Doble competencia nacionalista
La competencia entre PDeCAT y ERC y de Ciudadanos y el PP son dos subastas en paralelo: dos parejas condenadas a entenderse y a la vez a competir
La pugna entre los partidos de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras que tiene en suspenso la elecci¨®n del presidente de la Generalitat no es muy distinta de la que mantuvieron durante un a?o largo el PP y el PSOE desde 2015 hasta que Mariano Rajoy logr¨® ser investido como presidente del Gobierno. En ambos casos se trata de pares de partidos que en sus respectivos ¨¢mbitos se disputan la hegemon¨ªa como representantes de intereses socioecon¨®micos y segmentos electorales muy pr¨®ximos y en parte superpuestos. Esta cercan¨ªa tiene un aspecto muy positivo para ambos rivales en cada caso, porque facilita los acuerdos sobre programas de gobierno. Al mismo tiempo, tiene un aspecto muy conflictivo, pues empuja a cada partido a buscar e incluso agrandar diferencias entre ellos para alcanzar ante los electores la condici¨®n de m¨¢s genuino portavoz de su espacio pol¨ªtico ideol¨®gico. El premio para el vencedor es convertirse en el partido nacional.
En el caso de Esquerra Republicana y Converg¨¨ncia la competencia rebrot¨® con especial virulencia cuando ambos partidos se enzarzaron en una alocada subasta al alza durante la elaboraci¨®n del Estatuto de Autonom¨ªa de 2006. Aquella puja no ten¨ªa por objetivo mejorar el proyecto sino ganar el t¨ªtulo de primer y m¨¢s consecuente defensor de Catalu?a. El juego de la gallina: el primero que afloja es el perdedor. En aquel momento enrareci¨® extraordinariamente el debate pol¨ªtico.
Desde entonces, ERC y el PDeCat, el sucesor de Converg¨¨ncia, se han alternado en varias ocasiones en el papel de la gallina en el universo independentista. Puigdemont y el PDeCat fueron la gallina ante ERC y su secretaria general Marta Rovira en la ma?ana del 27 de octubre, cuando el presidente catal¨¢n se ech¨® atr¨¢s en la decisi¨®n de convocar elecciones auton¨®micas ante la presi¨®n del Gobierno espa?ol. Ahora, en cambio son la misma ERC y Marta Rovira quienes se niegan a seguir a Puigdemont en su rechazo a admitir que se halla en una ratonera.
La interesante particularidad de esta circunstancia pol¨ªtica es que Esquerra Republicana y sus dirigentes son por fin la parte m¨¢s relativamente sensata de esta pareja. Atr¨¢s quedan los a?os en que el diputado de ERC Joan Tard¨¤ sentenciaba en los debates del Congreso, con toda seriedad pero tambi¨¦n contra toda evidencia, que ¡°nosotros nos vamos¡±, refiri¨¦ndose, claro, a que los catalanes se iban de Espa?a. Parece que ahora, bruscamente, en la c¨²pula de ERC se abre paso una realista percepci¨®n sobre qu¨¦ es posible y qu¨¦ no lo es.
No es f¨¢cil predecir si esa maduraci¨®n de ERC va a prosperar o no. Los antecedentes del partido no inducen a esperarlo. En los medios sociales donde ERC es el partido hist¨®rico resuenan ecos del viejo libertarismo catal¨¢n, que impulsa a defender causas luminosas por imposibles que puedan parecer a otros. Ya se ver¨¢. Si prospera, esta evoluci¨®n de ERC podr¨ªa marcar un cambio de rasante en la pol¨ªtica catalana porque aportar¨ªa serenidad a segmentos de la sociedad que viven con angustia la agon¨ªa nacional de Catalu?a.
Pero si la competencia entre los dos partidos independentistas est¨¢ resultando ser desastrosa para Catalu?a, lo m¨¢s llamativo del caso es que puede serlo a¨²n m¨¢s a consecuencia, precisamente, de la competencia existente en el espacio del nacionalismo espa?ol. Aunque el primer pulso fue entre el PP y PSOE, ahora es entre Ciudadanos y el PP. En la fase anterior a las elecciones legislativas de 2011, el PP se promovi¨® en toda Espa?a como el genuino defensor de la naci¨®n espa?ola frente a lo que defin¨ªa como el desaf¨ªo catal¨¢n a prop¨®sito del Estatuto. As¨ª logr¨® ganar las elecciones generales por mayor¨ªa absoluta: acusando a Rodr¨ªguez Zapatero de estar entregado al nacionalismo catal¨¢n. En una fase posterior, sin embargo, la iniciada en 2015, Rajoy est¨¢ siendo a su vez v¨ªctima de la competencia de Albert Rivera en el papel de genuino enemigo del catalanismo. Eso se resolvi¨® por goleada en Catalu?a en las elecciones del 21-D: 36 diputados a 4 a favor de Ciudadanos. En el escenario espa?ol, el auge de Ciudadanos se ha convertido as¨ª en una amenaza tanto para el PP como para el PSOE. Vista desde ERC y el PDeCat, la perspectiva no puede ser m¨¢s inquietante. Porque el argumento para la pugna en el campo del nacionalismo espa?ol se resume en ver qui¨¦n es m¨¢s duro con el catal¨¢n. Son dos subastas en paralelo, con dos parejas de partidos condenados a entenderse y competir al mismo tiempo en cada uno de los respectivos espacios.
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