiar a¨²n muchas cosas. Ni la riqueza ni el trabajo se reparten de forma que eso sea posible. Y desde 2010 la desigualdad crece de forma alarmante.
La robotizaci¨®n puede acelerar la creaci¨®n de riqueza, pero por primera vez el aumento de la productividad puede no ir acompa?ado de un aumento del trabajo. Cada generaci¨®n de computadores es m¨¢s barata que la anterior, y eso es extensible a toda la automatizaci¨®n. Hasta el punto de que, seg¨²n datos aportados en un seminario sobre el futuro del trabajo organizado por la Asociaci¨®n Catalana de Universidades P¨²blicas, se ha iniciado el proceso inverso a la deslocalizaci¨®n. La robotizaci¨®n hace que en algunos casos resulte m¨¢s barato volver a fabricar en el propio pa¨ªs que hacerlo en un pa¨ªs asi¨¢tico. Eso ocurre justo cuando los trabajadores de estos pa¨ªses est¨¢n empezando a reclamar mejoras salariales y derechos laborales. Algunos expertos advierten de que el mayor impacto de la robotizaci¨®n no recaer¨¢ en los pa¨ªses ricos, sino en los pa¨ªses en desarrollo.
Los pa¨ªses con mayor automatizaci¨®n productiva no son ahora mismo los que m¨¢s empleo destruyen. Al contrario, aquellos con mayor densidad de robots por cada 10.000 trabajadores industriales (Corea del Sur, Jap¨®n, Singapur y Alemania) son al mismo tiempo los que tienen menor tasa de desempleo. Y esto no es porque las nuevas tecnolog¨ªas creen m¨¢s puestos de trabajo de los que se destruyen en los sectores obsoletos, sino porque el aumento de la productividad y la riqueza permiten invertir en otras actividades como servicios a las personas y ocio. A corto plazo, sin embargo, los trabajos con m¨¢s posibilidades de ser robotizados son los de baja cualificaci¨®n, lo que crea un grave problema social y supone un reto sin precedentes para el sistema educativo.
El trabajo no es solo importante porque proporciona ingresos para la subsistencia. Toda la vida social y econ¨®mica est¨¢ organizada en torno al trabajo. Tambi¨¦n la vida de las personas. Si la productividad aumenta y crece la riqueza, pero esta no se reparte a trav¨¦s del trabajo, alguna otra forma de repartirla habr¨¢ que buscar, pues de lo contrario el sistema se derrumbar¨¢. Por muchos robots que haya para producir bienes y servicios, de poco servir¨¢ si una parte importante de la poblaci¨®n no tiene recursos para acceder a ellos. Desconectar un robot ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil y m¨¢s barato que despedir a un trabajador, desde luego. Pero la l¨®gica del mercado sobre la que se sustenta el sistema capitalista se habr¨¢ destruido.
La gran cuesti¨®n es pues c¨®mo se distribuye la riqueza y c¨®mo se organiza el trabajo disponible de manera que podamos asegurar unos niveles de subsistencia dignos para toda la poblaci¨®n. Ese es el reto. La automatizaci¨®n productiva nos brinda la oportunidad de seguir creando riqueza sin tener que estar atados a un turno o a una cadena de producci¨®n tanto tiempo. Puede librarnos de tareas repetitivas y pesadas. Pero hay tareas en las que los robots nunca nos podr¨¢n sustituir: todas aquellas que requieren creatividad, inteligencia social, interacci¨®n o habilidades de manipulaci¨®n y percepci¨®n. Ah¨ª, el trabajo humano es insustituible.
La robotizaci¨®n es la continuaci¨®n de la maquinizaci¨®n. En toda revoluci¨®n hay ganadores y perdedores. Con la llegada de las m¨¢quinas, el mundo artesanal se vino abajo. Las f¨¢bricas eran insalubres y se trabajaba doce, catorce horas diarias, incluidos los ni?os. Pero la sociedad reaccion¨® y construy¨® el modelo de Estado social. La metaformosis que ahora vivimos trae grandes nubarrones, pero tambi¨¦n nos brinda la oportunidad de cambiar la forma de repartir la riqueza y pensar en el trabajo como una actividad creativa y de realizaci¨®n personal.
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