Cuatro kamikazes
El guitarrista de Wilco tiene tanto pedigr¨ª como jazzista que su concierto de la Sala Clamores fue tan de esc¨¢ndalo que Arcade Fire necesitar¨ªa una gira para igualarlos
A Nels Cline se le adjudica la apostilla de ¡°guitarrista de Wilco¡± desde hace tres lustros, pero su pedigr¨ª como jazzista proviene de mucho m¨¢s atr¨¢s y su aportaci¨®n al g¨¦nero, por lo comprobado anoche en la Sala Clamores, solo puede considerarse colosal. El estreno madrile?o del Nels Cline 4, su flamante nuevo artefacto, fue sencillamente un esc¨¢ndalo, en la mejor y m¨¢s raphaelesca de las acepciones. Suceden tantas cosas a cada minuto que Arcade Fire, pongamos por caso, necesitar¨ªan una gira completa para igualarlos.
Conviene perderle el miedo al v¨¦rtigo que suelen inspirar estas formulaciones de vanguardia. Cline ha acertado aqu¨ª con un segundo guitarrista, Julian Lage, seguramente tan brillante y kamikaze como ¨¦l, aunque esa condici¨®n suicida, la no aceptaci¨®n de las reglas, es extensiva al cuarteto. Resulta curioso el papel de Lage como lugarteniente, merecedor de paridad plena en protagonismo. Y se hace fascinante el juego de ambos, a ratos como pregunta y respuesta o subrayando ciertos un¨ªsonos, pero tambi¨¦n lanz¨¢ndose en picado cada uno por su pendiente. Juntos pueden abrir con un di¨¢logo de homenaje a John Abercrombie para luego evocar los mejores estallidos de furia de Robert Fripp en barbaridades como Swing ghost ¡®59. Sumemos a la f¨®rmula a Tom Rainey, el bater¨ªa de la mirada perdida y un sonido de bombardeo severo, y el virtuosismo pasmoso del bajista Scott Coley, y habremos redondeado la mejor alineaci¨®n que ha pisado esta ciudad en 2018. El sello Blue Note se rearma con un fichaje de estas dimensiones. Los diez minutos de bis con River Mouth, del lirismo a la locura y alg¨²n gui?o orientalizante, bastar¨ªan para explicarlo todo.
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