De timbres y repertorio
Al Ayre Espa?ol clausura la temporada de la Sociedad Filarm¨®nica de A Coru?a con un Haendel incrustado de Purcell
La Sociedad Filarm¨®nica de A Coru?a (SFC) ha clausurado en el Teatro Rosal¨ªa de Castro su temporada 2017-2018 con un concierto del grupo Al Ayre Espa?ol, formado en esta ocasi¨®n por Alexis Aguado y Kepa Artetxe, violines; Guillermo Turina, violonchelo, Xisco Aguil¨®, contrabajo, y Eduardo L¨®pez Banzo dirigiendo desde el clave. El conjunto residente en el Auditorio de Zaragoza ofreci¨® un programa basado en las Seis sonatas op. 2 de Georg Friedrich Haendel (HWV 386 a 391).
De estas se excluy¨® la n¨²mero 1 para tocar dos Suites de Henry Purcell (Z. 661 y 667) y el Ground, Z. D222 entre las dos suites haendelianas programadas en la segunda parte. Una digresi¨®n que priv¨® a los filarm¨®nicos de A Coru?a de la posibilidad de escuchar en su totalidad una obra cerrada como esta. En cualquier caso, la interpretaci¨®n de Al Ayre Espa?ol tuvo los ingredientes distintivos de los conjuntos historicistas. De estos cabe destacar el timbre caracter¨ªstico de los instrumentos con cuerdas de tripa que los acerca a lo que los oyentes del s. XVIII pudieron gozar.
Y sufrir, como la necesidad de un largo proceso de afinaci¨®n de los instrumentos pr¨¢cticamente antes de cada obra que recuerda la frase del gran laudista Sylvius Leopold Weiss: ¡°He pasado media vida afinando mi la¨²d y la otra media tocando mi la¨²d¡ desafinado¡±. No fue el caso esto ¨²ltimo -o no m¨¢s de lo inevitable- en el concierto del Rosal¨ªa, aunque s¨ª se pudo percibir en ocasiones esa molesta vibraci¨®n por simpat¨ªa que se llama nota ¡°lobo¡±, tan molesta como dif¨ªcil de evitar en algunos instrumentos.
El continuo en octavas de chelo y contrabajo tuvo un empaste y precisi¨®n soberbios y es de destacar la enorme vitalidad que Guillermo Turina le insufla a las pocas ocasiones en que canta su instrumento. El clave de L¨®pez Banzo aporta siempre un precioso color de fondo en el continuo, sabiendo quedar en el segundo plano que le corresponde en los preciosos di¨¢logos entre los violines creados por Haendel.
Estos di¨¢logos y el planteamiento dial¨¦ctico general del concierto estuvieron siempre muy ajustados al criterio hist¨®ricamente informado. Tambi¨¦n en lo que supone unos contrastes din¨¢micos muy marcados que en algunas ocasiones, especialmente en los movimientos r¨¢pidos, fueron incluso rayanos en el exceso. Algo de este tambi¨¦n se pudo apreciar en el diferente car¨¢cter interpretativo entre ambos violines en cuanto a timbre din¨¢mica y ausencia o presencia de vibrato, con lo que pareci¨® una excesiva subordinaci¨®n del viol¨ªn segundo de Artexte al primero de Aguado.
Por lo dem¨¢s, el concierto fue en su conjunto una excelente ocasi¨®n de saborear unas deliciosas obras de c¨¢mara escritas por Haendel, en las que se aprecia claramente la vocaci¨®n teatral del autor. De forma bien notable en el lirismo de esos di¨¢logos entre violines antes mencionados ¨Cespecialmente en los movimientos lentos- que pueden recordar los d¨²os cantados en sus ¨®peras. Pero asimismo en el dramatismo de tantos de los movimientos r¨¢pidos de unas sonatas que siguen fielmente el modelo italiano de la sonata da Chiesa. Que no en vano esta op. 2 de Haendel es todo un monumento de homenaje al Corelli que tanto admir¨® el compositor angloalem¨¢n.
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