Las pintadas sacan a Llarena del anonimato
Los antisistema alientan una campa?a contra el juez del Supremo en Das, pueblo gerundense donde tiene una casa
A Das, en Girona, se llega con tiempo (dos horas desde Barcelona) y dinero (21,7 euros en peajes). Un control de los Mossos se fija en el Seat Ibiza negro. No lleva esqu¨ªs, ni tabla de snowboard, ni ni?os en el asiento trasero. Toca parar en el arc¨¦n. ¡°?Ad¨®nde va?¡± ¡°A Das¡±. ¡°Ah, entonces abra el maletero. Y la mochila. Es que Das...¡±, explica el agente.
Das, un min¨²sculo pueblo del Pirineo ¡ª140 habitantes censados, aunque solo 27 viven a diario¡ª est¨¢ en ebullici¨®n. El domingo, tras la detenci¨®n del expresident Carles Puigdemont, aparecieron pintadas sobre el asfalto del camino del Padr¨®. Las de mayor tama?o ¡ªa¨²n visibles: nadie las ha borrado¡ª, a la altura del n¨²mero 11, frente a una casa de piedra y tejado de pizarra: ¡°Llarena fascista. Ni en Das ni en ning¨²n sitio¡±. La amenaza la firma Arran, organizaci¨®n juvenil antisistema e independentista vinculada a la CUP. Otros tramos de la calle confirman que Arran tiene en su diana al magistrado del Tribunal Supremo: ¡°Te esperamos¡±, ¡°Llarena prevaricador¡±, ¡°Los Pa¨ªses Catalanes ser¨¢n tu infierno¡±.
La acci¨®n de Arran ha hecho visible, a ojos de sus vecinos, al juez Pablo Llarena, cuya existencia en la peque?a localidad del Pirineo hab¨ªa pasado inadvertida. Y ha provocado una oleada de iniciativas para hostigarle. Los autodenominados comit¨¦s de defensa de la rep¨²blica (CDR) recogen firmas en Change.org para que el Ayuntamiento de Das le declare persona non grata. Miembros del colectivo en la Cerda?a, comarca de esqu¨ª y segunda residencia, trataban de averiguar si Llarena estaba empadronado en el pueblo para eludir el pago de peajes ¡ªprivilegio reservado a los locales¡ª y demandarle. Fuentes judiciales confirmaron este martes a EL PA?S que ni el juez ni su familia est¨¢n empadronados en Das.
El acoso se reproduce igual en las calles ¡ªhan aparecido fotos suyas puestas del rev¨¦s en manifestaciones¡ª que en las redes: la fiscal¨ªa investiga a una mujer por difundir la direcci¨®n de la residencia habitual de Llarena y de su esposa en Sant Cugat del Vall¨¨s para amenazarles: ¡°Hay que difundirlo porque han de saber que no podr¨¢n ir por la calle a partir de ahora¡±, escribi¨®.
Arran promete que Llarena ¡°no podr¨¢ descansar¡± en Das y se felicita por haber ¡°se?alado¡± su casa. Aunque se equivoc¨®: el juez y su mujer tienen una propiedad en Das, pero no es esa. El primero en advertir el error fue Pere Vidal, que trabaja como carpintero para el due?o de la casa. ¡°Contact¨¦ con el se?or Ravent¨®s y con la prensa para desmentirlo. Ten¨ªa miedo de que alg¨²n idiota viniera a echar abono a la casa o a quemarla¡±. A Vidal se le ocurri¨® que la mejor medida de protecci¨®n era colgar una estelada. No encontr¨® ninguna a mano y tuvo que conformarse con una senyera. El carpintero explica que recrimin¨® la acci¨®n a un miembro de Arran, que le contest¨® por WhatsApp: ¡°No es un error, es una discrepancia en las formas¡±.
Apoyo internacional
Francesc Ravent¨®s es economista y tiene 79 a?os, pero arquea la ceja cuando se le pregunta si busca paz y sosiego en un pueblo con unas vistas privilegiadas. ¡°Yo a¨²n esqu¨ªo, estoy en forma. Vengo de vez en cuando, como la mayor¨ªa de gente aqu¨ª. A Llarena nunca lo hab¨ªa visto¡±, afirma Ravent¨®s, que ha colgado la estelada en la puerta del garaje. ¡°No es que haya ido a comprarla al chino, eh, ya la ten¨ªa. Soy independentista¡±.
Se dice que en los pueblos peque?os todo el mundo se conoce. Eso en Das parece m¨¢s falso que en cualquier otro lugar. ¡°No sabemos ni a qui¨¦n tenemos al lado. La gente viene de fin de semana, a esquiar y descansar. A veces, se organizan fiestas y botifarradas en el pueblo, pero no conoces a nadie¡±, explica Ravent¨®s.
Uno de los m¨¢s an¨®nimos de entre los an¨®nimos era Llarena. Nadie parece haberle visto, m¨¢s fantasma que hombre de carne y hueso en Das. Fuentes judiciales explican que, hace a?os, el magistrado y su mujer, Gema Espinosa, acud¨ªan con frecuencia para llevar a los ni?os a esquiar. Ahora los ni?os han dejado de serlo y sus ocupaciones no ayudan. Llarena est¨¢ en Madrid de lunes a viernes. Espinosa es directora de la Escuela Judicial ¡ªel ¨®rgano, con sede en Barcelona, donde se forma a los jueces del futuro¡ª y viaja muy a menudo, especialmente a Am¨¦rica Latina. Tambi¨¦n influye que al juez le gusta pasar inadvertido. ¡°Mira si es discreto que fue el primero de la promoci¨®n y nunca nos lo dijo. Nos enteramos cuando nos entregaron los despachos¡±, destaca un compa?ero de su hornada, que lamenta que se le haya ¡°marcado la casa, como a los jud¨ªos¡± y subraya que toda su carrera la ha hecho en Catalu?a, donde fue presidente de la Audiencia de Barcelona y portavoz de la Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura, conservadora y mayoritaria.
La Uni¨®n Internacional de Magistrados, que representa a 73 asociaciones de jueces de todo el mundo, conden¨® ayer en un comunicado los ataques a jueces en Catalu?a.
La ausencia de Llarena tambi¨¦n resuena en la Casa del Com¨², el Ayuntamiento. Ramon se presenta como responsable de la brigada municipal, aunque tiene llaves del Consistorio ¡ªque est¨¢ cerrado¡ª y llama al alcalde, Enric Laguarda, por si quiere hablar. No quiere. Dice que tiene trabajo y que est¨¢ cansado de la pol¨¦mica. Adem¨¢s, ya afirm¨® a la emisora Rac-1 que su trabajo no era ¡°espiar el censo electoral¡±, en alusi¨®n a los rumores de que Llarena est¨¢ empadronado en Das. Ramon dice que, tradicionalmente, mucha gente de Barcelona se ha registrado en Das ¡°para ahorrar en peajes y forfaits¡±. Pero esa opci¨®n no parece hoy viable: hay que tener, adem¨¢s, m¨¦dico y trabajo en la comarca. Ramon dice que no quiere l¨ªos, jura que nunca en su vida ha visto al juez ¡°salvo por la tele¡± y bromea con un vecino sobre la posibilidad de cambiar el nombre al bar del pueblo y ponerle Bar Llarena.
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