Madrid fue Par¨ªs aquella tarde de Mayo
Asistentes al hist¨®rico recital de Raimon en la Facultad de Pol¨ªticas y Econ¨®micas se re¨²nen para evocarlo 50 a?os despu¨¦s
Aquel s¨¢bado de Mayo de 1968, por la tarde, en Madrid, un escozor semejante al de un chispazo el¨¦ctrico recorri¨® los ¨¢nimos de varios miles de estudiantes. Se hallaban hacinados por doquier, pero emocionados, en el hall de la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Econ¨®micas de la Universidad Complutense. Muchos hab¨ªan pagado 25 pesetas por asistir al acto cuyo comienzo esperaban con fruici¨®n y que iba a iniciarse en apenas unos minutos; otros se hab¨ªan colado. D¨ªas antes, el decano del centro, ?ngel Vegas P¨¦rez, presidente de la Asociaci¨®n de Amigos de la ?pera, hab¨ªa autorizado un recital musical. El catedr¨¢tico desconoc¨ªa al protagonista del evento, pero su pasi¨®n musical le pudo y dio su consentimiento. Sin embargo, los estudiantes s¨ª que hab¨ªan o¨ªdo y cantado algunas de las canciones que atentamente se aprestaban a escuchar y corear.
Las balconadas de los pisos versados hacia el hall mostraban pancartas donde se le¨ªa: Democracia Popular y lemas contra la oligarqu¨ªa. Columnas de humo de cigarrillos adensaban el ambiente. Una lluvia de panfletos antifranquistas inund¨® la estancia. Todas las miradas se concentraron sobre las escaleras del hall: un joven valenciano de 27 a?os, natural de X¨¢tiva y cantautor en catal¨¢n, surgi¨® entonces en medio de una ovaci¨®n atronadora. Era Raimon Pelegero Sanchis, m¨¢s conocido como Raimon, que iniciaba all¨ª el recital que se convertir¨ªa en emblema de la lucha del movimiento estudiantil contra el franquismo. Todo comenzar¨ªa a cambiar en Madrid a partir de aquel s¨¢bado de primavera, donde los ecos del revolucionario Mayo franc¨¦s llegaban en una intermitencia forzada por la censura.
Tres d¨¦cadas antes
De los aproximadamente 6.000 asistentes al concierto de Raimon, solo unos pocos recordaban que all¨ª mismo, no lejos del r¨ªo Manzanares, sobre la Ciudad Universitaria, hab¨ªa concluido 29 a?os atr¨¢s una cruenta guerra civil que instal¨® a partir de entonces una f¨¦rrea dictadura militar. Precisamente tres d¨¦cadas despu¨¦s y sobre el mismo lar, recomenzaba, ya organizadamente, aleccionada con canciones y poemas, la lucha por desmontar aquel r¨¦gimen siniestro. Muy pocos de los congregados supieron que aquel recital asustar¨ªa tanto al r¨¦gimen franquista que el Ministro de Educaci¨®n, Jos¨¦ Luis Villar Palas¨ª ¨Capodado payas¨ªn por los estudiantes- entr¨® en p¨¢nico y pidi¨® al dictador la creaci¨®n de un servicio secreto especial que atajara la ¡°subversi¨®n estudiantil¡±. Al frente de aquel servicio de Informaci¨®n figurar¨ªa el coronel Jos¨¦ Ignacio San Mart¨ªn quien, a?os despu¨¦s, ya en democracia, se unir¨ªa a los golpistas que secuestraron el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981.
D¨ªas antes de aquel primaveral 18 de mayo de 1968, Arturo Mora, estudiante de Ingenier¨ªa Industrial y Marta Bizcarrondo, futura historiadora y entonces delegada de Actos Culturales de la Facultad, ambos integrados en el Sindicato Democr¨¢tico de Estudiantes de la Universidad de Madrid, SDEUM, organizador del recital, hab¨ªan viajado a Barcelona para entrar en contacto con el cantautor valenciano. Pagar¨ªan tan solo sus gastos de viaje y lo alojar¨ªan en un hotel de la calle de Carretas, apenas a un latido de los calabozos de la Direcci¨®n General de Seguridad. All¨ª mismo, la temida Brigada Pol¨ªtico Social, la polic¨ªa pol¨ªtica franquista, deten¨ªa, interrogaba y torturaba a a opositores al r¨¦gimen que cayeran en sus manos. Un mero panfleto pod¨ªa implicar dos a?os de prisi¨®n. Pero los ¡°sociales¡±, como se les denominaba entonces, no se enteraron, ni tampoco averiguaron lo que se cocinaba en Pol¨ªticas y Econ¨®micas. Raimon y su esposa, Annalisa Conti, italiana y representante del cantautor, no hallaron problema para alojarse en el hostal, visitar la facultad en la v¨ªspera del recital y calibrar el sonido.
Pasi¨®n desatada
Lleg¨® la tarde sabatina. Con una pasi¨®n desatada por la ovaci¨®n atronadora que preludi¨® su irrupci¨®n en el hall de Pol¨ªticas, Raimon, exalumno de los claretianos, experto en flaut¨ªn, comenz¨® a entonar con su guitarra su m¨¢s combativa repertorio. El clamor envolv¨ªa sus cantos. Delgado, expresivo e inteligente, apenas se le escuchaba; pero daba igual. La emoci¨®n tomo posesi¨®n de los asistentes. Al vent, la cara al vent. Un aire nuevo, transgresor, comenz¨® a soplar hacia los corazones de quienes abarrotaban la Facultad madrile?a y de miles de bocas surgi¨® el grito: ?Libertad, libertad! Alguna bandera roja flameaba entre el p¨²blico. Raimon, anonadado primero y recrecido despu¨¦s, se desga?it¨® materialmente entonando sus canciones, para hacerse o¨ªr. Al grito de su Diguem no rubric¨® aquella hora y media de recital que sac¨® a centenares de los asistentes desde la carretera de La Coru?a hasta la calle de la Princesa. Cortado el tr¨¢fico de las principales v¨ªas, el lujoso Mercedes en el que viajaba la entonces princesa Sof¨ªa de Grecia tuvo que detenerse, con expresi¨®n de perplejidad ante lo que la futura Reina contemplaba, un turbi¨®n de estudiantes euf¨®ricos y tambi¨¦n enojados: ¡°soy dem¨®crata, dijo ella a un manifestante que se acerc¨® a su autom¨®vil en actitud desafiante¡±, explica Jos¨¦ Mar¨ªa Chato Galante, estudiante entonces y presente en la escena.
Al poco, 40 guardias a caballo, varias decenas veh¨ªculos de la Polic¨ªa Armada y tres camiones cisterna, equipados para propulsar agua te?ida, los c¨¦lebres botijos, cargaban contra los estudiantes que saltaban por doquier a las calzadas del barrio de Arg¨¹elles. La furia se adue?¨® de los universitarios. Cien j¨®venes fueron detenidos. Muchos m¨¢s, golpeados y empapados. ¡°No cre¨¦mos en las pistolas¡±, la frase de Raimon parec¨ªa prolongar su eco en las mentes de los manifestantes. Todo comenzaba a bullir. Pese a las cargas y los palos, el futuro, la democracia, parec¨ªa quedar m¨¢s cerca.
Este viernes, 18 de mayo de 2018, cincuenta a?os despu¨¦s, militantes del SDEUM como Jes¨²s Gago, Chato Galante, Elena Gusano, Juan Garc¨ªa Vicente entre otros asistentes a aquel recital, se han reunido en el mismo hall de la facultad, hoy de Geograf¨ªa e Historia. Quer¨ªan celebrar el arranque hist¨®rico del movimiento estudiantil que, junto con el del movimiento obrero ¨Clas 300.000 pesetas del recital recaudadas fueron a dar a la caja de resistencia de los huelguistas de la f¨¢brica Pegaso- resultar¨ªa decisivo para paralizar, inutilizar y desacreditar ante su base social un r¨¦gimen erigido sobre la fuerza, enemigo del saber y de la concordia.
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