Bart¨®k con mucho ¨ªmpetu

La gira espa?ola de Javier Perianes y Pablo Heras-Casado con la Orquesta Filarm¨®nica de M¨²nich tuvo el lunes en el Palau de la M¨²sica Catalana un prometedor arranque. La buena sinton¨ªa entre el pianista onubense y el director de orquesta granadino alumbr¨® una incisiva y colorista versi¨®n del Concierto para piano y orquesta n¨²m. 3, de B¨¦la Bart¨®k. Le falt¨® un punto de misterio y profundidad expresiva, pero tuvo momentos de extraordinaria brillantez. Fue lo mejor de una velada en la que Heras-Casado dirigi¨® una temperamental, y no siembre equilibrada, versi¨®n de la S¨¦ptima sinfon¨ªa de Antonin Dvor¨¢k.

Produce enorme satisfacci¨®n ver en acci¨®n a dos de los m¨²sicos espa?oles de mayor proyecci¨®n internacional acompa?ados por una de las mejores orquestas de Alemania. Con ella han grabado un disco dedicado a Bart¨®k, con el Tercer concierto y el Concierto para orquesta, que Harmonia Mundi present¨® ese mismo d¨ªa en el Palau como tarjeta de presentaci¨®n de la gira, que esta semana recala en Madrid, Fuerteventura, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife.

Heras-Casado escogi¨® la Sinfon¨ªa n¨²m. 50, en do mayor, de Franz-Joseph Haydn para abrir el programa; intent¨® conseguir las ligeras texturas, el encanto sonoro y el juego r¨ªtmico de las formaciones especializadas en el clasicismo, pero, a pesar de ajustar la plantilla a las necesidades estil¨ªsticas, la Filarm¨®nica de M¨²nich son¨® con excesiva contundencia y rigidez.?

Apostar por Bart¨®k en una gira por Espa?a es siempre encomiable, porque no est¨¢ entre los favoritos ni del p¨²blico ni de los programadores. Por fortuna, el templo modernista registr¨® una buena asistencia y, a tenor de los aplausos, el ¨¦xito ha recompensado la elecci¨®n, como guinda del programa, de su ¨²ltimo concierto para piano. ?ltimo e inacabado: cuando muri¨®, en septiembre de 1945, le quedaban 17 compases para acabarlo, tarea que llev¨® a cabo su disc¨ªpulo Tibor Serly.

Javier Perianes explor¨® con sensibilidad los momentos de tristeza y nostalgia l¨ªrica que otorgan al Adagio religioso una belleza po¨¦tica enigm¨¢tica y hermosa. A veces sonaba m¨¢s a Ravel que a Bart¨®k, pues esta m¨²sica tiene algunos c¨®digos que se desentra?an mejor desde la serenidad que desde el ¨ªmpetu que mostraron sus int¨¦rpretes. Pero el p¨²blico aplaudi¨® a rabiar la calidad y potencia del sonido, la precisi¨®n y, en especial, la energ¨ªa r¨ªtmica que tan bien supieron mantener los dos m¨²sicos andaluces.

Los metales de la Filarm¨®nica de M¨²nich tuvieron momentos gloriosos en una trepidante lectura de la S¨¦ptima de Dvor¨¢k llevada con tempi de v¨¦rtigo. Un poco m¨¢s de serenidad hubiera permitido saborear la belleza mel¨®dica y los finos detalles de esta soberbia partitura, pero Heras-Casado prim¨® su aliento dram¨¢tico y su vigor r¨ªtmico, creando cl¨ªmax que la formaci¨®n alemana resolvi¨® con potencia y esplendor.