Guardarse de dos falacias
El sentido com¨²n indica que lo adecuado es bajar las matr¨ªculas para las clases populares, pero no para las pudientes
El 26 de Febrero figur¨¦ en el titular de un art¨ªculo del Doctor Morente, vicerrector de la UAB. Me reprochaba inconsistencia en haber sido parte en las reducciones de la financiaci¨®n universitaria en Catalu?a a principios de esta d¨¦cada y reclamar ahora que debe aumentarse.
No hay inconsistencia. Simplemente, existe el ciclo econ¨®mico. La econom¨ªa de vez en cuando sufre una contracci¨®n, las de 2007 y 2012 fueron muy fuertes. Con ella caen los ingresos tributarios y, en consecuencia, el gasto en muchas partidas presupuestarias. A menos, claro est¨¢, que se permitan y se financien unos niveles de d¨¦ficit que a la Generalitat no se le permitieron. L¨®gicamente, en tiempos de recuperaci¨®n el gasto volver¨¢ a aumentar.
Podr¨ªa dejar el tema ah¨ª. Pero ir¨¦ m¨¢s a fondo. Sabiamente, la norma que siguen los gobiernos, incluido el de la Generalitat, no es la de reducciones lineales. Hist¨®ricamente la proporci¨®n del presupuesto que se dirige a cubrir necesidades sociales (ense?anza obligatoria, salud, dependencia,¡) se ha establecido en un cierto porcentaje. Pero, ?qu¨¦ ocurre durante el ciclo econ¨®mico? Un principio muy compartido es que el gasto social es prioritario y hay que minimizar su oscilaci¨®n. En consecuencia, cuando la econom¨ªa se contrae hay que recortar menos el gasto social que el resto. La contraparte es que, cuando llega la recuperaci¨®n, hay que incrementar m¨¢s el resto que el gasto social. El gasto en universidades no es considerado gasto social y, por lo tanto, descendi¨® en la contracci¨®n, incluso m¨¢s que el gasto social. Pero ahora deber¨ªa aumentar, incluso por encima del gasto social. Por cierto, la inversi¨®n baj¨® a¨²n m¨¢s durante la recesi¨®n. Insistir en que el gasto universitario es inversi¨®n y no gasto es muy correcto, pero no es un buen argumento para prevenir recortes a corto plazo: la inversi¨®n es lo m¨¢s aplazable.
Una falacia de la que debemos guardarnos es la siguiente. En ¨¦pocas de contracci¨®n se adopta el principio de disminuci¨®n m¨ªnima del gasto social porque ¨¦ste es prioritario. Cuando llega la recuperaci¨®n es f¨¢cil, incluso natural, concluir que puesto que el gasto social es prioritario, y ciertamente hubo recortes, los nuevos ingresos impositivos deben dirigirse masivamente hacia los departamentos sociales. Pero es evidente que si se procede as¨ª se altera el consenso sobre la proporci¨®n en que debe distribuirse el gasto a lo largo del ciclo. En el l¨ªmite, despu¨¦s de algunas recesiones solo habr¨¢ gasto social. ?Y qu¨¦ ocurrir¨¢ con el resto de necesidades?
Como el vicerrector se?ala, en Catalu?a compensamos parcialmente la ca¨ªda de la financiaci¨®n con una aplicaci¨®n de la metodolog¨ªa de tarifaci¨®n social a las matr¨ªculas: subieron las de las familias que pod¨ªan pagarlas y, utilizando parte de esos ingresos adicionales, se rebajaron las de las familias con dificultades. Es decir, las matriculas se hicieron condicionales a la renta. Sin duda el sistema es perfectible pero es por donde van a ir las cosas en un futuro europeo en que el problema angustiante van a ser las pensiones. Es otra falacia arg¨¹ir que puesto que a las puertas de la universidad llega una representaci¨®n menguada de las clases populares la forma de incentivar su presencia en la misma es rebajar las matr¨ªculas para todos. El sentido com¨²n indica que lo apropiado es rebajar la matr¨ªcula para estas, pero que no hay raz¨®n alguna, m¨¢s bien al contrario, para hacerlo para las clases pudientes.
Estoy de acuerdo con el Dr. Morente en que la calidad universitaria se ha mantenido en los a?os de la crisis por el admirable compromiso del profesorado. Pero esa no puede ser una soluci¨®n permanente. En no sucumbir las dos falacias expuestas nos va, seguramente, la calidad futura de la universidad p¨²blica.
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