Por la tierra de los sue?os et¨¦reos
El grupo de Tel Aviv Garden City Movement, que mezcla electr¨®nica con 'rhythm 'n' blues', toc¨® anoche en la sala Moby Dick

El pop mel¨®dico, la electr¨®nica y las ense?anzas cl¨¢sicas del rhythm 'n' blues parec¨ªan lenguajes desperdigados hasta que tipos como el estupendo James Blake intuyeron las intersecciones y se adentraron en un territorio particularmente seductor. Todo ello es tambi¨¦n aplicable al discurso de Garden City Movement, con el ingrediente a¨²n m¨¢s at¨ªpico de que el tr¨ªo llegaba desde Tel Aviv, metr¨®poli que no acostumbramos a consignar en estos periplos noct¨¢mbulos madrile?as. Aterrizaron Roy Avital, Yoav Saar y Johnny Sharoni anoche en la Moby Dick y se encontraron con una sala demediada pero muy joven y curiosa, dispuesta a cruzar los brazos, entornar la vista y dejarse envolver por unas enso?aciones nada lineales, porque los paisajes del tr¨ªo (que sobre las tablas crece a cuarteto) huyen de la monoton¨ªa y picotean aqu¨ª y acull¨¢. Del funk agudo y muy pegadizo de She's so untouchable o la inaugural y fant¨¢stica My only love a otros territorios m¨¢s et¨¦reos.
?Avital y Sharoni, cada uno estrafalario a su manera (uno con chaquetita verde botella, el otro due?o de un gorro gigantesco), se turnan y superponen en labores vocales. Ninguno es un gran cantante, pero su fragilidad, que en ocasiones desemboca en falsete, resulta muy atractiva. Ya han sido l¨®gicos teloneros de Bonobo o Alt-J, pero se nos aparec¨ªa antes en la memoria la figura del alem¨¢n Roosevelt, que hace 16 meses rubric¨® un concierto estupendo en ese mismo escenario. Sobre todo porque ambos saben trazar historias l¨¢nguidas a partir de r¨¢fagas sonoras que parecen radiantes. Y nada mejor como concepto que Bitter moon, del recient¨ªsimo primer ¨¢lbum (Apollonia), para simbolizar esta ambivalencia.
Merec¨ªa la pena llegar un ratejo antes, aunque fu¨¦ramos cuatro gatos, para echarles un vistazo a Ganges, tr¨ªo madrile?o y por dos veces en castellano (alabados sean los cielos) que tambi¨¦n transita por los territorios de los sintetizadores en vuelo raso, las melod¨ªas c¨¢lidas y ese universo enso?ador que ahora todos parecen categorizar como dream pop. Acaban de publicar un primer ¨¢lbum hom¨®nimo, de dise?o tan precioso y minimalista como sus propios contenidos. Y buena parte del encanto radica en la voz de Tere Guti¨¦rrez, dulce pero poderosa al tiempo. Nos ven¨ªa a la memoria la estupenda y ef¨ªmera Sam Brown, y no solo por el flequillo rubio. Eso, mientras el bajista no aporta su l¨¢nguida segunda voz al un¨ªsono, momento a partir del cual podemos pensar en Oh Wonder.
La sorpresa fue el colof¨®n, una lectura de I wanna be yours, de Arctic Monkeys, muy bien llevada a su ¨¢mbito. A esa tierra de los sue?os que glosaban tres d¨¦cadas atr¨¢s los donostiarras La Dama Se Esconde, aunque ahora las latitudes on¨ªricas hayan variado sustancialmente sus coordenadas. Y, en el caso de GCM, hayan acelerado el latido.
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