El barraquismo vuelve al solar del horror
Personas sin recursos se instalan en Can Ricart, donde murieron cuatro personas en 2012
Los Bomberos de Barcelona recibieron un aviso a las 3:24 horas del 9 de abril de 2012. En un solar de la calle Bilbao, justo al lado de la antigua f¨¢brica de Can Ricart, las llamas se acababan de apoderar de una barraca donde dorm¨ªan tres hombres y una mujer. Los cuatro murieron calcinados. Hac¨ªa solo unos meses que malviv¨ªan en aquel descampado de Poblenou.
Han pasado seis a?os. La tragedia y el solar donde ocurri¨® son ahora el escenario de otro campamento de personas que se buscan la vida como pueden.
La explanada la ocupaban ayer una docena de barracas construidas con cartones, pl¨¢sticos y muchos tablones de madera. Al recinto se accede por una puerta de hierro escondida en la valla opaca y met¨¢lica de la calle Bilbao. Tras levantar un pestillo, la bienvenida ¡ªtras la puerta¡ª la da una rampa flanqueada por toneladas de hierros retorcidos, mucha basura, dos bombonas de butano y media docena de carros que alguna vez pertenecieron a una cadena de supermercados. Carros que se han transformado en la herramienta de trabajo de ¡ªsobre todo¡ª hombres que cada d¨ªa peinan la ciudad a la caza de todo aquello que contenga algo de metal y que se pueda intercambiar por unos c¨¦ntimos. Tambi¨¦n hay restos de una hoguera, muy cerca de donde hace a?os se origin¨® la tragedia. Los acampados utilizan el fuego ¡ªa parte de para cocinar¡ª para quemar el pl¨¢stico que rodea cualquier cable. De esta forma, extraen el cobre porque, limpio, ¡°lo pagan mucho mejor¡±. Debajo de la rampa una cuerda donde una se?ora ¡ªde mediana edad, falda, sandalias, calcetines y pa?uelo en la cabeza¡ª cuelga prendas que acaba de lavar en un barre?o.
Un joven desde el fondo del campamento llama la atenci¨®n a los forasteros que acaban de acceder a su territorio. Junto a la puerta, un hombre mayor abandona una barraca que sirve de lavabo. Otro, duerme, sin inmutarse, sobre colch¨®n.
El joven que parece mandar en el solar permanece sentado junto a una mesa de c¨¢mping. Habla un castellano insuficiente pero asegura que lleva varios a?os en Barcelona. ¡°Todos somos familia y procedemos de Ruman¨ªa¡±, explica mientras sonr¨ªe mostrando varios dientes de oro. Mientras habla, busca y rebusca en su m¨®vil un contacto. Localiza el tel¨¦fono de una t¨¦cnico de la Oficina del Plan de Asentamientos Irregulares (OPAI) del Ayuntamiento de Barcelona. Es su manera de asegurar que la administraci¨®n local sabe que est¨¢n all¨ª.
Las estad¨ªsticas de la OPAI dicen que en 2017 hubo una media de 444 personas viviendo en barracas y campamentos en la ciudad. La cifra ha aumentado y en el primer trimestre de 2018 la media es de 536. ¡°Aqu¨ª vivimos 17¡±, destaca una se?ora mientras barre el suelo de tierra. La mayor¨ªa, ya formaban parte de la estad¨ªstica del 2017 y algunas de la del 2016. ¡°Esa se?ora es la m¨¢s antigua, lleva tres a?os aqu¨ª¡±, informa.
Admiten que su forma de vida es ambulante. Conocen a otros compatriotas que est¨¢n acampados junto a la plaza de las Gl¨°ries y saben que est¨¢n aqu¨ª por un tiempo pero que se marchar¨¢n. ¡°Con la chatarra vamos tirando. No molestamos a nadie y no queremos que nadie nos moleste¡±, concluyen el encuentro. En este campamento no viven menores. Los vecinos recuerdan la tragedia de 2012 y temen que si nadie ayuda a los campistas el horror puede regresar al solar.
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