Jake Bugg: El ¡®viejoven¡¯ de negro
El chaval de Nottingham, siempre adscrito a estilos a?ejos, acredita en completa soledad una clase exquisita
Hasta finales de mes ni siquiera cumplir¨¢ los 24 a?itos, pero a Jake Edwin Charles Kennedy le ha cundido una barbaridad el tiempo. Lo bastante como para haber publicado ya nada menos que cuatro ¨¢lbumes, entre los que se contabilizan un debut excelente, un ¨²ltimo trabajo muy apreciable, otro solo irregular y, llegados al caso del tercero, un aparatoso patinazo. Sigue luciendo el flequillo apelmazado sobre la frente y ese gesto entre cohibido y enfurru?ado, pero re¨²ne el aplomo suficiente como para emprender, tan pipiolo, una gira ac¨²stica en la m¨¢s completa soledad. Este viernes se encar¨® a un Teatro Barcel¨® llen¨ªsimo y bien propenso al entusiasmo, la emoci¨®n y hasta el piropo. Quiz¨¢ lo de impregnar todo el local de un denso humo fuese una manera de combatir nervios o timideces, pero tras 65 minutos qued¨® claro que el chaval resiste con creces el reto de la interpretaci¨®n sin red.
En lo gestual, Bugg es un chaval de piel n¨ªvea y rictus imperturbable. Proliferaban los gritos de "I love you" o "Guapo" desde la pista, pero a nuestro protagonista, en camiseta y de oscuro riguroso, no hubo manera de arrancarle un atisbo de sonrisa. Precisemos: tuvo que equivocarse de guitarra, casi al final, para que esbozara una. Ser¨¢ concentraci¨®n, austeridad y apego por el oficio, porque Jake es notable cantando y extraordinario engrosando su repertorio y transmiti¨¦ndolo con las caricias arpegiadas a su ac¨²stica. Tiene algo de anomal¨ªa y, en su caso, de bendici¨®n: en una edad propicia para la bober¨ªa del?autotune, ¨¦l no escribe nada que no pudiera acumular bastantes m¨¢s a?os de los que constan en su DNI.
Habr¨ªa estado muy bien disfrutarle con banda, conste. Y habr¨ªa estado a¨²n mejor que la naturaleza solista del concierto, desconocida por parte del p¨²blico, constara de manera inequ¨ªvoca en lugar de camuflarse para aminorar deserciones. Pero este?viejoven de negro se ha convertido, desde antes incluso de la mayor¨ªa de edad, en una joya ins¨®lita. Tanto como el silencio precioso con el que un millar de espectadores en Madrid recibieron una balada tan quieta, emotiva y conmovedora como?Broken. Est¨¢ visto que a¨²n hay motivos para la esperanza, sobre y frente al escenario.
Aferrado a su acento crudo y due?o de una peculiar voz nasal, no apta para todos los paladares, Bugg evidencia a¨²n m¨¢s en esta versi¨®n desnuda la muy brit¨¢nica adscripci¨®n de su cancionero. Es f¨¢cil acordarse a ratos de los Gallagher (el ic¨®nico Two fingers), otros paisanos afines a la mirada cl¨¢sica, pero un himno tan generacional y vigoroso como 'Simple as this' seguramente le acercase m¨¢s a los Kinks. Y hay sorpresas como la inaugural?Hearts that strain, con un desarrollo et¨¦reo, en levitaci¨®n, no alejado de la tradici¨®n isle?a de John Martyn. O la complejidad vocal de 'Slide', bordeando siempre el abismo de los agudos.
Con?Trouble town, un?blues rasposo sobre la conflictividad de su Nottingham natal, Bugg dej¨® claro que no anhela una distinci¨®n como hijo predilecto. Pero as¨ª es este blanquito de ce?o prieto: un tipo muy poco dado a las complacencias. Ojal¨¢ esa ¨¢spera autenticidad le dure mucho.
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