Municipios con olivos milenarios se sienten desprotegidos ante la ofensiva de los viveros
Ulldecona reclama una ley que proteja los olivos milenarios
Choque de intereses entre el negocio de las empresas viveristas y la voluntad de proteger algunas especies de interés singular como los olivos a?ejos. En las Terres de l’Ebre reivindican a estas plantas como patrimonio local y se exige la aprobación de una norma que limite su extracción, como sucede en la vecina Valencia desde hace más de 10 a?os. Los Ayuntamientos denuncian la desprotección que están sufriendo y la inacción de la Generalitat.
Un manto de olivos da la bienvendida a quien se acerca a Ulldecona (Montsià). Allí donde Catalu?a se ensambla con Castellón hay tanta escasez de lluvia como abundancia de viento; en esa tierra áspera, los olivos encuentran acomodo y proliferan. No es nada nuevo, no es moda reciente. Los olivos están ligados a ese territorio desde tiempos pretéritos. Solo así se entiende que se hable con soltura de árboles centenarios e, incluso, milenarios. Los olivos, que tienen un perímetro de 3,5 metros, tomada la medida a una altura de 1,3 metros desde el suelo, son milenarios. Así lo dice Núria Ventura, alcaldesa socialista de Ulldecona, el municipio donde se ha detectado una mayor presencia de olivos monumentales. Hay 1.400 de los casi 5.000 que ha localizado la Mancomunidad del Sénia, un organismo que integra a más de veinte municipios del triángulo formado por Catalu?a, Valencia y Aragón.
Medio centenar de los olivos de Ulldecona han sido declarados bien de interés local porque tienen un tronco de seis metros de perímetro. Una joya de la naturaleza. “Estos sí que son protegibles gracias a una ordenanza municipal”, subraya la alcaldesa, que critica que el departamento de Agricultura no haya desarrollado una ley que garantice protección a unos árboles que tienen una identidad inimitable. Al otro lado de la raya imaginaria que marca la frontera con las tierras valencianas sí existe, aunque con algunas lagunas, una Ley de Patrimonio Arbóreo Monumental, aprobada en 2006. Fue allí, en el municipio de Càlig, donde fue rodada la película El Olivo, que trata de representar la confrontación entre el arraigo del árbol a la tierra y el negocio que supone su comercialización. Un olivo anciano, de tronco gordo y nudoso, se comercializa en los viveros por un precio que ronda los 1.000 euros. La cotización va subiendo en proporción con las singularidades y achaques que haya soportado el árbol.
El Ayuntamiento de Ulldecona se?ala directamente a Cultius Pon?, un vivero de Sant Celoni (Vallès Oriental), como responsable de haber expoliado en las últimas semanas una finca entera de olivos. El consistorio dictó un requerimiento para evitarlo pero la extracción se ha realizado igualmente. La empresa, que se publicita anunciando “olivos milenarios, centenarios y superejemplares”, no ha atendido la llamada de El País.
Desde la Mancomunidad del Sénia tildan de “enga?o” la comercialización de los olivos: “Enga?an al payés pagándole barato el árbol y, luego, enga?an al comprador porque no le cuentan que estos árboles, una vez arrancados, vivirán como mucho diez o doce a?os”.
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