Esperando a Russell Crowe

Si en los ¨²ltimos d¨ªas han tenido ocasi¨®n de charlar con alguien del Madrid pol¨ªtico o han prestado siquiera un poco de atenci¨®n al discurso que emana del gobierno de Espa?a y su entorno se habr¨¢n percatado de la cantinela que plantea que Der Prozess es ¡°un problema entre catalanes¡±. Algo as¨ª como ¡°p¨®nganse ustedes primero de acuerdo en sus demandas, puesto que est¨¢n fifty-fifty, y luego presenten su petici¨®n a la oficina de registros¡±. ?ste es, sin duda, un discurso simple que se permite un PP, marginal en el Parlament, que despu¨¦s de no hacer nada para resolver el asunto sigue errando el diagn¨®stico.

Miren, no. El 47% del electorado catal¨¢n, dos millones de personas, ¡ªun n¨²mero que no justifica saltarse la Constituci¨®n¡ª el problema lo tiene b¨¢sicamente con quienes pilotan, pol¨ªticos o no, el Estado en el que viven. Se sienten alienados de ¨¦l y se perciben ciudadanos de segunda en un Estado ¡ªdel que en su visi¨®n no forma parte la Generalitat¡ª que ven como algo ajeno e ininteligible. Consideran que ¨¦ste usa sus impuestos para mejorar redes viarias fuera de Catalu?a cuando ellos pagan peajes, que construye aeropuertos y AVEs in¨²tiles mientras ellos sufren largas colas para hacer despu¨¦s escalas hasta llegar a destinos internacionales, y que entienden que su catalanidad es vista como una concesi¨®n y no como algo natural.

Dilucidar si tal percepci¨®n tiene m¨¢s o menos fundamento es un trabajo tan herc¨²leo como in¨²til. Se vive hoy as¨ª y poco importa si ese sentir cuaj¨® fruto de una nacionalizaci¨®n pujoliana o de las ¨ªnfulas imperiales afrancesadas del aznarato. Considerar a esas personas y a sus ¨¦lites (con sus propios intereses, por supuest¨ªsimo) como criminales o lobotomizadas es un error y una p¨¦rdida de tiempo. Para el caso est¨¢n ah¨ª y hay otras tantas fuera de Catalu?a que andan en la misma direcci¨®n.

El independentismo es la ideolog¨ªa elegida para expresar ese malestar que ¡ªtras el fiasco del Estatut y con una crisis econ¨®mica galopante¡ª no encuentra cauce para canalizarse. No se trata de justificar la actuaci¨®n entre kafkiana y beckettiana de sus ¨¦lites, sino de tratar de comprender para poder resolver.

?Han visto la oscarizada Una mente maravillosa? Cuenta la vida de John Forbes Nash, uno de los mayores especialistas en la teor¨ªa de juegos ¡ªque, simplifico, estudia interacciones en estructuras econ¨®micas, pero tambi¨¦n humanas, a base de incentivos¡ª. Al personaje, ganador en 1994 del Premio Nobel de Econom¨ªa, lo interpreta Russell Crowe. En una escena del film en un bar sus colegas proponen ligar con la ¨²nica rubia de un grupo de morenas. Nash discrepa. Con esa estrategia se entorpecer¨¢n unos a otros y ninguno la conseguir¨¢, pero despu¨¦s tampoco a las dem¨¢s: nadie quiere ser segundo plato. Plantea, en cambio, olvidar a la rubia, ligar directamente con las morenas y asegurarse as¨ª el ¨¦xito. ¡°Para obtener el mejor resultado no es ¨²nicamente necesario que cada uno haga lo mejor para ¨¦l -sostiene¡ª sino tambi¨¦n lo mejor para el grupo¡±.

Por supuesto la tentaci¨®n de ir a por la rubia (o el rubio, no se me enfaden) ¡ªla derrota ?jur¨ªdica, pol¨ªtica, policial? del independentismo¡ª es alta, pero el coste de no conseguirla y el del procedimiento empleado tambi¨¦n. ?A los pilotos del Estado les compensa tener a la contra a dos millones de personas en un territorio generador de riqueza? Existen estudios de los dividendos perdidos tras d¨¦cadas de conflicto vasco ¡ªla contribuci¨®n catalana al PIB general es muy superior.

No hace falta ser John Nash para entender que cuanto peor marche la econom¨ªa catalana peor lo har¨¢ la del conjunto de Espa?a. Tampoco que, aun sin expresarlo del mismo modo, muchos votantes no separatistas pueden acabar por sumarse a ese magma.

Es necesario un cambio de mentalidad para acomodar a la mayor¨ªa de independentistas, no tan s¨®lo catalanes, a un proyecto de pa¨ªs moderno y abierto. En los a?os venideros ¡ªtomen nota de esto¡ª no ser¨¢ el ¨²nico colectivo a las demandas del cual el Estado deber¨¢ responder.

Espa?a, sin duda, necesita un Nash que la lidere no en la direcci¨®n del beneficio pol¨ªtico particular, sino en el del conjunto. ?ste debe tener dos caracter¨ªsticas b¨¢sicas: una contestaci¨®n m¨ªnima en su partido y un ascendente sobre la sociedad que vaya m¨¢s all¨¢ de los votantes proclives a su formaci¨®n.

Por desgracia, todav¨ªa no contamos con tal figura pero, cr¨¦anme, los empecinados en ir a por la rubia van a tener que tomar muchas ca?as mientras tratan de conseguir su enso?aci¨®n. Esperemos que aparezca Russell Crowe, con un equipo dispuesto a ir a por las morenas, antes que la estrategia equivocada de los primeros acabe con las existencias de nuestro bar.

Joan Esculies es escritor e historiador.